¿Existen las enfermedades mentales?


Siempre que se pregunta si las enfermedades mentales existen, lo que se quiere decir en realidad es si las enfermedades mentales existen como existen las enfermedades orgánicas. La respuesta en ese caso es no: los trastornos como el TOC por ejemplo, no existen como una entidad, como lo es el VIH, que es un virus. Pero ya no debería ser cuestionado que existen realmente alteraciones funcionales de la conducta y la mente, en las que intervienen factores ambientales y sociales, y en las que influyen en mayor medida las elaboraciones del pensamiento y los procesos psicológicos, no necesariamente ligados a alteraciones orgánicas.

Entrevista con Sigmund Freud

Esta entrevista fue concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa de Sigmund Freud en los Alpes suizos. Se creía perdida pero en realidad se encontró que había sido publicada en el volumen de "Psychoanalysis and the Fut", en New York en 1957. Fue traducida del ingles al portugués por Paulo César Souza y al castellano por Miguel Ángel Arce. 


(Padre e hijo. En 1901, Freud, padre bondadoso y muy ocupado, se fue de pesca con Ernst, el menor de sus tres hijos, a los Alpes Bávaros. Andarín incansable, sentía una gran pasión por buscar hongos y flores silvestres, de los cuales sabía mucho. Pero a menudo se perdía en los bosques.) 



S. Freud: Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena humildad. -Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del alma. El escenario de nuestra conversación fue su casa de verano en Semmering, una montaña de los Alpes austriacos. Yo había visto el padre del psicoanálisis por última vez en su modesta casa de la capital austriaca Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar superior tuvo que ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis, lo cual es una constante irritación para él. 


S. Freud: Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar. Aún así prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornándonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la muerte nos parece menos intolerable que los fardos que cargamos. Freud se rehúsa a admitir que el destino le reserva algo especial). 

¿Por qué (dice calmamente) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus arrugas, llega para todos. Yo no me rebelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo bastante para comer. Aprecié muchas cosas -en compañía de mi mujer, mis hijos- el calor del sol. Observé las plantas que crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra ocasión encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo querer? 

George Sylvester Viereck: El señor tiene una fama. Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los hombres miran la vida y a sí mismos con otros ojos, por causa de este señor. Recientemente, en el septuagésimo aniversario, el mundo se unió para homenajearlo, con excepción de su propia universidad. 

S. Freud: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, me sentiría incómodo. No hay razón en aceptarme a mi o a mi obra porque tengo setenta años. Yo no atribuyo importancia insensata a los decimales. La fama llega cuando morimos y, francamente, lo que ven después no me interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi virtud no es la modestia. 

George Sylvester Viereck: ¿No significa nada el hecho de que su nombre va a perdurar? 

S. Freud: Absolutamente nada, es lo mismo que perdure o que nada sea cierto. Estoy más bien preocupado por el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna. (Estábamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía) 

S. Freud: Estoy mucho más interesado en este capullo de lo que me pueda acontecer después de estar muerto. 

George Sylvester Viereck: ¿Entonces, el señor es, al final, un profundo pesimista? 

S. Freud: No, no lo soy. No permito que ninguna reflexión filosófica complique mi fluidez con las cosas simples de la vida. 

George Sylvester Viereck: ¿Usted cree en la persistencia de la personalidad después de la muerte, de la forma que sea?   

S. Freud: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. ¿Por qué debería el hombre constituir una excepción? 

George Sylvester Viereck: ¿Le gustaría retornar en alguna forma, ser rescatado del polvo? ¿Usted no tiene, en otras palabras, deseo de inmortalidad? 

S. Freud: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas detrás de la conducta humana, no tengo el más mínimo deseo de retornar a la vida; moviéndose en un círculo, sería siempre la misma. Más allá de eso, si el eterno retorno de las cosas, para usar la expresión de Nietzsche, nos dotase nuevamente de nuestra carnalidad y lo que involucra, ¿para qué serviría sin memoria? No habría vínculo entre el pasado y el futuro. Por lo que me toca, estoy perfectamente satisfecho en saber que el eterno aborrecimiento de vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una lucha interminable entre el ego y su ambiente. El deseo de prolongar la vida excesivamente me parece absurdo. 

George Sylvester Viereck: Bernard Shaw sustenta que vivimos muy poco. El encuentra que el hombre puede prolongar la vida si así lo desea, llevando su voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. El cree que la humanidad puede recuperar la longevidad de los patriarcas.  

S. Freud: Es posible que la muerte en sí no sea una necesidad biológica. Tal vez morimos porque deseamos morir. Así como el amor o el odio por una persona viven en nuestro pecho al mismo tiempo, así también toda la vida conjuga el deseo de la propia destrucción. Del mismo modo como un pequeño elástico tiende a asumir la forma original, así también toda materia viva, conciente o inconcientemente, busca readquirir la completa, la absoluta inercia de la existencia inorgánica. El impulso de vida o el impulso de muerte habitan lado a lado dentro nuestro. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro: "Más allá del principio del placer" En el comienzo del psicoanálisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia. Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la "fiebre llamada vivir". El deseo puede ser encubierto por disgresiones, no obstante, el objetivo último de la vida es la propia extinción. 

George Sylvester Viereck: Esto es la filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el auto-exterminio. Llevaría lógicamente al suicidio universal imaginado por Eduard Von Hartmann. 

S. Freud: La humanidad no escoge el suicidio porque la ley de su ser desaprueba la vía directa para su fin. La vida tiene que completar su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es fuerte, lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte pero, en el final, ésta resulta más fuerte. Podemos entretenernos con la fantasía de que la muerte nos llega por nuestra propia voluntad. Sería más posible que no pudiéramos vencer a la muerte porque en realidad ella es un aliado dentro de nosotros. En este sentido (añadió Freud con una sonrisa) puede ser justificado decir que toda muerte es un suicidio disfrazado. 

(Estaba haciendo frío en el jardín. Continuamos la conversación en el gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafía clara de Freud). 

George Sylvester Viereck: ¿En qué está trabajando el señor Freud? 

S. Freud: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del psicoanálisis practicado por los legos. Los doctores quieren establecer al análisis ilegal para los no-médicos. La historia, esa vieja plagiadora, se repite después de cada descubrimiento. Los doctores combaten cada nueva verdad en el comienzo. Después procuran monopolizarla. 


George Sylvester Viereck: ¿Usted tuvo mucho apoyo de los legos? 

S. Freud: Algunos de mis mejores discípulos son legos. 

George Sylvester Viereck: ¿El Señor Freud está practicando mucho psicoanálisis? 

S. Freud: Ciertamente. En este momento estoy trabajando en un caso muy difícil, intentando desatar conflictos psíquicos de un interesante paciente nuevo. Mi hija también es psicoanalista como usted puede ver.... (En ese momento apareció Miss Anna Freud, acompañada por su paciente, un muchacho de once años de facciones inconfundiblemente anglosajonas). 

George Sylvester Viereck: ¿Usted ya se analizó a sí mismo? 

S. Freud: Ciertamente. El psicoanalista debe constantemente analizarse a sí mismo. Analizándonos a nosotros mismos, estamos más capacitados para analizar a otros. El psicoanalista es como un chivo expiatorio de los hebreos, los otros descargan sus pecados sobre él. El debe practicar su arte a la perfección para liberarse de los fardos cargados sobre él. 

George Sylvester Viereck: Mi impresión es de que el psicoanálisis despierta en todos los que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. Nada existe en la vida humana que el psicoanálisis no nos pueda hacer comprender. "Tout comprendre c'est tou pardonner". 

S. Freud: Por el contrario (acusó Freud sus facciones asumiendo la severidad de un profeta hebreo), comprender todo no es perdonar todo. El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero también lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado. La tolerancia con el mal no es de manera alguna corolario del conocimiento. (Comprendí súbitamente por qué Freud había litigado con sus seguidores que lo habían abandonado, porque él no perdona disentir del recto camino de la ortodoxia psicoanalítica. Su sentido de lo que es recto es herencia de sus ancestros. Una herencia de la que él se enorgullece como se enorgullece de su raza). 

S. Freud: Mi lengua es el alemán. Mi cultura, mi realización es alemana. Yo me considero un intelectual alemán, hasta que percibí el crecimiento del preconcepto anti-semita en Alemania y en Austria. Desde entonces prefiero considerarme judío. (Quedé algo desconcertado con esta observación. Me parecía que el espíritu de Freud debería vivir en las alturas más allá de cualquier preconcepto de razas, que él debería ser inmune a cualquier rencor personal. En tanto no precisamente a su indignación, a su honesta ira, se volvía más atrayente como ser humano. ¡Aquiles sería intolerable si no fuese por su talón!) 

George Sylvester Viereck: Me pone contento, Herr Profesor, de que también el señor tenga sus complejos, ¡de que también el señor Freud demuestre que es un mortal! 

S. Freud: Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza. 

George Sylvester Viereck: Imagino, observo, ¡cuáles serían mis complejos! 

S. Freud: Un análisis serio dura más o menos un año. Puede durar igualmente dos o tres años. Usted está dedicando muchos años de su vida la "caza de los leones". Usted procuró siempre a las personas destacadas de su generación: Roosevelt, El Emperador, Hindenburgh, Briand, Foch, Joffre, Georg Bernard Shaw.... 

George Sylvester Viereck: Es parte de mi trabajo. 

S. Freud: Pero también es su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted también está procurando al gran hombre para tomar el lugar de su padre. Es parte del complejo del padre. (Negué vehementemente la afirmación de Freud. Mientras tanto, reflexionando sobre eso, me parece que puede haber una verdad, no sospechada por mi, en su sugestión casual. Puede ser lo mismo que el impulso que me llevó a él) 

George Sylvester Viereck: Me gustaría, observé después de un momento, poder quedarme aquí lo bastante para vislumbrar mi corazón a través de sus ojos. ¡Tal vez, como la Medusa, yo muriese de pavor al ver mi propia imagen! Aún cuando no confío en estar muy informado sobre psicoanálisis, frecuentemente anticiparía o intentaría anticipar sus intenciones. 

S. Freud: La inteligencia en un paciente no es un impedimento. Por el contrario, muchas veces facilita el trabajo. 

(En este punto el maestro del psicoanálisis difiere bastante de sus seguidores, que no gustan mucho de la seguridad del paciente que tienen bajo su supervisión) .

George Sylvester Viereck: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal. 

S. Freud: ¿Qué objeción puede haber contra los animales? Yo prefiero la compañía de los animales a la compañía humana. 


George Sylvester Viereck: ¿Por qué? 

S. Freud: Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como el animal es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado. La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más desagradables que las emociones simples y directas de un perro, al mover su cola, o al ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro (añadió Freud pensativamente), nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea esa la razón por la que inconscientemente damos a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor. 

George Sylvester Viereck: Mi cachorro es un doberman Pinscher llamado Ájax. 

S. Freud: (sonriendo) Me contenta saber que no pueda leer. ¡El sería ciertamente, el miembro menos querido de la casa, si pudiese ladrar sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo! 

George Sylvester Viereck: Aún usted, profesor, sueña la existencia compleja por demás. En tanto me parece que el señor sea en parte responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes que usted inventase el psicoanálisis, no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis vuelve a la vida como un rompecabezas complicado. 

S. Freud: De ninguna manera. El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura enrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del laberinto de su propio inconsciente. 

George Sylvester Viereck: Al menos en la superficie, pues la vida humana nunca fue mas compleja. Cada día una nueva idea propuesta por usted o por sus discípulos, vuelven un problema de la conducta humana más intrigante y más contradictorio. 

S. Freud: El psicoanálisis por lo menos, jamás cierra la puerta a una nueva verdad. 

George Sylvester Viereck: Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, se apegan a cada pronunciamiento que sale de su boca. 

S. Freud: La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia. 

George Sylvester Viereck: La estructura científica que usted levanta me parece ser mucho más elaborada. Sus fundamentos -la teoría del "desplazamiento", de la "sexualidad infantil", de los "simbolismos de los sueños", etc- parecen permanentes. 

S. Freud: Yo repito, pues, que estamos apenas en el inicio. Yo apenas soy un iniciador. Conseguí desenterrar monumentos enterrados en los sustratos de la mente. Pero allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes. 

George Sylvester Viereck: ¿Usted siempre pone el énfasis sobre todo en el sexo? 

S. Freud: Respondo con las palabras de su propio poeta, Walt Whitman: "Más todo faltaría si faltase el sexo" (Yet all were lacking, if sex were lacking). Mientras tanto, ya le expliqué que ahora pongo el énfasis casi igual en aquello que está "más allá" del placer -la muerte, la negociación de la vida. Este deseo explica por qué algunos hombres aman al dolor -como un paso para el aniquilamiento! Explica por qué los poetas agradecen a: 

Whatever gods there be, 
That no life lives forever 
And even the weariest river 
Wind somewhere safe to sea. 

("Cualesquiera dioses que existan 
Que la vida ninguna viva para siempre 
Que los muertos jamás se levanten 
Y también el río más cansado 
Desagüe tranquilo en el mar.") 

George Sylvester Viereck: Shaw, como usted, no desea vivir para siempre, pero a diferencia de usted, él considera al sexo carente de interés. 

S. Freud: (Sonriendo) Shaw no comprende al sexo. El no tiene ni la más remota concepción del amor. No hay un verdadero caso amoroso en ninguna de sus piezas. El hace humoradas del amor de Julio César -tal vez la mayor pasión de la historia. Deliberadamente, tal vez maliciosamente, él despoja a Cleopatra de toda grandeza, relegándola a una simple e insignificante muchacha. La razón para la extraña actitud de Shaw frente al amor, por su negación del móvil de todas las cosas humanas, que emanan de sus piezas el clamor universal, a pesar de su enorme alcance intelectual, es inherente a su psicología. En uno de sus prefacios, él mismo enfatiza el rasgo ascético de su temperamento. Yo puedo estar errado en muchas cosas, pero estoy seguro de que no erré al enfatizar la importancia del instinto sexual. Por ser tan fuerte, choca siempre con las convenciones y salvaguardas de la civilización. La humanidad, en una especie de autodefensa procura su propia importancia. Si usted raspa a un ruso, dice el proverbio, aparece el tártaro sobre la piel. Analice cualquier emoción humana, no importa cuán distante esté de la esfera de la sexualidad, y usted encontrará ese impulso primordial al cual la propia vida debe su perpetuidad. 

George Sylvester Viereck: Usted, sin duda, fue bien seguido al transmitir ese punto de vista a los escritores modernos. El psicoanálisis dio nuevas intensidades a la literatura. 

S. Freud: También recibí mucho de la literatura y la filosofía. Nietzche fue uno de los primeros psicoanalistas. Es sorprendente ver hasta qué punto su intuición preanuncia las novedades descubiertas. Ninguno se percató más profundamente de los motivos duales de la conducta humana y de la insistencia del principio del placer en predominar indefinidamente que él. El Zaratustra dice: "El dolor grita: ¡Va! Pero el placer quiere eternidad Pura, profundamente eternidad". El psicoanálisis puede ser menos discutido en Austria y en Alemania que en los Estados Unidos, su influencia en la literatura es inmensa por lo tanto. Thomas Mann y Hugo Von Hofmannsthak mucho nos deben a nosotros. Schnitzler recorre un sendero que es, en gran medida, paralela a mi propio desarrollo. El expresa poéticamente lo que yo intento comunicar científicamente. Pero el Dr. Schnitzle no es ni siquiera un poeta, es también un científico. 

George Sylvester Viereck: Usted no sólo es un científico, también es un poeta. La literatura americana está impregnada de psicoanálisis. Hupert Hughes, Harvrey O'Higgins y otros, son sus intérpretes. Es casi imposible abrir una nueva novela sin encontrar alguna referencia al psicoanálisis. Entre los dramaturgos Eugene O'Neill y Sydney Howard tienen una gran deuda con usted. "The Silver Cord" por ejemplo, es simplemente una dramatización del complejo de Edipo. 

S. Freud: Yo sé y entiendo el cumplido que hay en esa afirmación. Pero, tengo cierta desconfianza de mi popularidad en los Estados Unidos. El interés americano por el psicoanálisis no se profundiza. La popularización lo lleva a la aceptación sin que se lo estudie seriamente. Las personas apenas repiten las frases que aprenden en el teatro o en las revistas. Creen comprender algo del psicoanálisis porque juegan con su argot. Yo prefiero la ocupación intensa con el psicoanálisis, tal como ocurre en los centros europeos, aunque Estados Unidos fue el primer país en reconocerme oficialmente. La Clark University me concedió un diploma honorario cuando yo siempre fui ignorado en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos hace pocas contribuciones originales al psicoanálisis. Los americanos son jugadores inteligentes, raramente pensadores creativos. Los médicos en los Estados Unidos, y ocasionalmente también en Europa, tratan de monopolizar para sí al psicoanálisis. Pero sería un peligro para el psicoanálisis dejarlo exclusivamente en manos de los médicos, pues una formación estrictamente médica es con frecuencia, un impedimento para el psicoanálisis. Es siempre un impedimento cuando ciertas concepciones científicas tradicionales están arraigadas en el cerebro. 


-¡Freud tiene que decir la verdad a cualquier precio! El no puede obligarse a sí mismo a agradar a Estados Unidos donde están la mayoría de sus seguidores. A pesar de su rudeza, Freud es la urbanidad en persona. El oye pacientemente cada intervención, procurando nunca intimidar al entrevistador. Raro es el visitante que se aleja de su presencia sin un presente, alguna señal de hospitalidad! 

Había oscurecido. Era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad que una vez cobijara el esplendor imperial de los Habsburgos. Acompañado de su esposa y de su hija, Freud desciende los escalones que lo alejan de su refugio en la montaña a la calle para verme partir. El me pareció cansado y triste al darme el adiós. 

"No me haga parecer un pesimista -dice Freud después de un apretón de manos-. Yo no tengo desprecio por el mundo. Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de ganar audiencia y aplauso. ¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores! No soy infelíz, al menos no más infelíz que otros". 

El silbato de mi tren sonó en la noche. El automóvil me conducía rápidamente para la estación. Apenas logro ver ligeramente curvado y la cabeza grisácea de Sigmund Freud que desaparecen en la distancia... 

(George Sylvester Viereck, periodista del "Journal of Psichology". Año 1926. Entrevista publicada en Nueva York en 1957.)

Películas sobre psicopatología

Ciertamente el cine le debe mucho a los neuróticos, a los psicóticos (aunque en más raros casos) y a la psicopatología en general. Sin embargo, son sólo algunas películas las que hacen de las vicisitudes de la mente los nudos principales de sus historias. He aquí algunas de ellas, películas por demás recomendables para los psicólogos y psicólogos en formación, para entretenerse y vivir a través del cine e, incluso, para ejercicio en el criterio de su saber.  
Awakenings (1990). Protagonizada por Robin Williams y Robert De Niro. Un investigador descubre el sentido de las conductas en pacientes de encefalitis, y a partir de ello ensaya un medicamento que promete ser milagroso. 


Black Swan (2010). Protagonizada por Natalie Portman. Una bailarina profesional lucha por el rol principal en una presentación de ballet, lo cual le lleva a transformarse por completo. 


Don Juan DeMarco (1994). Con la actuación de Johny Depp. Un hombre aparentemente psicótico es conducido y comprendido por un psicoterapeuta habilidoso que no le teme a su locura. 


Equus (1977). Película inglesa no tan conocida. Trata sobre la indagación psicológica que debería llevar a comprender los motivos de un crimen aparentemente irracional. Una trama que puede resultar muy interesante desde el punto de vista psicoanalítico... 


Freud, pasión secreta (1962). No podía faltar. Una historia convincente y bien narrada de algunos momentos que revolucionaron la psicología: los casos y pensamientos que dieron inicio al psicoanálisis de Freud.  


Heavenly Creatures (1994). Basada en una historia real. Dos jovencitas en una extraña serie de sucesos fantásticos. 


Psycho (1960). El nombre lo dice todo, o casi todo. Película famosa en la historia del cine, y escalofriante psicológicamente. 


Repulsion (1965). Dirigida por Polanski. Verla es dejarse llevar al mundo íntimo de una joven terriblemente y cada vez más profundamente afectada por su aversión al sexo. 


Sybil (1976). Famoso filme sobre un complejo caso de "personalidad múltiple".


The Madness of King George (1994). Típicas manifestaciones psicóticas afloran en el rey de Inglaterra. Pero su caso no es tan sencillo, y menos aun en un tiempo en el que la locura era de lo más incomprendido. 


The Manchurian Candidate (1962). Película sobre un extraño experimento psicológico que enreda a toda una nación. Con Frank Sinatra en el reparto. 


The Snake Pit (1948). Frankl la menciona en una de sus obras. Ejemplifica como caer finalmente en la locura a veces puede ser el camino para salir de ella. 


Venus in furs (1995). De lo que más se conoce es del sadismo, pero del masoquismo casi nada. Esta película es la adaptación de la obra del literato-clínico Sacher-Masoch: "La Venus de las pieles".


Zelig (1983). Woody Allen hincándole el diente a la psicología de la neurosis. Una caracterización estupenda sobre un personaje múltiple, un camaleón humano. 

"La palabra está escondida"


La palabra está escondida
debajo de los párpados:
¿cómo puedo
decirle que salga?
Cuando estoy distraído,
la veo en el fondo del corazón.
Si la llamo, se burla de mi:
huye cubriéndose el rostro.

Rabindranath Tagore, Sfulingo.

Breve descripción de la teoría de la personalidad de Carl Rogers


La personalidad comienza a configurarse a partir de la tendencia del organismo a la organización, a la experiencia y al crecimiento. Dicha tendencia es experimentada como impulsos y necesidades propias. A medida que se ejerce un control sobre dichos impulsos y necesidades se crea una sensación de ser un sí mismo, de tener control sobre el organismo propio, y de orientarlo hacia la satisfacción. Ese sí mismo se comienza a disociar del organismo en la infancia, cuando el niño necesita, además de sus necesidades orgánicas, de la aprobación, la consideración positiva de las personas significativas para él, para así formarse una autoestima, lo cual logra introyectando los valores de esas personas. Pero al introyectarse esos valores se da una incongruencia con las tendencias del organismo a la satisfacción de necesidades; el concepto de sí mismo se comporta y organiza la experiencia de acuerdo a ambas tendencias, la necesidad de consideración positiva y de satisfacción de necesidades, pero también de acuerdo a la percepción de sí mismo.

Gondra, J. (1981). La psicoterapia de Carl Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Apuntes sobre la teoría y conceptos fenomenológicos de Carl Rogers



  • La teoría de Carl Rogers es una teoría del cambio en la personalidad. Intenta explicar el desarrollo experimentado en la clínica. 
  • Carl Rogers propuso el concepto del sí mismo como factor primordial en la determinación de la conducta. Lo concibió como imagen fenoménica de uno mismo y lo dotó de una capacidad de reorganizarse. 
  • Es el concepto de sí mismo es una noción puramente fenomenológica. No es un agente interno como el ego freudiano. Es el concepto de sí mismo. Es el conjunto de percepciones o imágenes relativas a nosotros mismos. 
  • La estructura del sí mismo es una configuración organizada de las percepciones del sí mismo que son admisibles a la conciencia, tales como las propias características y capacidades, las metas e ideales, los conceptos de uno mismo en relación con los demás, las experiencias, los valores asociados a esas experiencias. 
  • Las características principales del self o sí mismo son: 
    • Es consciente: solo incluye las experiencias, percepciones conscientes, es decir simbolizadas en la conciencia. 
    • Es una gestalt o configuración organizada: es de carácter fluctuante 
    • Contiene principalmente percepciones de uno mismo así como también valores e ideales. 
  • Si el campo perceptual es el que determina la conducta, entonces el objeto de estudio primario para el psicólogo sería la persona y su mundo tal como son vistos por dicha persona.
  • Las personas no actúan únicamente a causa de las fuerzas externas a las cuales se hallan expuestas. Su conducta es consecuencia de su modo de ver las cosas. Nos alejamos de un peligro cuando creemos en su presencia, y lo ignoramos cuando desconocemos ésta. En este marco de referencia, la conducta es considerada como un problema de percepción humano. 
  • Para Rogers el inconsciente es lo que queda fuera del campo de percepción, no es algo del pasado sino es algo presente en calidad de "fondo perceptual". Las reorganizaciones del campo perceptual dependen del “nivel energético” de la “amplitud de la atención” y el “nivel de conciencia”. La atención es dirigida gracias a las emociones. Por ejemplo, en condiciones de intensa emoción, la visión se estrecha como si la persona estuviera mirando por un tubo. En tal caso, lo que sucede en la periferia no es percibido hasta que se restaure la “visión normal”.

Referencia bibliográfica:

Gondra, J. (1981). La psicoterapia de Carl Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Apuntes sobre la psicoterapia de Carl Rogers

  • La relación terapéutica es una relación personal, de persona a persona. Esto implica autenticidad en lo que respecta al terapeuta. 
  • El terapeuta es un compañero del cliente, una persona profundamente comprometida en una relación personal, despojada de casi todos sus atributos técnicos y científicos. 
  • Es un ser abierto al diálogo; su cualidad más importante es la autenticidad y transparencia de su persona. 
  • A diferencia de las demás relaciones, es terapéutica, y tiene un objetivo bien claro: promover el crecimiento del cliente. 
  • Para ello es preciso que el terapeuta realice ciertas acciones. Sin embargo, las acciones del terapeuta fueron consideradas como algo cada vez más secundario y relativo. 
  • Carl Rogers formuló una hipótesis sobre una relación terapéutica fundada enteramente en las cualidades personales del terapeuta. Estas se reducen a tres: 
    • 1. La congruencia: 
      • Para Rogers esta era la más crucial de las cualidades. Sinceridad, transparencia o autenticidad personal. Para ello son necesarios dos elementos: 1) La accesibilidad a la conciencia de todos los sentimientos del terapeuta. 2) La disposición a comunicar todos estos sentimientos con vistas a que la relación terapéutica sea auténtica y real. 
      • El interés del terapeuta es genuino. Salir al encuentro del cliente, es decir a entablar una relación “estrictamente personal”. 
      • Se pueden comunicar los propios sentimientos o experiencias en la relación, aun si son negativos. Pero no cualquier sentimiento sino que es preciso que sea persistente, cuando menoscaban la consideración positiva incondicional, o la comprensión empática. 
    • 2. La consideración positiva incondicional del cliente:
      • Significa que no se dan condiciones de aceptación ni sentimientos de “te quiero únicamente si eres de este o de aquel modo”. 
      • No evaluar. Poner dentro del cliente el centro o lugar de evaluación y de responsabilidad. 
      • Se compone en parte de tolerancia y de un cálido interés personal por el individuo, y en parte también de una ausencia de todo deseo de modelar o reformar al individuo. 
      • Respeto al cliente, a las actitudes que ahora tiene, y de la evolución de las mismas. Respeto al derecho del individuo a la autodirección y autodeterminación. 
      • La consideración positiva incondicional, cuando es comunicada, sirve para ofrecer un contexto libre de amenazas, en el cual el cliente puede explorar y experienciar los elementos más profundamente ocultos de sus í mismo más recóndito. 
    • 3. La comprensión empática del mismo:
      • Exige al terapeuta dos cosas: comprender al cliente y comunicarle tal comprensión. 
      • La comprensión empática es la disposición y capacidad de percibir el marco interno de referencia del cliente, tal como éste lo percibe. “Un sentir los componentes cognitivos, perceptuales y afectivos del campo experiencial del cliente, tal como existen en él”. 
      • Sin embargo, no es una plena identificación. Es un vivenciar los sentimientos del otro como si fueran propios. Pero sin dejarse llevar por ellos. 
      • No sólo ha de captar aquello obvio sino también aquellas experiencias sentidas únicamente de modo confuso y vago.

Referencia bibliográfica:

Gondra, J. (1981). La psicoterapia de Carl Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Relaciones objetales en personas tatuadas


El presente estudio consistió en describir las relaciones objetales en personas tatuadas, 3 hombres y 3 mujeres, residentes en Antigua Guatemala. Para dicho objetivo se utilizó como instrumento el Test de Relaciones Objetales de Phillipson, empleado para suscitar historias de parte de los sujetos y de esa manera conocer muestras proyectivas de sus actitudes hacia las relaciones de objeto. 


La investigación fue de tipo cualitativo; se realizó un análisis proyectivo en base a las categorías del marco referencial de Phillipson (2011) en el modelo de Bernstein, en el cual se consideran aspectos de: contenido humano, contenido de realidad, contexto de realidad, relaciones objetales deseadas, relaciones objetales temidas y relaciones objetales defensivas. 


Los sujetos estudiados mostraron generalmente una elevada capacidad yoica para utilizar la realidad y probar expectativas. También evidenciaron diversos esquemas internos de relaciones objetales: situaciones sociales percibidas con relaciones principalmente paterno-filiales y roles parentales, relaciones conyugales o de pareja, relaciones indeterminadas, relaciones de amistad, laborales, familiares o situaciones sociales sin relación entre personajes; percepciones de personas como contemplativas y expectantes, desarrollando distintas actividades, especialmente de comunicación verbal, meditación y entretenimiento. Dieron muestras de diversas necesidades y ansiedades flotantes, y, en menor medida, ansiedades y necesidades más específicas en relación a objetos. Presentaron, principalmente, deseos de entretenimiento, de relaciones eróticas, orales, de apoyo, deseos ausentes, de autoridad, de interactuar, de contemplación y de retraerse; mostraron temores indiferenciados, y posiblemente ausentes, temores a la pérdida de estima, la pérdida de objeto y al abandono, y permitieron esclarecer la aplicación de mecanismos de defensa de alto nivel adaptativo y defensas pertenecientes al nivel de inhibición mental o al nivel de acción. 

Se recomendó investigar y describir las relaciones objetales de visualización en personas tatuadas, es decir, las fantasías respecto al hecho de contemplar o el ser contemplado, en general y específicamente vinculadas al uso del tatuaje.

Relaciones objetales en personas tatuadas

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Elementos simbolizados por los tatuajes


En la presente investigación se tuvo por objetivo conocer qué simbolizan los tatuajes de mujeres tatuadas, estudiantes de psicología clínica de la Universidad Rafael Landívar. Para llevar a cabo el estudio se trabajó con los casos de seis universitarias cuyas edades se encontraban entre los 21 y los 24 años. Los tatuajes de las participantes fueron realizados entre 6 meses y 5 años antes de la fecha de la entrevista.

Para recabar la información, se elaboró una entrevista semi-estructurada para las participantes. Luego, se llevaron a cabo las entrevistas con cada una de las participantes de forma individual. Las respuestas brindadas se registraron en audio para lograr abarcarlas de manera completa.

En base al análisis de los resultados, se concluyó que los tatuajes de las participantes representan diversos significados. En general las estudiantes universitarias coincidieron en que los elementos simbolizados eran de importancia para sí mismas, o habían sido determinantes en sus vidas. Entre los elementos simbolizados se conocieron aspectos personales, características de las personas tatuadas, personas importantes en sus vidas, acontecimientos que las marcaron o situaciones y vivencias memorables, que deseaban recordar. 

Elementos simbolizados por los tatuajes

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Eficacia del video “El circo de la mariposa” en el aumento del grado de características resilientes


En la presente investigación el objetivo general fue verificar el aumento de características resilientes en un grupo de estudiantes del campus central de la Universidad Rafael Landívar de tercer año de la carrera de Psicología Clínica, Jornada Vespertina, luego de exponerlos al video “El Circo de la Mariposa”. La muestra con la que se trabajó estuvo compuesta por 16 mujeres, todas estudiantes, y 1 catedrática, todas ellas del Campus Central de la Universidad Rafael Landívar. Las 16 participantes que conformaron el grupo de estudio eran mayores de 20 años. El instrumento que se utilizó para la presente investigación fue la versión argentina de la Escala de Resiliencia (ER) de Wagnild & Young (1993), la cual fue diseñada para determinar el grado de factores de resiliencia. La prueba se aplicó de manera colectiva, según un diseño pre-test y post-test de la investigación: la primera aplicación se hizo previo a la exposición del video “El Circo de la Mariposa”, mientras que la segunda fue justo después de la intervención con este video. En base a los resultados se concluyó que la exposición del video “El Circo de la Mariposa” aumentó el grado de características resilientes de las estudiantes evaluadas. Se recomendó finalmente su uso y mayor investigación. 


Eficacia del video “El circo de la mariposa” en el aumento del grado de características resilientes en muje...

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Actitudes del acompañante psico-histórico-espiritual



"Quien acompaña desde lo psico-histórico-espiritual es una persona con un excedente de humanidad -que supera la norma, que va más allá de lo razonable, de lo comúnmente esperado... - que se muestra en una actitud hacia los demás que se acerca a la incondicionalidad para acoger a la otra persona en toda su realidad, con un más de ternura, de misericordia, de aceptación, de bondad, de empatía..."

(…)

“Aunque con temor y temblor, quien acompaña tiene que ser consciente de que, en muchas ocasiones, la figura de quien acompaña hace cercano -¡o lejano!- el rostro de Dios para quien está siendo acompañado(a), porque a veces, es esta relación, lo más próximo que la persona ha vivido como degustación de lo que puede ser la misericordia y la incondicionalidad de la acogida.

El(a) compañero(a) psico-histórico espiritual, tiene que ir haciendo suyas, por tanto, las características del Dios de Jesús, por medio del encuentro constante y cercano con Él. La alegre misericordia, el amor incondicional, la gratuidad, el compromiso solidario, la libertad y la confianza, la apertura al Misterio, la dinámica pascual muerte/vida, la encarnación en los más pobres, en los más débiles, y la esperanza, son características del Padre reveladas por Jesús. Estas, de alguna manera, tienen que ser parte de quien acompaña. Quien acompaña tiene como oficio exagerar a Dios en lo que Dios es de pasión –amor, preocupación y sufrimiento- por las personas pecadoras y pobres de este mundo.

Por eso, la persona que acomaña está constantemente invitada a hacer un esfuerzo por vivir con coherencia la vida, sus propias opciones, y a saber ser instrumento en manos de Dios, porque está convencida de que es Él quien hace, quien trabaja… Esta triple actitud va gestando, en quien acompaña, un modo ordinario de ser que le dispone a vivir con conciencia, el que puede ser reflejo del rostro cercano de Dios para los demás.

Todo esto lleva también al(a) acompañante psico-histórico-espiritual a vivir con conciencia que está frente al rostro de Cristo –muchas veces sufriente-. Es decir, quien acompaña desde lo psico-histórico-espiritual, no sólo es consciente de que puede ser el rostro de dios para quien acompaña sino que descubre –como gracia- el rostro de Jesús en la persona que está acompañando. Esto significa que no solo sabe – por gracia- que en el(a) otro(a) está Dios, sino que lo siente, sobre todo allí donde está padeciendo más. Quien acompaña, por otra parte, desde su propia vida y la vida resucitada que le comunica Dios, es capaz de detectar los signos de resurrección en las personas, en los acontecimientos, en el mundo.

Esta conciencia exige también que quien acompaña sea una persona para la cual el discernimiento es una actitud vital, y un ejercicio diario."

(…)

“Quien acompaña es alguien que tiene sentido de la historia; alguien que capta la historia y las circunstancias como estructura y no como un simple saber datos; y entonces enmarca en este horizonte su quehacer. Su compromiso tiene como horizonte lógico la historia. Por tanto, como se sabe responsable frente a ésta, no olvida la óptica de los necesitados. Ahora bien, no habrá estructura nuevas sin personas nuevas. De ahí que se siente impelido a comprometerse a fondo para generar la Humanidad Nueva que asegura que algún día acaezcan estructuras nuevas.

Conoce que la historia se mueve en dinamismos diversos, complejos: en unos momentos el factor decisivo es la confrontación salario-trabajo, en otros el factor religioso, en otros lo étnico…, esto hace que tenga conciencia de que la historia se estructura. En definitiva, es alguien que sabe de la historia, y sabe concretar procesos para que se cambien estructuras que sirven de columna vertebral a la historia.

Por eso, hace las cosas de manera diferente: desde la perspectiva de las personas necesitadas, buscando por lo tanto, todo lo que hace diferencia, sin olvidar para esto la importancia de emplear la excelencia de los medios (…) se usan los medios que tocan los puntos neurálgicos.”

(...)

“Quien acompaña desde lo psico-histórico-espiritual, desempeña su tarea desde la gratuidad más que desde el negocio o interés, aunque sea éste su medio de subsistencia, apostando en primera instancia por los que siempre pierden. Esto lo(a) abre a la disponibilidad y generosidad de su tiempo y su trabajo, a ser diferencial en los costos de su servicio, a tener preferencia para servir en situaciones límites de pocos recursos. Es decir, hace lo que hace, porque se percata de que su trabajo de acompañar, hace historia preparando Humanidad Nueva.“

Referencia:

Cabarrús, C. (2002). Cuaderno de bitácora para acompañar caminantes. Guía psico-histórico-espiritual. Bilbao: Desclee de Brouwer. (De las páginas 61-72)

Cómo ser un mejor lector de mentes

Por PT staff, publicado en septiembre de 2007



Conozca a la otra persona. "Nuestra precisión empática mejora según lo bien que conocemos a nuestro interlocutor", dice William Ickes. "Si usted interactúa con alguien durante el curso de por lo menos un mes, usted será mucho más capaz de leer sus pensamientos y sentimientos". Este "efecto convivencia" se da en dos vías: Primero, después de observar a nuestros acompañantes a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones, nos volvemos más hábiles para interpretar sus palabras y acciones; y segundo, conocemos más sobre lo que ocurre en sus vidas y podemos utilizar ese conocimiento para entender las señales que nos dan en un contexto más amplio.   

Pida retrolimentación. Estudios demuestran que podemos mejorar nuestra precisión empática indagando si nuestras conjeturas dan en el blanco. "Usted puede solicitar retroalimentación de las personas diciendo cosas como, 'Eso suena como que lo que estoy escuchando es que usted está enojado, ¿es eso correcto?'", sugiere Sarah Hodges. 

Preste atención a la parte superior de la cara. Las "emociones sociales" falsas tienden a expresarse en la parte inferior de la cara, mientras que las "emociones primarias" se escapan por la parte superior de la cara, más que todo alrededor de los ojos, según Calin Prodan, un profesor de neurología de la Universidad del Centro de Ciencias de la Salud de Oklahoma.

Sea expresivo. La expresividad emocional es reciproca; respondemos a las autorevelaciones de los demás con efusividad de nosotros mismos. "Pienso en eso como en un "sonar emocional -todos andamos por ahí resonando en otras personas, y obteniendo información de regreso", dice Ross Buck. "Si usted envía sonidos más fuertes o más frecuentes, obtendrá más de regreso". 

Relájese. Los interlocutores se sintonizan en la postura y en la respiración del otro, dice Lavinia Plonka, autora de Walking Your Talk. Si usted está tenso, su amigo podría reflejarlo inconscientemente cruzando tensamente los brazos y volviéndose más inhibido -y así más difícil de leer. Tome un respiro profundo, sonría y trate de proyectar apertura y receptividad con quien sea que usted esté. 

¿Están "locos" los psicólogos?


("En realidad me hice psiquiatra porque las voces me dijeron que lo hiciera.")

Frecuentemente se plantea, a veces en tono de broma, a veces de forma agraviante, que los psicólogos están "locos", que estudiaron psicología como una forma "inconsciente" de "resolver sus propios problemas"; con "sus propios problemas" entiendo que se quiere decir sus propias locuras, trastornos o conflictos psíquicos. Eso es un tanto cierto, pero no es propio de los psicólogos. Según algunas investigaciones, los psicólogos no son más propensos a padecer trastornos mentales en comparación con el resto de la población. Pero, en cuanto a los supuestos "conflictos" que padecen y buscan solucionar, caben dos interrogantes:
  • ¿Qué acto humano no está cargado, influido en menor o mayor medida por lo inconsciente?
  • ¿Qué acto humano, realizado dentro de un rango de cordura más o menos "normal", no involucra la consecución de un deseo entre conflictos y posibilidades, es decir la resolución de un problema, la disminución de tensiones o conciliación de tendencias opuestas?
Todo lo que el ser humano realiza, sea comer, vestirse, estudiar esto o aquello, elegir a esta o a aquella persona como pareja, todo lo que realizamos tiene el peso del inconsciente; entraña algo de automático, instintivo  o conlleva motivaciones más o menos ocultas. Asimismo, toda conducta se realiza, en la medida de lo posible (tanto como lo permite el predominio de lo inconsciente), como opción entre oposiciones, entre conflictos o exigencias irregulares. Y si en eso consiste la "locura", ¿quién no está "loco"? ¿quién no vive algo de conflictivo o "trastornado"?

Así, pues, la pregunta deja de ser si los psicólogos están "locos", y pasa a ser ¿cuál es la "locura" propia de los psicólogos? O bien, ¿qué conflictos se "resuelven" mediante la consecución más o menos inconsciente de estudiar psicología y ejercerla? ¿Qué motivaciones para estudiar psicología se relacionan con conflictos personales, conscientes o inconscientes del sujeto? Esta es una pregunta sólo replanteada. No es posible contestarla definitivamente: en cada caso habría una respuesta singular. ¿Qué piensa el lector? ¿Es psicólogo o estudia psicología? ¿Cuáles fueron sus motivaciones?


--->Ver también: El análisis del analista