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El prejuicio paterno-filial



El "culpar" a los padres de la “salud” o la “enfermedad mental” es el prejuicio más grande para la psicología comprensiva. Las impresiones diagnósticas están plagadas de la “novela familiar” a la que se le atribuye innecesariamente una responsabilidad causal. Así, de la anorexia o bulimia se puede buscar en los modos de crianza o en los ejemplos paternos, lo que más bien puede corresponder a las influencias culturales, a las relaciones entre amigos, las relaciones de pareja, el entorno publicitario, los modelos educativos, el trabajo, etc. “Yo empecé a purgarme cuando una amiga me dijo lo que eran las purgas”, decía una paciente. Sucede lo mismo con la “salud mental”; se atribuye habitualmente a la familia la formación de una resiliencia que también pudo ser modelada en un ambiente externo o propia del carácter congénito de un hombre. Abundan los casos de personas en las que no se presentan síntomas psíquicos significativos, aun cuando el ambiente familiar ha sido fuertemente estresante. Todo el material comprensible puede oscurecerse debido a interpretaciones selectivas o explicaciones tendenciosas en las que prima forzadamente un prejuicio. Y en cuanto al prejuicio paterno-filial, edípico o no, se está hablando del más común de todos ellos, por lo que es preciso guardar especial reserva dada su tradicional aceptabilidad teórica y popular.