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Constantes de una pareja funcional según Carl Rogers

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En su libro, "El matrimonio y sus alternativas" (1972), Carl Rogers se pregunta por la diferencia entre una pareja funcional y una disfuncional. 

Una pareja funcional es aquella que permite la satisfacción mutua, pero también el desarrollo personal y la felicidad individual; estas relaciones tienden a permanecer y resisten a las circunstancias adversas. Las parejas disfuncionales, en cambio, llevan a la infelicidad y terminan en separación o divorcio.

¿Cuáles son los factores o elementos que distinguen a una relación funcional de una disfuncional? ¿Qué características tienen las parejas que alcanzan relaciones altamente satisfactorias, que permiten el apoyo, la intimidad emocional y sexual, las experiencias gratificantes? Estas son las 4 constantes de las parejas funcionales que propone tentativamente Carl Rogers.

I. Dedicación o voluntad

Ambos se comprometen mutuamente a trabajar juntos en su relación, porque esta enriquece sus vidas, y no solamente por la carga pesada de una obligación, un contrato matrimonial, los hijos, o la sacralidad del matrimonio. Ambos, podríamos decir, permanecen porque la relación les satisface y la desean genuinamente.

II. Comunicación

Ambos están dispuestos a comunicar sus sentimientos, negativos o positivos, hacia su compañera o compañero, siempre que estos sentimientos sean persistentes. De la misma manera, ambos están dispuestos a comprender empáticamente las comunicaciones del otro, aunque sean acusadoras, incómodas o autorreveladoras.

III. Disolución de roles 

En las parejas duraderas, las expectativas señaladas por la cultura o subcultura parecen tener una importancia secundaria, los roles juegan un papel cada vez menor. Rechazan el molde de la opinión y las normas de terceros, y escogen ellos mismos sus propias opciones, expectativas e ideales.

IV. Convertirse en un yo separado

Cada uno de los miembros se individualiza, se afirma como una personalidad fuerte e independiente. Cada quien se autodescubre y es consciente de su experiencia interna, sus sentimientos profundos. 

Referencias

Rogers, C. (1976). El matrimonio y sus alternativas. Barcelona: Kairós. 

K. Abraham: Sobre la exogamia neurótica

En momentos en que se le prestaba atención al matrimonio entre consanguíneos sólo para considerarlo como un fenómeno de dañinas consecuencias hereditarias, hice referencia en un artículo al hecho de que el matrimonio entre parientes debía ser considerado como un fenómeno de la psicología de las neurosis. Partiendo de las particularidades de la sexualidad en los neuróticos, que nos son conocidas gracias al psicoanálisis, llegué a la idea de que, en muchas de tales personas, la transferencia de libido a personas no consanguíneas fracasa porque ellas se encuentran, incluso después de la pubertad, atrapadas en una atadura narcisista. Para el neurótico, que debe mantenerse alejado tanto del objeto de sus deseos originarios incestuosos como de la mujer no consanguínea, el casamiento con una pariente significa un compromiso.

Ya en el texto mencionado llamé la atención sobre el hecho de que, para poder explicar psicológicamente la tendencia al incesto, había que ponerla en una serie junto a determinados fenómenos. En un extremo de esa serie se encuentra el incesto real; no es tan infrecuente en las familias psicopáticas como suele suponerse. El extremo opuesto es el rechazo total y constante de cualquier relación con el sexo opuesto. 

Junto al primer extremo podría ubicarse psicológicamente la inclinación por aquellos consanguíneos que no pertenecen a los grados de parentesco más cercanos. En una relación muy parecida con el otro extremo de la serie mencionada más arriba, se encuentra un fenómeno que yo llamaría “exogamia neurótica”. Ésta consiste en que el hombre2 siente un invencible pudor en entablar relaciones con una mujer que pertenezca a la misma raza o nacionalidad que él o, más correctamente, que su madre. En consecuencia, aquí se toman especiales medidas para impedir la posibilidad del incesto. El neurótico huye del tipo materno hacia mujeres que en aspecto y esencia se oponen de la manera más fuerte posible a su madre (o hermana). Esta huida es una consecuencia de su excesivo pudor frente al incesto. Quizás un ejemplo pueda iluminar el fenómeno en cuestión. 

Un neurótico perteneciente al tipo rubio, norgermánico, muestra la mayor antipatía frente a ese mismo tipo cuando aparece en mujeres. Nada en la mujer debe traerle el recuerdo de su originario objeto de amor, de su madre. Ni siquiera soporta en las mujeres el dialecto local. Sólo lo atraen las castañas, morochas, pertenecientes a otra raza. En el curso de los años, ha entregado su cariño a diferentes mujeres pero ellas siempre pertenecían a otra raza u otra nacionalidad. Así aparece con claridad la tendencia, resaltada por Freud, a la “construcción en serie”. El paciente se muestra incapaz de dirigir, duradera y exitosamente, su libido a una determinada mujer. La fijación al amor más temprano se demuestra como más poderosa.

Tuve la oportunidad de analizar un gran número de casos parecidos y poco a poco llegué a la opinión de que en esta repulsión frente a las mujeres del propio tipo (o materno) o de la propia raza hay algo que corresponde a una ley. Una interesante observación en el mismo sentido ha publicado Weiss3 hace algún tiempo. En su comunicación se trata de un hombre que es incapaz de casarse con muchachas de su ciudad y provincia natales, o de la región natal de su padre o su madre. De igual manera, siente pudor frente a muchachas que tengan los ojos o los cabellos parecidos a los de su hermana. 

La motivación de este pudor sexual permanece por completo inconsciente para muchos neuróticos, para otros, por lo contrario, completamente consciente. 

Un paciente me explica que él –judío– nunca podría casarse con una judía, porque en cada judía veía a su hermana. De hecho, este paciente se encontraba en una fijación incestuosa, insólitamente fuerte, hacia su madre y su hermana de la cual también daba testimonio su neurosis (temor a la calle). En la pubertad se había llegado a un acercamiento sexual entre los hermanos. 

Un segundo paciente, también de origen judío, realizó, en relación con sus inclinaciones, declaraciones muy parecidas a las precedentes. Se enamoraba repetidamente de muchachas cuyo aspecto era totalmente opuesto al tipo judío, por ejemplo, de una danesa rubia. En un tercer caso, la situación era exactamente igual, sólo que el paciente no tenía en claro el origen de su inclinación y rechazo racial. 

En todos los casos que investigué existía, además de la excesivamente positiva fijación de la libido a los parientes más próximos, un odio pronunciado contra la propia familia. A veces éste se dirige predominantemente a la madre y se explica a partir de una inclinación incestuosa; otras, el odio es para el padre y se deriva sin dificultad de la posición edípica del hijo. 

Tal odio se vuelve para el hijo un motivo eficaz para separarse de los suyos. No intenta anular el lazo con sus parientes sino también con sus compañeros de linaje. Dos fenómenos frecuentes se aclaran por medio de esta perspectiva. 

Me refiero, en primer lugar, a los llamados matrimonios mixtos. En los países cristianos se trata de matrimonios entre cristianos y judíos. Lo que en no pocos casos lleva a la realización de un matrimonio mixto es, a veces, más bien, la huida del incesto; otras, el rechazo hostil de la propia familia. Podría aportar muchas pruebas que confirman este origen.

En segundo lugar, es digno de nuestro interés ese tipo de varones, que en edad temprana, la mayoría de las veces bajo el impulso de independencia de la pubertad, emigran de su patria y en algún lugar, en algún país exótico se involucran con una mujer de otra raza. Dispongo de una colección de instructivas observaciones a este respecto.

Gracias a las recientes investigaciones de Freud no se nos escapan las coincidencias entre la vida psíquica de los neuróticos y de los hombres primitivos. Aquí hay que recordar en primera línea el intenso pudor del neurótico frente al incesto. Este pudor frente al incesto se expresa de la manera más potente en la legislación de aquellos pueblos, cuya preocupación más importante es evitar el incesto. La medida más eficaz y de mayor alcance en este tipo es la institución, existente en muchas tribus, que se designa exogamia. Ésta prohíbe las relaciones sexuales no sólo entre consanguíneos en sentido estricto sino también entre pertenecientes a una misma tribu. 

Hemos visto que no pocos neuróticos, siguiendo un condicionamiento interno, dirigen su inclinación sólo a aquellas personas que pertenecen a otro tronco familiar. El condicionamiento interno tiene en esos individuos el mismo efecto que la presión exterior, jurídica, en los pueblos primitivos. Tenemos derecho, entonces, a denominar, sin temor a equivocarnos, “exogamia” a este fenómeno neurótico que nos ocupa. El fenómeno neurótico y el etnológico, que nosotros referimos con el mismo nombre, coinciden profundamente en cuanto a su origen y su objetivo.

La vida después del sexo


Guatemala, Abril de 2013.
Autor: Lic. Enrique Campang Chang.

El proyecto de vida es la filosofía que contiene los valores, actitudes, intereses o metas que configuran al ser humano. Unos carecen de él y otros lo trabajan hasta la experiencia cumbre en la autorrealización, como lo presenta la pirámide de Maslow o el Enfoque Multisistémico como la estructura del desarrollo de proyectos físicos, emocionales, económicos, culturales y sociales (Campang, 1991).

La sexualidad es en muchos casos una experiencia breve, que no se extiende por mucho tiempo, luego del placer surge la pregunta: ¿Qué hacer después?

En lo emocional, económico, cultural, moral y educativo, el impulso que se le da, produce identidades propias sólidas que se llevan con orgullo y marcan sellos distintivos en las personas en sus valores, tradiciones, arte, hasta la alimentación; como los proyectos culturales fuertes entre los judíos, mexicanos, japoneses o chinos, para citar a unos, y en las personas con características especiales.

Lamentablemente el desconocimiento de la importancia de los proyectos de vida en las relaciones personales, lleva a parejas a ser disfuncionales, violentas o antagónicas. Cuando el interés sexual y el amor se han agotado, se sienten enjaulados, obligados a vivir juntos para toda la vida sin otros intereses comunes; entonces surgen las ideas de la infidelidad, la separación o agresión.

Es como la obra de teatro A Puerta Cerrada de Jean Paul Sartre de 1944 en que cuatro personajes Garcin, Inés, Estelle y Nailse cuyo castigo es ser condenados al infierno, a vivir juntos encerrados en una habitación, en la eternidad sin tener elementos en común e intereses encontrados, lo que resulta ser la peor tortura, la desesperación perenne de tener que aguantarse

La cultura asume que en el matrimonio y la familia, los proyectos de vida se dan por entendidos; no se esfuerzan en la preparación seria; que no se necesita mayor preparación, que en el camino aprenderán.

La realidad es otra, cuando ven que las vidas de ellos y los hijos son afectadas. La unión forzada o accidentada de proyectos de vida contrarios no puede generar felicidad real; aunque en la superficie aparenten ser la “Familia perfecta de foto”; pero por dentro, cada quien anda por su lado.

Unos grupos tradicionales y religiosos (judíos ortodoxos, Amish, menonitas o fundamentalistas), imponen proyectos sin dejar opción; creando cuadros neuróticos de relación con malestar violencia, al suicidio, entre quienes aspiran a otros planes.

Posiblemente muchos desconocen como armar un proyecto de vida propio; menos uno común y sostenido por más tiempo. Su proyecto principal se limita a metas cortas como hacer dinero, beber, comer, divertirse, la celebración de la boda con gran fiesta, o la consumación del acto sexual, para darse cuenta que después de todo, les cuesta seguir andando juntos o llevan vidas que chocan. Muchos terminan saboteando los potenciales de su pareja como acto de venganza.

Desarrollar proyectos consistentes requiere madurez buena voluntad, conocimiento y sentido de autocontrol para dialogar sobre los pro y en contra de tales proyectos. Unos proyectos sexuales, financieros, o psicológicos pasan por encima de los valores o dignidad de las otras personas, al privar el egoísmo sobre el altruismo. Son proyectos con secuelas negativas, como el desarrollo a base de la explotación humana, la injusticia y la destrucción del medio ambiente.

En otros casos, las personas con proyectos de vidas especiales, intelectuales, religiosos o políticos en que establecen relaciones diferentes a la intimidad matrimonial, de amistad, admiración, aprendizaje de maestro–alumno, líder, guía–seguidor. Unos se incorporan a proyectos en grupos o prefieren desarrollar sus planes individualmente, sin afectar a otros.

Las separaciones, divorcios, rebeliones o guerras son el punto crítico de colisión en los proyectos, donde se evidencian los conflictos de intereses o agendas ocultas. La infidelidad, la corrupción, egoísmo e incapacidad son los factores que participan. En unos casos el deterioro de las relaciones es definitivo; y en otros es posible revertir el proceso vía la renegociación, el perdón y la misericordia, para obtener la reconciliación, según recomendación del Papa Francisco.

En la política donde al paso de la atracción y euforia superficial de las campañas o un conflicto armado, uno se pregunta ¿que hacer después? Ganó un candidato, un líder llega al poder, pero ¿Será capaz de realizar un proyecto de bien común con la población? O si sólo fue una alegría efímera de triunfo para repetir los viejos proyectos corruptos.

En Medio Oriente los judíos y palestinos están confinados a un pequeño espacio, a vivir juntos unos pegados a otros con proyectos de vida antagónicos, excluyentes e irreconciliables; es la viva manifestación sartreana de” A Puerta Cerrada” en el infierno.

Los proyectos de vida deben meditarse desde la visión ética del beneficio, al menor daño, en la libertad y justicia; respetando la dignidad de todos y el bien común. Con plena conciencia del Yo y el Otro. Deben tener la buena voluntad de resolver los problemas que aparecen en el camino hacia el perfeccionamiento de todos.

El proyecto de vida propio y común otorga estabilidad a las relaciones; mejor si es meditado y producto del crecimiento personal y no por seguir la corriente. No es difícil diferenciar bajo esta óptica a quienes han perfeccionado o improvisado sus planes de vida.

“El poder andar juntos, felices, en un largo sendero, superando los obstáculos, con buena voluntad, con amor, en paz, hacia metas comunes es la aspiración superior en una relación”.

La confusión sobre el matrimonio


Guatemala, Mayo de 2012.
Autor: Lic. Enrique Campang Chang.

Hay mucho ruido y confusión en torno al tema del matrimonio, sobre la vigencia, su función, problemas, quienes pueden o no contraer; la diferencia entre boda religiosa, civil la celebración social; para eso es necesario hacer unas aclaraciones ya que casi nadie está manejando los términos correctamente, desde   Barak Obama,  los religiosos y grupos interesados en contraerlo.

Para empezar, pocos le prestan atención al tema de la asimetría en la reproducción de los humanos provoca que la carga física y mental sea más fuerte en la mujer y menor en el hombre; lo que le permite al hombre acumular patrimonio en forma de productos agrarios, ganado, tierras o riqueza. Siendo este uno de los orígenes de la desigualdad económica y social. Para unos el simple reconocimiento de diferencias entre hombre y mujer resulta ser políticamente incorrecto.

Matrimonio es una unión que surge desde tiempos antiguos; en Roma  la mujer obtiene el reconocimiento público a la maternidad y el  apoyo patrimonial parte del hombre a la familia que resulta. Existiendo diversas  formas de relación matrimonial en otras culturas.

A la madre por si sola le es muy difícil la gestación y crianza, sin un apoyo  solidario que le de protección material, que en este caso surge un acuerdo económico que da origen a la familia,  en que se une la maternidad de la mujer y el patrimonio del hombre (Engels). Esto trae posteriormente entendimientos en las relaciones sexuales, emocionales, económicas, morales, culturales y jurídicas, encaminadas a la felicidad de la familia, cosa que hasta la fecha no siempre se da.

La maternidad sin matrimonio ha sido causa de estigmatización social y desventaja económica. Así como la obligación patrimonial a la maternidad es motivo de  disputas en los tribunales.  El acuerdo matrimonial debería ser meditado, negociado, con la intención de cumplimiento; siempre ha presentado altos índices de conflictividad, por tomarse a la ligera. La relación del macho con la hembra, diferente a la del hombre y mujer; es meramente sexual y económica; no pueden producir relaciones estables ni familias en el sentido emocional y cultural.

Las exigencias  culturales y sociales  para la celebración del matrimonio aun son vagas, insuficientes o problemáticas; predomina el interés por la pompa y la superficialidad. Con frecuencia las secuelas de los matrimonios fallidos afectan a  la sociedad.  

El matrimonio religioso es la celebración de la unión de personas ante Dios, elevado a un sentido sacramental; y se espera que se tome en serio. Cada religión dispone de sus normas, condiciones para su celebración; la norma religiosa es moral que puede coincidir con las normas jurídicas y otras no, como el sexo de los contrayentes, edad, régimen económico, derechos y obligaciones o formas de disolución.

Muchas culturas celebran el matrimonio en grande porque la mujer está lista para la maternidad y el hombre en capacidad de formar patrimonio económico. El amor y sentimientos no son importantes en estos matrimonios por conveniencia o arreglados; además de los fuertes intereses en el mercadeo y gasto en la boda social.

Las normas de la religión y la cultura por efecto de la costumbre no son universales; establecen sus reglas para el que se acoge a su ámbito; pero no es aplicable a todos. Hay diferencias  en las reglas religiosas, legales  o culturales, ni se deben imponer.

Esto es el meollo del debate actual, si las personas del mismo sexo pueden contraer “matrimonio”; dentro del término que implica maternidad y patrimonio, entonces, es etimológicamente incorrecto; se pueden utilizar otros términos como unión civil, acuerdo de convivencia,  que es diferente. No puede haber matrimonio entre personas del mismo sexo porque no va implícita la maternidad; es cuestión de usar bien lo términos, que por fuerza de la costumbre se usan incorrectamente. Su insistencia es necedad.

La celebración pública de la unión entre personas del mismo sexo puede causar irritación y resultar contraproducente en sociedades no preparadas para aceptarlo; en todo  tipo de relación, la discreción y manejo privado siempre es recomendable. La exposición pública sólo alimenta la fricción social y el morbo de manera innecesaria.

Para justificar la norma o la ley dentro de la ética, debe existir un razonamiento riguroso que va a producir beneficio y evitar daño, debe ser libre, autónoma y justa; y sobre todo no puede basarse en prejuicios.

En la norma moral este planteamiento puede ser casuístico, subjetivo o relativo basados en la tradición; las religiones y culturas no siempre fundamentan las normas sobre análisis rigurosos y formulan prohibiciones donde ya no existe razón de mantenerlas, como la prohibición de comer carne de cerdo o la discriminación de la mujer.

Así se dan las prohibiciones de matrimonio, alimenticias, de género o de vestir, sobre todo entre los hindúes, budistas, judíos, musulmanes o cristianos. Unos estados fundamentalistas, sustituyen la ley civil por la norma religiosa como el caso de las repúblicas islámicas en que se aplica la sharia.

En el plano religioso o cultural las relaciones entre el mismo sexo pueden ser rechazadas; pero si los contrayentes se acogen al plano jurídico para obtener derechos  de herencia, impuestos, seguros, pensiones, adopción, residencia, etc., están en su derecho, si hay evidencia de más beneficios que de daño. Concederlo o no, le corresponde a la autoridad civil.

Es una polémica que no debería existir, si cada quién manejara correctamente los términos y ámbitos, pero una cosa se mezcla una con la otra; solicitan derechos legales a instituciones religiosas, o limitan derechos del plano civil por la norma religiosa. No se define el contexto, los alcances y limitaciones de cada tipo de unión.

Unas relaciones sexuales, amorosas, no se acogen al fuero público cultural o religioso por mantenerse privadas; nunca celebran matrimonios o bodas ante la fe, la sociedad o la ley. Se liberan de las censuras morales pero no gozan del reconocimiento social ni de protección legal. En todo caso,  tanto en lo religioso y civil,  debe prevalecer el sentido del bien común y la dignidad de las personas. No se puede prohibir sobre prejuicios, algo que cause beneficio.

Hay un traslape en el caso de matrimonio religioso y la unión civil. Hay falta de claridad en el análisis de los sistemas religiosos, emocionales, legales o sexuales; cada sistema tiene su dinámica particular con sus coincidencias y diferencias. (Enfoque Multisistémico, E. Campang 1991). La mezcla forzada de los sistemas religiosos, sexuales y jurídicos produce estos debates estériles. 

La coincidencia del análisis legal con la postura religiosa no siempre se da; en unos casos la autoridad religiosa presiona sobre la civil para imponer su criterio; o el Estado choca con la norma religiosa como en los casos del aborto y el divorcio. Se deben demarcar los ámbitos o jurisdicciones en la aplicación de las normas.

Las fases de la relación amorosa


Guatemala, Junio de 2005.
Autor: Lic. Enrique Campang Chang.

AMOR: vínculo privilegiado, íntimo, privado, libre, justo, con sentido exclusivo hacia el bien.

INTRODUCCIÓN: para mayoría, la relación amorosa es central en su vida; del éxito o fracaso depende su desempeño social, económico o académico. Las secuelas pueden cortar carreras promisorias o llevar a la ruina. La relación amorosa, más que ser algo improvisado, romántico o que se puede cumplir con simples buenas intenciones, es algo sumamente complejo. La evolución del amor sigue fases bien precisas, que la mayoría ni se imagina.

Por ejemplo, unas parejas, luego de un breve noviazgo, resultan esperando un niño, se tienen que casar precipitadamente, cortan sus estudios, o autorrealización personal. Unos creen que el noviazgo es algo para pasarla bien, para combatir el Síndrome de Aburrimiento Crónico (SAC); ir al cine, refaccionar; el matrimonio es una excusa que se usa para salirse de la casa, que ya no soportan, dejar de trabajar o estudiar.

En esto se nota un proceso ingenuo y accidentado de improvisación; en que falta un orden para llegar a la meta exitosamente. Por estas razones y muchas más, se hace necesario identificar las fases del desarrollo de la relación amorosa.

FASE UNO: es la del amor juvenil; donde el aspecto físico, lo divertido, es lo que hace que dos personas quieran estar juntas. Se da entre niños, adolescentes o adultos; con la participación del círculo de amigos; todos se enteran de todo; es una fase pública. Puede empezar con una amistad y avanzar a una declaración de amor para ser novios.

Ocurre entre machos y hembras jóvenes que se atraen. Van a fiestas, se hacen ilusiones, juegan a los celos, a las adivinanzas, a querer dominar al otro; la comunicación no es transparente ni madura. Es el momento de presumir o “chilerear” con la novia o el novio. Uno van más allá de las caricias. Es una fase normal, que se comprende la inocencia o picardía juvenil. Aquí los riesgos son altos, en todo sentido.

FASE DOS: luego de sentir que existe algo más entre ellos, se retiran de los amigos y las fiestas; pasan a la fase privada del noviazgo. Dialogan, maduran, se tocan temas más serios; de la sexualidad, salud, amor, educación, valores morales, trabajo, dinero, sostenimiento de la futura familia, aspectos legales de derechos y obligaciones. Es la fase de la METAMORFOSIS, en que un niño o niña se convierte en hombre o mujer, se pasa de la fase infantil a la madura

La condición de privacidad es indispensable para un diálogo sereno, sin presiones; para explorar los sentimientos y realidades de cada quién; para tener suficientes elementos de juicio para establecer si se casan o no; sin la interferencia de terceras personas.

El diálogo lleva al entendimiento en los cinco sistemas que forman parte de la vida, (salud, emociones, economía, cultura y valores, normas legales). Es un diálogo Multisistémico que conduce a las personas a su plenitud integral.

Esta es la fase que de muchos novios ignoran o evaden. Unos pasan directamente a la Fase Tres de la consumación del matrimonio. Al no superar la condición de macho o hembra a hombre o mujer; los deja mal preparados para el importante compromiso de formar pareja; vivir como esposos y asumir la responsabilidad de padres; esto los expone a conflictos en su vida conyugal. La Fase Dos es la más importante de todas.

Las relaciones sexuales durante la Fase Uno, con la posible secuela de un embarazo puede obligar a ciertas parejas a casarse, o a cometer el crimen del aborto. La Fase Dos, debe estimular cambios en la maduración de la pareja. Si el noviazgo no produce estos cambios, a pesar de haber durado mucho tiempo, no se puede considerar como exitoso.

FASE TRES: de la formación de la pareja, la celebración. Lo público se vuelve a manifestar, con el anuncio del compromiso, el matrimonio civil, la boda religiosa y el reconocimiento de la unión ante Dios y la comunidad. Es posiblemente la fase más conocida y publicitada, que aparece en la crónica social; pero también problemática.

La Fase Tres es importante en el sentido que se reconoce que el matrimonio es una relación civil, legal, donde los contrayentes adquieren derechos y obligaciones, que se insertan dentro del esquema jurídico del país. La boda religiosa es la consagración de la unión de la pareja ante Dios, según los fundamentos morales de cada fe; y a nivel social, es la celebración de la unión ante la comunidad donde viven; de acuerdo con su identidad y costumbres.

Unos sobre dimensionan la importancia de los rituales y formalidades de la boda; que en entre otras cosas está explotada por el mercadeo, de la venta de vestidos, comidas, bebidas, joyas, regalos, recepciones, viajes, etc. Algunas bodas que se celebran en templos, son más por cumplir con una costumbre social que de fe; que tienen poco de sagrado, y mucho de profano.

Pasar a la Fase Tres, sin cumplir adecuadamente con la Fase Dos, puede traer problemas a la pareja. Para unas personas casarse consiste en una alegre y divertida Fase Uno; una breve o inexistente Fase Dos; para llegar a la fastuosa, costosa y elegante Fase Tres; que no es precisamente lo ideal.

FASE CUATRO: de la consolidación de la pareja y la familia; cuando se pone en práctica lo dialogado en la Fase Dos; sobre la sexualidad, el amor, el régimen económico, valores morales, derechos y obligaciones de los esposos y padres.

Es una fase operativa en que se entra a administrar un hogar, una institución familiar, que requiere de plenitud y madurez personal. Al tener éxito la institución familiar, se evitan muchos de los problemas que aquejan al mundo; desde las enfermedades, la pobreza, la marginación e ignorancia; a problemas complejos como la delincuencia juvenil (maras), violencia, fanatismo, etc.

FASE CINCO la fase de los conflictos, la separación o la desintegración de la pareja con culpa, por negligencia, ofensa o daños.

Lamentablemente, algunas relaciones no terminan felizmente; los errores acumulados desde las primeras fases, hacen que los problemas lleven a la decisión de la separación; o convierten a una relación en fuente de dolor, conflicto y malestar. En unos casos extremos, se llega al divorcio, a la violencia intrafamiliar o a la comisión de actos criminales en contra de la pareja o de los hijos; con abusos, maltratos o asesinatos.

La fase cinco, de la desintegración de la relación, se puede evitar, si la pareja tomara más en serio la importancia de la Fase Dos. Sin embargo la realidad nos muestra el problema mundial de la desintegración y desaparición de la familia.

La separación se da cuando la relación entre personas, deja de ser generadora de felicidad y superación personal; para convertirse en generadora de frustraciones. Cuando no se ha reflexionado lo suficiente antes de asumir el compromiso matrimonial.

FASE SEIS: de la separación temporal por imprevistos o muerte, sin culpa ni daños. Entre las parejas se pueden dar separaciones por causas temporales como viajes, estudios, exilio, accidentes o muerte natural.

Estas separaciones se dan "sin culpa", es decir que la pareja se puede separar físicamente, pero mantienen la relación emocional, con sus proyectos vitales y afectivos. Por otro lado, hay parejas de que, a pesar de estar unidas bajo un techo, viven separadas sentimentalmente por profundos abismos.

Aquí se cumple con la sentencia de las bodas que dice "hasta que la muerte los separe". Es una separación que se comprende. Los ancianos evocan el "Síndrome de París", que es el estado de separación de la realidad del mundo; para recordar los gratos momentos vividos; sin culpa ni recriminaciones. (Ver. El Síndrome de París, Enrique Campang, 2000).

Los malos ejemplos que da el cine en Hollywood, la televisión juvenil de entretenimiento, la nota frívola de la página social, hace que se crea erróneamente que para formar pareja, basta pasar de una alegre relación pública inicial, a otra sensacional de una boda elegante. Los ejemplos que dan los artistas del cine, del espectáculo o deporte, no son los mejores. Las caras bonitas, con dinero y fama, no los libera de cometer estupideces; que luego, en poco tiempo, terminan en publicitadas separaciones o divorcios.