"El terapeuta ofrece una situación en que el enfermo puede hablar libremente a otra persona y estar seguro de su interés, atención y afecto, sin pedirle que le devuelva el favor. De este modo, el terapeuta le ofrece una experiencia única que, por sí misma, puede tener gran importancia y valor.
La mayor parte de las relaciones no terapéuticas se basan en el dar y tomar, esperando que cada participante se interese por la salud y los problemas del otro, y no se le permita acaparar la atención durante mucho rato. Sin embargo, la situación terapéutica es distinta por mutuo acuerdo, establecido en el contrato terapéutico; la mayor área de interés (si no exclusiva) es el paciente y sus problemas y, aparte la cuestión financiera, el terapeuta no le pide nada más. El lujo de tener a alguien que escuche todo lo que diga y lo trate con atención, respeto e interés es, por sí mismo, un fenómeno único, y proporciona al paciente una satisfacción importante, que raramente le ofrecen otras relaciones humanas" (Dewald, 1972, pp. 196-197).
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Referencia bibliográfica
Dewald, P. (1972). Psicoterapia: Un enfoque dinámico. Barcelona: Toray.