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Breve descripción de la teoría de la personalidad de Karen Horney


Los primeros postulados para comprender la teoría de Karen Horney son los de ansiedad básica y hostilidad básica. La ansiedad básica se entiende como los sentimientos que experimenta un niño al sentirse desamparado, aislado e indefenso ante un mundo potencialmente hostil. Cuando el niño está descuidado por sus padres es cuando experimenta ansiedad básica. Así también le enoja el descuido y rechazo de sus padres, esto se conoce como hostilidad básica. El niño desea dominar a los padres, incluso "castigarlos".

De este conflicto de la niñez, en cuanto a la ansiedad y la hostilidad, se deriva la neurosis, la cual se vendrá a manifestar en las formas de soluciones neuróticas. Las soluciones neuróticas son tres: ir hacia la gente, ir contra la gente, alejarse de la gente. La solución de ir hacia la gente se caracteriza por una personalidad complaciente necesitada de la simpatía de alguien más, la solución de ir contra la gente se caracteriza por el deseo de buscar poder y admiración para no ser lastimado, mientras que la disposición neurótica de alejarse de la gente la constituye una búsqueda de la soledad, relaciones superficiales, una renuncia a relacionarse y tendencia a la concepción de uno mismo como autosuficiente sin necesidad de los demás.

Karen Horney señala también la importancia del apego en la primera infancia para el desarrollo psicoafectivo, la influencia de los modos de crianza y la conducta parental, y de los roles de género de la cultura como determinantes de la personalidad. 

De acuerdo a la crianza, y a lo aceptado en la cultura donde se desarrolla el individuo, éste marca una diferenciación de lo aceptable y lo despreciado de sí mismo: es así como se forma un yo ideal, hacia el cual se orientaría normalmente a partir de su condición actual, o yo real. En otros casos, en cambio, el individuo solamente haría de sí mismo una separación en su self o sí mismo: por un lado se sentiría despreciado o despreciable y por otro lado se sentiría aceptado o perfecto, vacilaría así entre el amor propio y el auto desprecio.


La persona “normal” se sentiría tiranizada por alcanzar su yo ideal, mientras que la persona neurótica, interiormente, estaría constantemente asediada por una lucha interna entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo aceptado y lo inaceptado, lo bueno y lo malo, etc.

Glosario de términos de la teoría de Karen Horney

  • Alejarse: orientación interpersonal que pone énfasis en la separación de los otros y la evitación de las vinculaciones con estos.
  • Ansiedad básica: sentimiento de aislamiento y desamparo que experimenta el niño ante los descuidos de sus padres o cuidadores.
  • Compartimentalización: técnica secundaria de ajuste en la cual no se reconocen simultáneamente las conductas incompatibles.
  • Elusividad: técnica secundaria de ajuste en la cual una persona evita el compromiso con cualquier opinión o acción.
  • Hostilidad básica: sentimiento de enojo con los padres que experimenta el niño ante malos cuidados, etc.
  • Ir contra: orientación personal que pone énfasis en la hostilidad y agresividad.
  • Ir hacia: orientación interpersonal que pone énfasis en la dependencia y necesidad de afecto, protección, etc.
  • Sí mismo idealizado: ideal de lo que una persona aspira a ser.
  • Sí mismo real: lo que una persona realmente es, y que esta en un potencial crecimiento.
  • Solución de autoanularse: intentar resolver el conflicto buscando el afecto, amor, yendo hacia la gente.
  • Solución de renuncia: intentar resolver el conflicto buscando la libertad, alejándose de la gente.
  • Solución expansiva: intentar resolver el conflicto neurótico buscando el dominio.
  • Tiranía de los debería: demandas internas que se plantean al sí mismo real para vivir de acuerdo al sí mismo idealizado.

Descripciones personificadas de los trastornos de personalidad


  • Trastorno paranoide de la personalidad: "No puedes confiar en nadie". 
  • Trastorno esquizotípico de la personalidad: “Soy excéntrico, diferente, raro”.
  • Trastorno esquizoide de la personalidad: "Puedes llamar a la puerta, pero no hay nadie en casa".
  • Trastorno histriónico de la personalidad: “Hazme el centro de tus atenciones”.
  • Trastorno narcicista de la personalidad: “Mis órdenes son tus deseos”.
  • Trastorno antisocial de la personalidad: “Haré lo que quiera cuando quiera”.
  • Trastorno límite de la personalidad: “Me enfadaré mucho si intentas dejarme”.
  • Trastorno de personalidad por evitación: “Quiero gustarte, pero sé que me odiarás”.
  • Trastorno de personalidad por dependencia: “Cuida de mí y protégeme”.
  • Trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad: “No quiero equivocarme”.

Bibliografía: 

Millon, T. y Davis, R. (1999). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Barcelona: Masson.

Breve descripción de la teoría de la personalidad de Carl Rogers


La personalidad comienza a configurarse a partir de la tendencia del organismo a la organización, a la experiencia y al crecimiento. Dicha tendencia es experimentada como impulsos y necesidades propias. A medida que se ejerce un control sobre dichos impulsos y necesidades se crea una sensación de ser un sí mismo, de tener control sobre el organismo propio, y de orientarlo hacia la satisfacción. Ese sí mismo se comienza a disociar del organismo en la infancia, cuando el niño necesita, además de sus necesidades orgánicas, de la aprobación, la consideración positiva de las personas significativas para él, para así formarse una autoestima, lo cual logra introyectando los valores de esas personas. Pero al introyectarse esos valores se da una incongruencia con las tendencias del organismo a la satisfacción de necesidades; el concepto de sí mismo se comporta y organiza la experiencia de acuerdo a ambas tendencias, la necesidad de consideración positiva y de satisfacción de necesidades, pero también de acuerdo a la percepción de sí mismo.

Gondra, J. (1981). La psicoterapia de Carl Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Apuntes sobre la teoría y conceptos fenomenológicos de Carl Rogers



  • La teoría de Carl Rogers es una teoría del cambio en la personalidad. Intenta explicar el desarrollo experimentado en la clínica. 
  • Carl Rogers propuso el concepto del sí mismo como factor primordial en la determinación de la conducta. Lo concibió como imagen fenoménica de uno mismo y lo dotó de una capacidad de reorganizarse. 
  • Es el concepto de sí mismo es una noción puramente fenomenológica. No es un agente interno como el ego freudiano. Es el concepto de sí mismo. Es el conjunto de percepciones o imágenes relativas a nosotros mismos. 
  • La estructura del sí mismo es una configuración organizada de las percepciones del sí mismo que son admisibles a la conciencia, tales como las propias características y capacidades, las metas e ideales, los conceptos de uno mismo en relación con los demás, las experiencias, los valores asociados a esas experiencias. 
  • Las características principales del self o sí mismo son: 
    • Es consciente: solo incluye las experiencias, percepciones conscientes, es decir simbolizadas en la conciencia. 
    • Es una gestalt o configuración organizada: es de carácter fluctuante 
    • Contiene principalmente percepciones de uno mismo así como también valores e ideales. 
  • Si el campo perceptual es el que determina la conducta, entonces el objeto de estudio primario para el psicólogo sería la persona y su mundo tal como son vistos por dicha persona.
  • Las personas no actúan únicamente a causa de las fuerzas externas a las cuales se hallan expuestas. Su conducta es consecuencia de su modo de ver las cosas. Nos alejamos de un peligro cuando creemos en su presencia, y lo ignoramos cuando desconocemos ésta. En este marco de referencia, la conducta es considerada como un problema de percepción humano. 
  • Para Rogers el inconsciente es lo que queda fuera del campo de percepción, no es algo del pasado sino es algo presente en calidad de "fondo perceptual". Las reorganizaciones del campo perceptual dependen del “nivel energético” de la “amplitud de la atención” y el “nivel de conciencia”. La atención es dirigida gracias a las emociones. Por ejemplo, en condiciones de intensa emoción, la visión se estrecha como si la persona estuviera mirando por un tubo. En tal caso, lo que sucede en la periferia no es percibido hasta que se restaure la “visión normal”.

Referencia bibliográfica:

Gondra, J. (1981). La psicoterapia de Carl Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

El sentimiento de culpa en la personalidad y la melancolía



*(Famoso episodio de la vida del pintor Vincent Van Gogh. 1888. Durante una disputa arrojó un vaso de ajenjo a su amigo, el pintor francés Paul Gauguin, el cual llevó a su perturbado amigo a su casa y lo metió en la cama. A la noche siguiente, Van Gogh atacó a Gauguin con una navaja de afeitar, mas de repente huyó a su cuarto y se cortó parte de una oreja en un exceso de arrepentimiento. Van Gogh se suicidó en 1890, dos años después de dicho acontecimiento.)

En el modelo psicoanalítico de la personalidad el sentimiento de culpabilidad se entiende en términos generales como un conflicto interno, un acto en el que interviene el superyó y que cumple con ciertas funciones…

A continuación se cita brevemente la obra Freud en la que se trata acerca del sentimiento de culpa en la personalidad (I), para, posteriormente tratar el tema del sentimiento de culpa en la patología psíquica (II)…

I. El sentimiento de culpa en la personalidad

Básicamente sucede que… “Uno se siente culpable (los creyentes dicen 'en pecado') cuando ha cometido algo que se considera 'malo'" (Freud, 2006, 99). Pero también se podría sentir culpable sin haber cometido algo malo y solamente con haber pensado cometerlo o haber tenido la intención o propósito de hacerlo…

La culpa un acto con dos funciones

Esto que anteriormente mencionamos viene a la explicación que da Freud del sentimiento de culpabilidad como un acto del superyó que cumple dos funciones: no solo de castigo, también de caución. Cuando habla de una función de castigo del superyó dice: “La tensión creada entre el severo superyó y el yo subordinado al mismo la calificamos de sentimiento de culpabilidad; se manifiesta bajo la forma de necesidad de castigo” (Freud, 2006, 98). Cuando habla de una función de caución dice que es como una vigilancia interna… “Por eso no importa mucho si realmente hemos hecho el mal o si sólo nos proponemos hacerlo; en ambos casos aparecerá el peligro cuando la autoridad lo haya descubierto y ésta adoptaría análoga actitud en cualquiera de ambos casos”(Freud, 2006, 100).

En resumen de esta descripción freudiana de la sensación de culpa podríamos decir que la misma se interpreta como un conflicto interno; la culpa es un acto del superyó, una crítica de una instancia interior, una “agresión dirigida contra el propio yo” (Freud, 2006, 98): ¿podría causar malestar, síndromes?

II. El sentimiento de culpa en la psicopatología

En efecto, Freud sostenía que en todo padecimiento anímico debería considerarse el actuar del punitivo superyó:
En todas las formas de enfermedad psíquica habría de tenerse en cuenta la conducta del super-yo; cosa que no se ha hecho hasta ahora. Pero ya podemos indicar, provisionalmente, que ha de haber también afecciones cuya base esté en un conflicto entre el yo y el super-yo. El análisis nos da derecho a suponer que la melancolía es un ejemplo de este grupo, al que daríamos entonces el nombre de «psiconeurosis narcisistas» (Freud, 1925).

Por ello mismo el estudio psicoanalítico de la melancolía debía conducir a una teoría más elaborada del sentimiento de culpabilidad. En una cita ulterior, habla justamente de la culpa sentida y la autocrítica en la melancolía:
En el caso de la melancolía es aún más fuerte la impresión de que el superyó ha arrastrado hacia sí a la conciencia. Pero aquí el yo no interpone ningún veto, se confiesa {bekennen} culpable y se somete al castigo. Comprendemos esta diferencia. En la neurosis obsesiva se trataba de mociones repelentes que permanecían fuera del yo; en la melancolía, en cambio, el objeto, a quien se dirige la cólera del superyó, ha sido acogido en el yo por identificación. (…)

¿Cómo es que el superyó se exterioriza esencialmente como sentimiento de culpa (mejor: como crítica; «sentimiento de culpa» es la percepción que corresponde en el yo a esa crítica), y así despliega contra el yo una dureza y severidad tan extraordinarias? Si nos volvemos primero a la melancolía, hallamos que el superyó hiperintenso, que ha arrastrado hacia sí a la conciencia, se abate con furia inmisericorde sobre el yo, como sí se hubiera apoderado de todo el sadismo disponible en el individuo. De acuerdo con nuestra concepción del sadismo, diríamos que el componente destructivo se ha depositado en el superyó y se ha vuelto hacia el yo (Freud, 1927).

Freud nos deja suponer que el sentimiento de culpa como acto del superyó guardaría cierta relación con la patogénesis o formación de la melancolía o depresión (denominaciones que utilizamos indistintamente para una continuidad teórica). Con esto podemos permitirnos formular una suposición: en un síndrome depresivo el sentimiento de culpa participa en el síndrome ya sea agudizándolo, participando en su formación o reforzando su tenacidad al tratamiento.

Este supuesto dicho anteriormente encontraría sustento en la experiencia de un psiquiatra neoyorquino llamado Frederick Flach, durante años profesor, conferenciante e investigador de la depresión. Flach insistía en la suma importancia del sentimiento de culpabilidad en la persona deprimida: “El sentimiento de culpabilidad, toda vez que lleva consigo una pérdida de la propia estimación, puede acarrear depresión” (Flack, 1978, 132). A su vez destaca que el elemento de culpabilidad en una depresión frustra en cierta medida la acción de tratamiento farmacológico, es decir que en cierta forma “refuerza la tenacidad” de la depresión:
“Hay una diferencia entre los estados deprimidos que nacen de la culpabilidad y los que no guardan relación con los sentimientos de culpabilidad. El psiquiatra Peter F. Regan, demostró que los pacientes deprimidos con un grado significativo de culpabilidad no responden bien al tratamiento biológico. Por el contrario, los pacientes deprimidos en los que la culpabilidad no es significativa suelen mejorar con rapidez cuando se emplean los tratamientos biológicos. El sentimiento de culpabilidad refuerza la tenacidad de la depresión… El sentimiento de culpabilidad no siempre coexiste con la depresión pero si determina con fuerza la cualidad de la misma cuando está presente” (Flach, 1978, 141-142).

Un caso de depresión con sentimiento de culpa

Uno de los casos que exponía Flach ilustra claramente un proceso en el que un sentimiento de culpa, encadenado con ciertos estresores (compromisos, conflictos de pareja), intervienen juntos en la infelicidad de un individuo:
“… Al ir explorando los motivos de su infelicidad, el curso de la terapia, reveló que había estado sosteniendo relaciones con la secretaria de uno de sus clientes durante casi dos años. “Eso no podría hundirme. En realidad, es el único placer que tengo, el acostarme con ella una o dos veces al mes. Además, ¿qué hay de raro en eso? Todo el mundo tiene sus escapadas”.

Fueron necesarios varios meses antes de que pudiera convencerse a sí mismo de que, independientemente de lo que otros hicieran o dejaran de hacer, su relación sexual le estaba provocando un sentimiento de culpabilidad. Su comportamiento contrastaba con su educación. De niño había asistido a escuelas religiosas y hasta poco después de los veinte años, había participado activamente en actos de la iglesia. Antes de casarse con su esposa no había tenido relaciones sexuales con nadie.

Había acatado las normas estrictas exigentes de su formación fundamentalista, hasta que otras exigencias de su vida sobre todo en los negocios, le forzaron a contraer compromisos. Comenzó a reducir un poco sus valores arraigados. De vez en cuando se echaba un trago…. Para ese tiempo consideraba la religión como una desventaja. Hasta que comenzó sus amoríos su vida hogareña había sido relativamente plácida. Después de eso, y en gran medida como producto de su culpabilidad no reconocida, se convirtió en un campo de batalla con su esposa.

“¿Y qué hago ahora sencillamente con esta culpabilidad que reconozco? Desde luego no voy a volver a la forma de pensar que tenía hace veinte años”. Ante sí tenía dos opciones: o bien modificar su sistema de valores en lo que se refería a la fidelidad de su matrimonio o terminar sus relaciones ilícitas y tratar de mejorar su vida en el hogar. Se decidió por esta última pero no fue una elección fácil. Le costaba trabajo creer, que rodeado como se encontraba por la tolerancia sexual, pudiera sentirse más a gusto con su conjunto original de valores” (Flach, 1978, 139-140).

III. Conclusión

En la perspectiva de Freud de la personalidad el sentimiento de culpa es un conflicto, una tensión entre el superyó y el yo, que cumple a la vez con ciertas funciones del superyó.

Según Freud todas estas tensiones así como el actuar del superyó deberían tomarse en cuenta en las bases de cualquier patología psíquica… De esto deriva que el sentimiento de culpa como un conflicto y un efecto del superyó se suponga relevante en la formación o presentación de la melancolía.

Flach habla también de la relevancia de la culpabilidad en la depresión, y señala que en cierta forma la caracteriza, lo cual es importante y supone ciertas consideraciones para su comprensión y tratamiento. Concluyendo en palabras de Flach: “El sentimiento de culpabilidad no siempre coexiste con la depresión, pero si determina con fuerza la cualidad de la misma cuando está presente. Para muchas personas el hacer frente a la depresión significa volverse a poner de nuevo en contacto con sentimientos legítimos de culpabilidad” (Flach, 1978, 142).


*(Trigal con cuervos. 1890. Van Gogh se suicidó de un tiro en el trigal donde pintó su último lienzo.)

IV. Bibliografía

Flach, Frederick. (1978). La fuerza secreta de la depresión. México: Lasser press.
Freud, Sigmund. (2006). El malestar en la cultura. Madrid: Alianza editorial.
Freud, Sigmund. (1925). Neurosis y psicosis. En línea: http://www.elortiba.org/freud5.html
Freud, Sigmund. (1927). El yo y el ello. (Archivo .pdf)