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Público

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Identidad sexual y roles parentales: la observación del "efecto garnacha"


*Texto titulado "Efecto garnacha". Escrito por el Lic. Enrique Campang Chang, psicólogo clínico. Publicado en agosto de 2006. Curso de Psicología Social de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

Durante casi cuatro décadas he recorrido el país, sus montañas, mercados, ferias, celebraciones religiosas y populares. Me he subido en la rueda de Chicago, jugado a la lotería, he disfrutado los atoles, dulces, pan y rosquillas de Comalapa; y he tomado unas cervezas en las Garnacherías; que antes eran comedores de pepián, pulique, caldo de gallina y revolcado, que reciben la influencia mexicana.

Desde los Convites de San Andrés Itzapa en Enero, a la Semana Santa en la Plaza de la Constitución, Santiago Atitlán en Julio, la feria de Jocotenango en Agosto; el 15 de Septiembre; en la Iglesia de Santo Domingo en el mes de Octubre por la Virgen del Rosario; el primero de Noviembre en los cementerios. el día de Concepción, el 8 de Diciembre; a las celebraciones de la Virgen de Guadalupe; siempre estos comedores y su gente están presentes.

Pero este no es un ensayo sobre tradiciones populares, sino de una interesante dinámica psicológica y social observada en las Garnacherías de Guatemala.

Estos negocios son manejados de forma matriarcal. Una madre dominante, planifica la comida, ordena las compras, el decorado, maneja el dinero. Un esposo o consorte sumiso se encarga de el levantado del negocio, pone las láminas, lámparas, parrillas, mesas y sillas, luego hace la limpieza.

Los nombres son típicos de la madre: "Doña Guichona", "Chepona", "Chusona", "Pepona", que describen popularmente las dimensiones o carácter de la señora. Mientras que el marido es referido como "Don Monchito", "Don Chepito" o "Don Tomasito".

Las hijas y los hijos afeminados o vestidos de mujer, además de atender las mesas, preparan las garnachas, los frascos de encurtidos, chiles jalapeños; asan la carne adobada, longanizas y gallinas. Esto es un patrón familiar que se repite en todas las ferias observadas, y confirmadas independientemente.

Entonces he llamado como "efecto garnacha", a la dinámica familiar que Sigmund Freud llamaría de un Edipo no resuelto; es el de una madre dominante, que opaca al padre frente a su hijo; el hijo asimila la figura heroica de la madre y desea inconscientemente ser como ella. Las hermanas, frecuentemente histéricas, descalifican la figura del hombre. El hijo, para ser aceptado, asume conductas femeninas; y posiblemente, también sus sentimientos.

Las observaciones indican que el papel dominante de la madre es indiscutible. Es la persona de carácter fuerte, inteligente, responsable, hábil para los negocios. Mientras que el rol secundario del hombre, se limita a ser el que fertiliza a la mujer, y de obedecer órdenes. En varios casos, el esposo es marginado del negocio por ser alcohólico; en otras situaciones, las señoras, informaron del abandono por infidelidad, migración, o muerte violenta.

Entonces, ¿qué trato de inferir sobre estas observaciones? Que una de las causas de la identidad afectivo-sexual puede estar determinada por la dinámica familiar de la persona. Unos creen en las causas genéticas, aprendidas o misteriosas sobre que es lo que origina la heterosexualidad, la homosexualidad, el transexualismo, o el afeminamiento del hombre.

La dinámica familiar en la formación de la identidad afectiva, se desarrolla, según mi interpretación, de la siguiente manera:
  1. La madre gesta y cría a sus hijos en los primeros meses de vida.
  2. Los hijos son atendidos psicológicamente por, la Madre, el Padre y la Pareja.
  3. La madre da la personalidad de mujer.
  4. El padre da la personalidad de hombre -o debería-. (Resolviendo cualquier conflicto de celos o agresividad del padre hacia su hijo...) (Edipo resuelto).
  5. La Pareja da sentido a la relación heterosexual entre un hombre y una mujer.
  6. El reconocimiento de los sentimientos hombre, mujer y pareja, desde los padres, determina una identidad afectiva usual al género.
  7. Si el padre no se relaciona, se distancia, abandona o mantiene hostilidad con su hijo varón, el Edipo no se resuelve.
  8. Lo femenino y masculino son figuras convencionales de comportamiento determinadas por la familia y el entorno social y cultural.
  9. Estas dinámicas son por lo general inconscientes, no deliberadas y pueden ser afectadas por la cultura del machismo

En los casos observados, el paso 3 abarca al hijo varón y el 4 no se cumple. Esto es lo que he llamado como una parentalización cruzada, en que la madre, sin quererlo, influye en la personalidad femenina del hijo varón.

El hijo que crece en un ambiente predominantemente femenino, con modelos masculinos débiles, nulos o ausentes; puede asumir las conductas femeninas, en su vestir, hablar y actuar. Pero, si el hijo tiene alguna figura masculina en su entorno (abuelos, tíos, parientes, padrinos o amigos) esta situación puede que no se dé. 

La conclusión que quiere dejar este ensayo es sobre la importancia de la relación parental y de la pareja para configurar la identidad conductual y afectiva de los hijos. Muchos padres machos de las Unidades Reproductivas, no conocen su rol en la familia; se le limita a ser el proveedor, el disciplinador, o simplemente el que engendra a los hijos.

Estas observaciones se limitan a relacionar la dinámica familiar, con las características de personalidad afeminadas. La relación afectiva de heterosexualidad o de homosexualidad es más compleja; y tienen otras variantes, que aún son motivo de controversia.

Parecería que el "efecto garnacha" es una comedia, pero en realidad es un drama, donde las personas sufren la marginación y burla de la sociedad. En todo caso, merecen respeto y comprensión por ser seres humanos.  

La guerra psicológica y el rumor


Ensayo escrito por Enrique Campang Chang, Psicológo Clínico. Noviembre, 2004. Curso de Psicología Social de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

Desde los tiempos del estratega chino Sun Tzu, que escribió en su "Arte de la Guerra", en el año 543 antes de Cristo, que el objetivo de la guerra psicológica es desmoralizar al enemigo, a modo de quitarle el deseo de luchar, y que la guerra militar violenta es el último medio a utilizar, y el menos aconsejable. Por lo tanto, recomienda a los estrategas que se concentren en la manipulación de la voluntad del enemigo por procedimientos no violentos, como el rumor.

El rumor es el arma principal de la guerra psicológica; y que es éticamente cuestionada en cuanto a que se basa en el uso del engaño y la mentira. El rumor no es violento; pero si puede provocar efectos más severos que las armas; puede producir cambios en la mente de una población, sin tener que accionar un fusil, o arriesgar las vidas de sus propios soldados.

El rumor se diseña en base a una combinación de elementos parcialmente verdaderos, con otros falsos. El rumor es atendido porque hay elementos evidentemente ciertos; pero que son deliberadamente mezclados con exageraciones o mentiras. Su objetivo es cambiar conductas colectivas; es de producir caos, agitación, temor o paralización de poblaciones enteras.

Las conductas que produce son a varios niveles; un nivel evidente, inmediato, que es la respuesta de miedo o inmovilización de las personas; pero a la vez busca cambiar el pensamiento y conductas a largo plazo; a provocar dudas en la confianza a sus líderes. En despertar simpatías hacia los invasores, que luego se presentan como liberadores. Que en vez de ser enemigos, se convierten por efecto del rumor, en amigos; para convertirse en "lobos con piel de oveja"

Una información verídica se dispersa por la vía racional; en cambio un rumor se dispersa por la vía emocional; entre poblaciones ansiosas, temerosas, confusas o inseguras. La alteración emocional de una población le permite al enemigo dominarla con mayor facilidad en medio de la obnubilación de sus facultades mentales. El Presidente guatemalteco Lucas García dijo una vez en un momento de crisis: "el que se enoja pierde".

Estos se lanzan en momentos de difícil aclaración; en lugares distantes o aislados; en fechas y horas no hábiles; donde sea imposible obtener aclaraciones. Cuando los medios de comunicación han cerrado sus ediciones; o los responsables ya no están en sus puestos de trabajo.

Los rumores mantienen su efecto, en la medida de que sean difícil la aclaración; a diferencia de una información verídica, esta mantiene su vigencia por tiempo indefinido. Los rumores son de fuente anónima; el generador jamás es identificado; nunca da la cara; o se le atribuye falsamente a una persona o institución de inspira confianza; mientras que las fuentes de las informaciones serias son fácilmente identificables.

Los rumores son utilizados cuando alguien desea alterar las relaciones de confianza hacia sus líderes; cuando se desea cambiar los vínculos de amor y odio entre las partes. En las relaciones de familias, entre novios, amigos, en el trabajo, las empresas o instituciones. El rumor es utilizado como medio, cuando no se tiene la opción del uso de la fuerza. Es meter cizaña o envenenar las relaciones entre personas con fines ocultos.

Según Sun Tzu, "la violencia, si no se usa, mejor, porque daña la tierra, las ciudades y a las personas". Lo mejor es cuando las ciudades abren sus puertas sin el uso de las armas. "Las guerras militares se pueden reducir en su duración y costos de vidas humanas y materiales, si se ha desarrollado una efectiva campaña de guerra de disuasión".

"Un buen general siempre defiende causas nobles y debe estar al servicio de un gobernante justo y sabio".

"Un gobernante que usa indiscriminadamente la fuerza para sembrar destrucción y terror a los pueblos sin agotar las vías políticas y no violentas, no puede ser justo ni noble".

La historia habla de la "Quinta Columna" en relación a la dependencia que tenía un General en su columna de infiltrados, encargados de la agitación y propaganda dentro de las ciudades; cuando disponía únicamente de cuatro columnas visibles y armadas, sitiando al enemigo desde el exterior. Los "Quinta columnistas" son los espías y agitadores disfrazados encargados de dispersar rumores y de sabotear las defensas del enemigo desde el interior.

Los efectos del manejo de los rumores pueden ser devastadores entre las personas y poblaciones. Se castiga a los inocentes y se premia a los villanos. Puede hacer que la gente le retire la confianza a los líderes para seguir a tiranos. Es una arma sucia e inmoral; cuyos riesgos no pueden ignorar las poblaciones nobles. Es por eso recomendable que la población comprenda cómo funciona; y luego inmunizarse; para que no sean víctimas de la guerra psicológica y los rumores. También se debe saber cuando uno esta colaborando en la propagación de rumores falsos; o se está prestando al juego de otros.

Un criminal, un político, un especulador o un invasor, puede lanzar una serie de rumores para alterar las relaciones de confianza y estabilidad social; para que en medio del caos, éste surja como un líder salvador de las víctimas. No es raro que en política se explote y exagere los problemas del terrorismo, la inseguridad, la pobreza o se especule; para que un candidato se eleve como la solución a esos males; y así obtener el voto emocional de una población poco educada e informada; víctima de pánicos creados. La guerra siempre es un mal que se debe evitar en la medida de lo posible. Y es el último recurso para la defensa de las causas nobles. No se puede justificar para la agresión y la imposición de lo innoble o lo inmoral

"Las guerras ocurren entre tontos; tontos contra sabios... pero jamás entre sabios".

Apuntes para un estudio psicoanalítico de las fases psicosexuales


Por Andrés G. Asturias, Psicólogo Clínico

¿Son continuas o discontinuas las fases del desarrollo psicosexual (oral, anal, etc.)? ¿Siguen principios biológicos o psíquicos? ¿Cómo son las transiciones entre fases? ¿Cuál es la etiología de sus bloqueos? Estas preguntas, en apariencia sencillas y suficientemente resueltas, motivan al presente ensayo a esbozar ilaciones y orientaciones generales de la evolución psicosexual.

Agradezco al Dr. Rodolfo Kepfer (in memoriam) y al Lic. Enrique Campang por haberme brindado sus valiosas observaciones y comentarios sobre mis escritos preliminares.

En la primera parte se exponen tres principios del desarrollo psicosexual.

En la segunda parte se describen algunas transiciones y bloqueos entre fases libidinales.

I. Principios del desarrollo psicosexual

Podemos enumerar tres principios o ideas fundamentales sobre el desarrollo psicosexual.

La primera de ellas es que el cuerpo tiene zonas que son predominantemente excitables a lo largo del tiempo, y dichas zonas no se destacan como resultado de la historia individual y la significación para el sujeto, sino por una predestinación corporal dada su importancia para la conservación de la vida.

Chazaud (1976) escribe: “Podemos ver una astucia de la naturaleza en el hecho de que las pulsiones sexuales se afiancen en las funciones de conservación (chupeteo, ingurgitación, excreción, micción, cuidados cutáneos, actividades musculares, visión, etc.) para hacerles desempeñar –a través de las complicaciones psíquicas que arrastran “marginalmente”- el papel de motor de progreso de un ser tan desprovisto de dirección instintiva como es el hombre” (p. 27).  
Nagera (1975) es aún más claro acerca de este principio orgánico: “Ciertas zonas o áreas del cuerpo están realmente predestinadas por su vecindad anatómica a órganos vitales para recibir estímulos. Estas zonas erógenas son la oral, la anal, la uretral, la clitórica y la genital. Estas zonas predestinadas de erotización están asociadas a “grandes necesidades orgánicas”, de manera que la gratificación de los impulsos biológicos vinculados produce el efecto concomitante de estimular la zona erógena” (p. 78).
Un segundo principio es que todos los órganos y funciones del cuerpo poseen capacidad erógena, en mayor o menor medida, capacidad que puede aumentar o disminuir.
A esta conclusión había llegado Freud por sus observaciones en casos de conversión histérica (Nagera, 1975). Sin embargo, en ellos lo corporal era lo que se mantenía al margen, y lo psíquico, la significación histórica para el sujeto, era lo determinante. Es decir, esta capacidad erógena, es obtenida de manera secundaria por el órgano, es efecto y no causa.

Cabe advertir, entonces, la cuestión de hasta qué punto un órgano recibe dicha capacidad por una impronta psíquica o corporal; hasta qué punto es un destino común o parte de la historia del individuo. 
El tercer principio, más psicológico, es la diferenciabilidad de la vida anímica: la psique, en su evolución, va de lo menos diferenciado, a lo más altamente diferenciado y complejo.
El devenir psicosexual también sigue una historia dialéctica que se desenvuelve como una progresiva diferenciación, una serie de integraciones y oposiciones; es un oscilante movimiento entre la separación y la unión: la criatura se desvincula de la madre corporalmente para adquirir poco a poco mayor independencia; las pulsiones pasan de una menor integración (anarquía pulsional), a una mayor integración (genitalidad); las relaciones de objeto, en general, van de la menor diferenciación a la mayor diferenciación y capacidad de síntesis: interior-exterior, niño-madre, madre desintegrada-madre total, cuerpo desintegrado-cuerpo total, …, yo-otro, hasta la experiencia del “nosotros” o de la soledad.  
Este principio ha prevalecido en las distintas corrientes de pensamiento psicoanalítico y en diferentes tiempos. 
Anna Freud trazaba con sus líneas de desarrollo un desenvolvimiento entre el yo y no yo: de la dependencia simbiótica a la independencia adulta, del egoísmo a la participación grupal, del autoerotismo a la interacción con el mundo y los otros en el juego y el trabajo (Grupo de trabajo OPD, 2008).  
De manera similar, aunque más llamado a describir el encadenamiento de los hechos, Winnicott observó el proceso psicogenético, la travesía del niño que se valdría de un objeto transicional para pasar gradualmente de la dependencia en la relación con la madre y su narcicismo primario, hasta su desenvolvimiento en el mundo exterior. 
Lacan, por su parte, introducía con la noción de estadio del espejo la observación del hito de la integración del propio cuerpo, percibido previamente como fragmentado (Laplanche y Pontalis, 1994). 
Vemos pues, que todo el movimiento entre estos polos (yo-no yo) podemos sintetizarlo como una línea que va de la mónada desorganizada a la alteridad compartida. 
Progresar del narcicismo a la alteridad es quizá el patrón existencial de la experiencia humana. Así es, por ejemplo, el itinerario de la maternidad: de una fase de investidura narcisista sobre el propio cuerpo, que es uno solo con el cuerpo del niño en la gestación, se pasa, algo abruptamente, del parto al encuentro con el otro y a una investidura objetal (Castro, Melville y Zachrisson, 2016).
Como corolario de estos principios se extiende la visión hacia un estado ideal finalmente alcanzado del desarrollo psicosexual: será pues, aquel que evolucione sin mayores complicaciones de acuerdo a ese destino común, superando el narcicismo primario y los conflictos que impidan la diferenciación entre yo – no yo. 
Siendo más específicos, según Dewald (1973), la mayor excitación se hallará a nivel de lo genital y de forma plenamente heterosexual, los drives pregenitales tendrán menor importancia, se darán como preparativos del placer final (“juegos previos”) y constituirán la base de sublimaciones. 
¿Por qué lo “normal” es presuntamente lo genital y heterosexual, con algunas variaciones paralelas e irrelevantes? Esta es una pregunta delicada, y no menos difícil, ocasionadora de pronunciados debates. Hay que recalcar que la razón no ha de partir de ningún modo de una moral conservadora, sino que el criterio parece estar en la diferenciabilidad de objeto alcanzada según el tercer principio enunciado anteriormente. El objeto de amor genital alcanza entonces su autonomía, riqueza y totalidad (Laplanche y Pontalis, 1994). No es solo una orientación o una zona lo que resalta, sino una relación de objeto más realista, actualizada, intersubjetiva y total. La heterosexualidad es pues condición necesaria, mas no suficiente, del desarrollo psicosexual normal (ideal). 
Si a este ideal apunta favorablemente la evolución psicosexual, es consecuente preguntar por la etiología de sus bloqueos y el flujo de sus transiciones. 

II. Transiciones y bloqueos del desarrollo psicosexual


A lo largo del desarrollo psicosexual, tanto en las fases propiamente definidas, como en las intermedias se encuentran pulsiones típicas asociadas.

Es así que podemos clasificar las pulsiones del desarrollo psicosexual en dos grupos:

  • Pulsiones organizativas: dirigen el interés de forma más estacionaria, y pautan cierto género de fantasías sexuales y temidas. Entre ellas están obviamente las pulsiones orales, anales, genitales, incluso las relacionadas con la actividad de la mano.
  • Pulsiones no organizativas: dirigen el interés de forma pasajera, no tienen mayor relevancia en las fantasías sexuales, pero son parte importante de fantasías temidas, asociadas con la prohibición, la culpa, la vergüenza y la repugnancia. Entre ellas se encuentran las pulsiones escópica (de ver) y olfativa. 
Todas estas pulsiones se presentan secuencialmente en formas típicas o transiciones, que ocasionalmente se fijan o se desvían en la perversión.

Transiciones

Las transiciones las podemos conceptualizar como fases intermedias, entre organizaciones pulsionales más o menos definidas, es decir como conjuntos de intersección o pseudo-organizaciones en las que fases contiguas se mezclan.

Podemos pensar que hay ciertos “hitos”, hechos o conductas notables en los que se ponen de manifiesto las transiciones entre zonas erógenas. Tomemos como ejemplos la relación con las heces, la visión de una escena primaria y la masturbación.

La relación con las heces se da como paso entre la fase oral y la anal. Se evidencia en el niño un interés oral o curiosidad en torno a sus propias heces, interés que le es negado exteriormente, acarreando la significación de lo malo = heces, la prohibición respecto a las heces. El vencimiento de la repugnancia o el interés en los olores fuertes implícito en algunas parafilias, revela adicionalmente la importancia de la pulsión olfativa en esta transición de lo oral a lo anal.  
La visión de una escena primaria es característica en la etapa fálica. Las relaciones objetales giran en torno a la escena edípica y las ansiedades de castración. La predominancia de la pulsión escópica se evidencia por las tendencias exhibicionistas y voyeuristas, el interés en la alcoba de los padres. 
Luego, en el periodo de latencia (donde hay aparente contención de los drives sexuales), no encontramos, como establece la idea más extendida, una sofocación casi completa de las pulsiones gracias a la represión, la transformación en lo contrario y la sublimación, sino que en dicha etapa las pulsiones y fantasías se organizan generalmente alrededor de la actividad de la mano, la pulsión de prensión y lo afín a ella. El niño experimenta excitación y fantasías relacionadas con la estimulación de la mano al tocar, agarrar, jugar con los dedos, etc. 
La masturbación marca el paso entre lo “latente” (manual) y lo genital. La mano estimula y a la vez es estimulada sobre el aparato sexual. La masturbación como tal no es un hito del desarrollo psicosexual, pues este comportamiento se ha observado a edades más tempranas, incluso en ecografías fetales. Lo que sí constituye un “hito” es que esta sirva de paso entre la organización de las pulsiones alrededor de la actividad de la mano (fase de “latencia”) y la organización genital.

Perversión

La perversión sigue el camino inverso del desarrollo psicosexual o evidencia un estancamiento, una fijación. Como anteriormente se dijo, lo denominado como perverso no está determinado según alguna norma social, sino lo que podríamos denominar una norma de desarrollo, esto es: “la organización progresiva de la persona y de su unificación que se llevan a cabo por la subordinación de los placeres parciales (infantiles) al placer genital plenamente elaborado (tras la aceptación de la castración una vez superado el complejo de Edipo)” (Ey, Bernard y Brisset, 1996), es decir conflictos de diferenciación.


También se puede formular que las perversiones sexuales se dan pues como encogimientos ante el complejo de Edipo (Chazaud, 1976).

  1. El desarrollo sexual va en el sentido de la integración y diferenciación del cuerpo total propio y del otro. La perversión se guía, en cambio, por el parcialismo y el fetichismo. Ocurre como una tendencia simbolista por la necesidad de negar la castración, la diferenciación de los sexos, y con ello la ansiedad sexualmente inhibitoria que esta suscita (Fenichel, 1962).
  2. El desarrollo sexual se guía en el sentido de la diferenciación sexual genital. La perversión se guía por la indiferenciación sexual. Ocurre como una desactualización simbólica. La indiferenciación entre lo masculino y lo femenino. La indiferenciación entre niño y niña (carentes de rasgos sexuales) en la paidofilia. La indiferenciación generacional en el incesto.
  3. El desarrollo sexual se guía en el sentido de la orientación total genital. En la perversión es característica la regresión y fijación a fases pregenitales. Se encuentran bloqueos que hacen referencia a transiciones entre fases o no organizativas. Por ejemplo, en la coprofilia, no se encuentra la reviviscencia de la actividad anal, relacionada con las funciones de retención y expulsión de heces, sino que es la pulsión olfativa (el olor de las heces) la que moviliza el comportamiento sexual. En el froteurismo, por su parte, el sujeto busca la excitación por el roce con una persona como sustituto inadecuado de la mano. 
Los conflictos de diferenciación son los conflictos de yo-otro e integración del cuerpo, masculino-femenino, anarquía-unificación pulsional. En las perversiones estos conflictos parecen una atadura no resuelta. Las perversiones son estados de indiferenciación sexual. 

Referencias


Castro, C., Melville, C. y Zachrisson, L. (2016). Cuerpo, vínculo y amor. Lúdica, (17), 3-10.

Chazaud. J. (1976). Perversiones. Barcelona: Herder.

Dewald, P. (1973). Psicoterapia: Un enfoque dinámico. Barcelona: Toray.

Fenichel, O. (1962). Teoría psicoanalítica de las neurosis. (3ª. ed.). Buenos Aires: Paidós.

Grupo de trabajo OPD. (2008). Diagnóstico psicodinámico operacionalizado. Barcelona: Herder.

Ey, H., Bernard, P. y Brisset, C. (1996). Manual de psiquiatría. Barcelona: Masson.

Laplanche, J. y Pontalis, J. (1994). Diccionario de psicoanálisis. España: Paidós.

Nagera, H. (1975). Desarrollo de la teoría de los instintos en la obra de Freud. Buenos Aires: Paidós.

Audio Hipnosis para dejar de fumar


La sesión de Audio Hipnosis incluye: 
  • Inducción de relajación
  • Sugestiones de aversión al tabaco
  • Sugestiones de motivación para dejar de fumar

Duración del audio: 26 minutos, 35 segundos. 

Lenguaje: Castellano. 

Advertencia: No se escuche antes o mientras se conduce un vehículo o maquinaria. El abandono del tabaco puede requerir atención clínica. Consulte a su médico para conocer otras alternativas de tratamiento. 

Indicaciones: Escuchar el audio de preferencia durante las noches, antes de dormir, o como parte de una siesta. Recordar las sugestiones cuando se presente el deseo de volver a fumar.

Constantes de una pareja funcional según Carl Rogers

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En su libro, "El matrimonio y sus alternativas" (1972), Carl Rogers se pregunta por la diferencia entre una pareja funcional y una disfuncional. 

Una pareja funcional es aquella que permite la satisfacción mutua, pero también el desarrollo personal y la felicidad individual; estas relaciones tienden a permanecer y resisten a las circunstancias adversas. Las parejas disfuncionales, en cambio, llevan a la infelicidad y terminan en separación o divorcio.

¿Cuáles son los factores o elementos que distinguen a una relación funcional de una disfuncional? ¿Qué características tienen las parejas que alcanzan relaciones altamente satisfactorias, que permiten el apoyo, la intimidad emocional y sexual, las experiencias gratificantes? Estas son las 4 constantes de las parejas funcionales que propone tentativamente Carl Rogers.

I. Dedicación o voluntad

Ambos se comprometen mutuamente a trabajar juntos en su relación, porque esta enriquece sus vidas, y no solamente por la carga pesada de una obligación, un contrato matrimonial, los hijos, o la sacralidad del matrimonio. Ambos, podríamos decir, permanecen porque la relación les satisface y la desean genuinamente.

II. Comunicación

Ambos están dispuestos a comunicar sus sentimientos, negativos o positivos, hacia su compañera o compañero, siempre que estos sentimientos sean persistentes. De la misma manera, ambos están dispuestos a comprender empáticamente las comunicaciones del otro, aunque sean acusadoras, incómodas o autorreveladoras.

III. Disolución de roles 

En las parejas duraderas, las expectativas señaladas por la cultura o subcultura parecen tener una importancia secundaria, los roles juegan un papel cada vez menor. Rechazan el molde de la opinión y las normas de terceros, y escogen ellos mismos sus propias opciones, expectativas e ideales.

IV. Convertirse en un yo separado

Cada uno de los miembros se individualiza, se afirma como una personalidad fuerte e independiente. Cada quien se autodescubre y es consciente de su experiencia interna, sus sentimientos profundos. 

Referencias

Rogers, C. (1976). El matrimonio y sus alternativas. Barcelona: Kairós. 

K. Abraham: Sobre la exogamia neurótica

En momentos en que se le prestaba atención al matrimonio entre consanguíneos sólo para considerarlo como un fenómeno de dañinas consecuencias hereditarias, hice referencia en un artículo al hecho de que el matrimonio entre parientes debía ser considerado como un fenómeno de la psicología de las neurosis. Partiendo de las particularidades de la sexualidad en los neuróticos, que nos son conocidas gracias al psicoanálisis, llegué a la idea de que, en muchas de tales personas, la transferencia de libido a personas no consanguíneas fracasa porque ellas se encuentran, incluso después de la pubertad, atrapadas en una atadura narcisista. Para el neurótico, que debe mantenerse alejado tanto del objeto de sus deseos originarios incestuosos como de la mujer no consanguínea, el casamiento con una pariente significa un compromiso.

Ya en el texto mencionado llamé la atención sobre el hecho de que, para poder explicar psicológicamente la tendencia al incesto, había que ponerla en una serie junto a determinados fenómenos. En un extremo de esa serie se encuentra el incesto real; no es tan infrecuente en las familias psicopáticas como suele suponerse. El extremo opuesto es el rechazo total y constante de cualquier relación con el sexo opuesto. 

Junto al primer extremo podría ubicarse psicológicamente la inclinación por aquellos consanguíneos que no pertenecen a los grados de parentesco más cercanos. En una relación muy parecida con el otro extremo de la serie mencionada más arriba, se encuentra un fenómeno que yo llamaría “exogamia neurótica”. Ésta consiste en que el hombre2 siente un invencible pudor en entablar relaciones con una mujer que pertenezca a la misma raza o nacionalidad que él o, más correctamente, que su madre. En consecuencia, aquí se toman especiales medidas para impedir la posibilidad del incesto. El neurótico huye del tipo materno hacia mujeres que en aspecto y esencia se oponen de la manera más fuerte posible a su madre (o hermana). Esta huida es una consecuencia de su excesivo pudor frente al incesto. Quizás un ejemplo pueda iluminar el fenómeno en cuestión. 

Un neurótico perteneciente al tipo rubio, norgermánico, muestra la mayor antipatía frente a ese mismo tipo cuando aparece en mujeres. Nada en la mujer debe traerle el recuerdo de su originario objeto de amor, de su madre. Ni siquiera soporta en las mujeres el dialecto local. Sólo lo atraen las castañas, morochas, pertenecientes a otra raza. En el curso de los años, ha entregado su cariño a diferentes mujeres pero ellas siempre pertenecían a otra raza u otra nacionalidad. Así aparece con claridad la tendencia, resaltada por Freud, a la “construcción en serie”. El paciente se muestra incapaz de dirigir, duradera y exitosamente, su libido a una determinada mujer. La fijación al amor más temprano se demuestra como más poderosa.

Tuve la oportunidad de analizar un gran número de casos parecidos y poco a poco llegué a la opinión de que en esta repulsión frente a las mujeres del propio tipo (o materno) o de la propia raza hay algo que corresponde a una ley. Una interesante observación en el mismo sentido ha publicado Weiss3 hace algún tiempo. En su comunicación se trata de un hombre que es incapaz de casarse con muchachas de su ciudad y provincia natales, o de la región natal de su padre o su madre. De igual manera, siente pudor frente a muchachas que tengan los ojos o los cabellos parecidos a los de su hermana. 

La motivación de este pudor sexual permanece por completo inconsciente para muchos neuróticos, para otros, por lo contrario, completamente consciente. 

Un paciente me explica que él –judío– nunca podría casarse con una judía, porque en cada judía veía a su hermana. De hecho, este paciente se encontraba en una fijación incestuosa, insólitamente fuerte, hacia su madre y su hermana de la cual también daba testimonio su neurosis (temor a la calle). En la pubertad se había llegado a un acercamiento sexual entre los hermanos. 

Un segundo paciente, también de origen judío, realizó, en relación con sus inclinaciones, declaraciones muy parecidas a las precedentes. Se enamoraba repetidamente de muchachas cuyo aspecto era totalmente opuesto al tipo judío, por ejemplo, de una danesa rubia. En un tercer caso, la situación era exactamente igual, sólo que el paciente no tenía en claro el origen de su inclinación y rechazo racial. 

En todos los casos que investigué existía, además de la excesivamente positiva fijación de la libido a los parientes más próximos, un odio pronunciado contra la propia familia. A veces éste se dirige predominantemente a la madre y se explica a partir de una inclinación incestuosa; otras, el odio es para el padre y se deriva sin dificultad de la posición edípica del hijo. 

Tal odio se vuelve para el hijo un motivo eficaz para separarse de los suyos. No intenta anular el lazo con sus parientes sino también con sus compañeros de linaje. Dos fenómenos frecuentes se aclaran por medio de esta perspectiva. 

Me refiero, en primer lugar, a los llamados matrimonios mixtos. En los países cristianos se trata de matrimonios entre cristianos y judíos. Lo que en no pocos casos lleva a la realización de un matrimonio mixto es, a veces, más bien, la huida del incesto; otras, el rechazo hostil de la propia familia. Podría aportar muchas pruebas que confirman este origen.

En segundo lugar, es digno de nuestro interés ese tipo de varones, que en edad temprana, la mayoría de las veces bajo el impulso de independencia de la pubertad, emigran de su patria y en algún lugar, en algún país exótico se involucran con una mujer de otra raza. Dispongo de una colección de instructivas observaciones a este respecto.

Gracias a las recientes investigaciones de Freud no se nos escapan las coincidencias entre la vida psíquica de los neuróticos y de los hombres primitivos. Aquí hay que recordar en primera línea el intenso pudor del neurótico frente al incesto. Este pudor frente al incesto se expresa de la manera más potente en la legislación de aquellos pueblos, cuya preocupación más importante es evitar el incesto. La medida más eficaz y de mayor alcance en este tipo es la institución, existente en muchas tribus, que se designa exogamia. Ésta prohíbe las relaciones sexuales no sólo entre consanguíneos en sentido estricto sino también entre pertenecientes a una misma tribu. 

Hemos visto que no pocos neuróticos, siguiendo un condicionamiento interno, dirigen su inclinación sólo a aquellas personas que pertenecen a otro tronco familiar. El condicionamiento interno tiene en esos individuos el mismo efecto que la presión exterior, jurídica, en los pueblos primitivos. Tenemos derecho, entonces, a denominar, sin temor a equivocarnos, “exogamia” a este fenómeno neurótico que nos ocupa. El fenómeno neurótico y el etnológico, que nosotros referimos con el mismo nombre, coinciden profundamente en cuanto a su origen y su objetivo.