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A. González: La lógica y la psicología


"Si la lógica es algo independiente de la ontología, se podría pensar que de lo que en realidad depende es de la psicología. Para muchos pensadores del siglo XIX, influenciados en buena parte por el desarrollo de la psicología como ciencia, ésta habría de convertirse en algo así como el saber primero, el fundamento de todos los saberes. Si todos los saberes son algo que se da en la conciencia del hombre y la psicología estudia esta conciencia, en cierto modo se puede decir que la psicología funda todas las demás ciencias. En concreto, la lógica, por ser la disciplina que estudia los razonamientos humanos, es decir, algo que se da en la conciencia del hombre, sería una rama de la psicología. Para estos psicologistas “la lógica es una disciplina psicológica, puesto que el conocer sólo se da en la psique y en el pensar que en ella se realiza es un hecho psicológico” (Lipps). 

La postura psicologista tiene el valor de recordar el origen de toda ley lógica en la inteligencia del hombre. La tentación de muchos lógicos modernos ha sido, frente al psicologismo, la de convertir a las leyes lógicas en algo así como ideas celestiales independientes no sólo de la realidad, sino también de la cabeza de los hombres. Y, en realidad, no es así. La lógica estudia algo que sucede en la psique del hombre, y no en un mundo de ideas eternas. Por eso, el origen de las leyes lógicas es algo que puede estudiarse desde el punto de vista de la psicología o incluso desde la fisiología del cerebro humano: las leyes de la lógica han de tener su asiento en determinadas estructuras cerebrales del hombre. Si es idealismo identificar la lógica con la ontología, también es una forma nueva de idealismo el querer convertir las leyes lógicas en leyes ideales, que existirían con independencia de los hombres de carne y hueso que las piensan. El psicologismo puede servir para recordarnos que las leyes de la lógica no son independientes de nuestra actividad intelectiva. 

Ahora bien, el que las leyes sean leyes del pensamiento humano no quita que puedan ser estudiadas con independencia de la psicología o de la fisiología. La psicología nos puede mostrar el modo de pensar de este o aquél otro sujeto, y también cómo su pensamiento puede estar afectado por su realidad psicológica concreta: sus traumas, racionalizaciones, etc. Del mismo modo, la fisiología del cerebro puede demostrar la dependencia del pensamiento lógico respecto a determinadas estructuras cerebrales. Esto, repetimos, es importante y conviene no olvidarlo. Pero lo que sucede es que, además de los estudios psicológicos o fisiológicos, puede haber otros tipos de estudios del pensamiento. La lógica estudia el pensamiento humano, no desde el punto de vista de la ciencia empírica (psicología o fisiología), sino desde el punto de vista meramente formal. Es decir, el pensamiento no se estudia como propiedad de éste o aquél hombre, sino como un conjunto de leyes comunes a todo ser capaz de pensar lógicamente. 

Así, por ejemplo, el hecho de que si A implica B, B implica C, entonces A implica C, es algo que puede ser analizado prescindiendo de que sea algo que sucede en la mente del hombre o en su cerebro. Sucede lo mismo con las leyes de la gramática o de la matemática. El matemático puede estudiar que 2+2=4 prescindiendo de la psicología y de la fisiología, como también el lingüista puede estudiar la estructura de una oración sin tener en cuenta que esa oración es un hecho mental y cerebral. Es decir, el pensamiento humano, aunque no sea en sí mismo algo independiente de las estructuras mentales y cerebrales de los hombres concretos, se puede estudiar de un modo formal, prescindiendo de esas estructuras. No avanzaríamos nada en matemática ni en lingüística si tuviésemos que estar a cada paso recordando que se trata de realidades creadas por el hombre y no de ideas celestiales. Aunque la lógica trate de pensamientos que tienen un origen psicológico y fisiológico, es una disciplina independiente de la psicología por el simple hecho de que el pensamiento humano puede ser analizado de un modo puramente formal, atendiendo a las leyes comunes a toda inteligencia, prescindiendo, aunque sea provisionalmente, de que todo razonamiento puede ser también estudiado desde otros puntos de vista." (pp. 111-112)

González. A. (1989). Introducción a la práctica de la filosofía. El Salvador: UCA Editores.

E. Zuleta: "En la genealogía de las perversiones siempre hay un daño muy grande en la ley"


"En la genealogía de las perversiones siempre hay un daño muy grande en la ley, en la autoridad familiar, que es la primera vivencia de la ley. Suele ser que se disputan la ley los dos padres, desautorizándose uno a otro; esto se encuentra frecuentemente en los antecedentes de la perversión. Un caso muy frecuente también es el de la ley pervertida ella misma. (...)

La ley pervertida ella misma es la ley no transmitida sino impuesta, es decir, la ley en la cual el padre omnipotente o la madre omnipotente, imponen una ley que ellos mismos no siguen. La ley pervertida la suele tener el Estado, que impone un código moral y civil que los mismos que ejecutan no siguen. Pero lo que nos interesa aquí es que eso se da en la familia. La "CARTA AL PADRE", de Kafka, es una denuncia permanente de eso: "nadie podía hablar en la mesa pero tú hablabas todo el tiempo, no se podía regar nada en la mesa y los grandes regueros estaban alrededor tuyo, cuando uno come no puede hacer ninguna otra cosa, mientras tanto tú sacabas punta a los lápices, etc.". Esos son detalles muy importantes porque lo que capta Kafka es la posición de una ley pervertida, que se encuentra luego en "EL CASTILLO" por todas partes y en toda su obra, el legislador que transgrede lo que él mismo impone como ley. Es decir, que no se trata del padre mortal.

Hay dos figuras: el "padre moral" y el "padre omnipotente". Rosolato no las llama así, sino "Padre idealizado' y 'padre muerto''. Un "padre omnipotente" es el que produce leyes a las cuales él mismo no se considera sometido. El "padre mortal" es el padre sometido a la ley que él mismo propone y, por lo tanto, más que imponer, transmite" (Zuleta, 1985, p. 323).

(...)

"Las perversiones están llenas de rituales; no son simplemente gustos, son verdaderos montajes escenificados. No se puede describir el masoquismo como un simple gusto de ser golpeado, o por el dolor, o por una combinación del dolor con el placer. Es toda una escenificación de la humillación; se necesita la mujer con botas, con tacones, con arreos de correas, la venus de pieles del maestro Sacher Masoch. (...)

Piera Aulagnieur en "ASPECTOS TEÓRICOS DE LAS PERVERSIONES" (publicado al lado de "Aspectos clínicos de las perversiones", de J. Clavreul), que es lo mejor que existe, creo, sobre el tema del masoquismo y el sadismo, muestra que todos esos rituales son formas de negar la diferencia de los sexos" (p. 325).

(...)

"El pervertido necesita una ley para poderla burlar, pero la necesita y la convoca una y otra vez. (...)

(...) en ese sentido las perversiones son mucho menos libertarias de lo que uno se imagina. Sin la autoridad no sobreviviría, necesita revivir una y otra vez la ley pervertida que padeció, para burlarla, y el ritual es la burla de la ley, y no se puede hacer sin la ley, la transgresión de la norma no se puede hacer sin que alguien represente la norma. (...)

La cuestión de transgredir una ley y de ser el maldito contra una ley, ella misma perversa, se convierte en la verdadera pasión. Si se generaliza es porque se crea la incapacidad de concebir otro tipo de ley que no sea perversa" (p. 325-327).

Bibliografía:

Zuleta, E. (1985). El pensamiento psicoanalítico. Medellín: Percepción.