(Linus con su mantita.)
Con la noción de “objeto transicional” se refería Winnicot a aquel objeto tangible “preferido” por un niño pequeño, como puede serlo: una manta, un "chupete”, un osito de felpa, la esquina de una almohada o cualquier otro que no es fácilmente abandonado por el infante y con el que establece una relación oral (el objeto es chupado, mordido, etc.).
Es "transicional" pues se encuentra "en el camino": entre la relación con la madre (percibida por el niño narcisísticamente como parte de sí mismo) y la “verdadera relación” con el mundo externo.
Durante dicha fase, en un primer momento se presentan fenómenos ilusorios. El niño casi “alucina” el seno, y cuando una madre “suficientemente buena” satisface esta ilusión, el niño lo toma como obra de su propia voluntad, como si el pecho hubiese sido “creado” por él (narcicismo). Luego se hace presente el chupeteo del pulgar o de los dedos (autoerotismo). Posteriormente, el niño se “aficiona” por cierto objeto, alentado, en ocasiones, por la madre. Este objeto carga entonces con el simbolismo del cuidado materno, pero es ya distinto de la madre, y es distinto del propio niño.
La relación con él estaría caracterizada por cierto tipo de fenómeno, a saber, una “experiencia intermedia” entre el yo y el no-yo: el objeto pertenece al niño, y es como “parte inseparable de él”, pero a la vez es externo; está entre esas dos zonas, entre lo subjetivo y lo objetivo. El objeto transicional sirve al niño para separarse paulatinamente de la madre.
Se podría decir que, durante este tipo de experiencia, el niño se encuentra "preparándose" para entrar en contacto con el mundo, y para hacer la diferenciación entre el yo y el no-yo. Esta llamada “(zona de) experiencia intermedia” no queda revocada del todo, sino que en ella se dan posteriormente fenómenos como la creación científica, el arte o la religión.
Es bastante claro si se considera que, en la ciencia, el yo no entra en contacto directamente con el mundo, sino que es a través de instrumentos y una metodología cuidadosa como se procura el conocimiento del mismo: al final, la actividad científica es la relación con datos de los instrumentos, mas no con la realidad en sí, aunque se halle representada. En la creación artística, la obra figura como puente entre el sujeto, espectador o creador, y lo que es simbolizado, que se plasma o se vehicula. En la religión, algunos ritos son concebibles como experiencias transicionales. Winnicot inclusive realizó afirmaciones polémicas acerca de la eucaristía descrita como uno de estos fenómenos: sin proponerse tratar especialmente sobre su sacralidad, vio en la transustanciación, de la ostia al cuerpo de Jesús, y en la posterior comunión, la intermediación característica de un objeto a otro.
Bibliografía:
Laplanche, J. y Pontalis, J. (1994). Diccionario de psicoanálisis. España: Paidós.
Roudinesco, E. y Plon, M. (1998). Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.