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Matrimonio: Crisis, adaptación y fidelidad


"El amor verdadero nace poco a poco, crece pausadamente y a golpes de crisis a lo largo del camino recorrido a la par. El matrimonio no es un certificado de amor, sino el compromiso de amarse, el intento perennemente renovado de un ser imperfecto, débil y limitado por adaptarse a otro al que también descubre imperfecto, débil y limitado. Las bodas no son el puerto de atraque del amor, sino el de partida, el ingreso en la "escuela del amor"(...). 

El amor nace y se nutre en el paso monótono y grisáceo de los días, de las desilusiones más que de las ilusiones, de la caída de los mitos que el enamoramiento había erigido, de la demolición dolorosa y prolongada de los egoísmos personales, de las tentaciones vencidas, de los perdones recíprocos, del ritmo y declive de la sexualidad, de las ansias, gozos y dolores de dos existencias que tratan de fundirse sin confundirse, ni anularse. Dos vidas, dos personalidades en continuo movimiento, en constante variación en virtud del avance de la edad, de las experiencias acumuladas, de los avatares laborales, de las enfermedades, de las nuevas relaciones de paternidad y maternidad. (...)

Amar es por tanto, adaptarse: la adaptación incesante de dos seres. El matrimonio consiste en un viaje conjunto, en el que cada etapa es diferente a la anterior, de tal forma que la unión ha de renovarse, renacer a cada instante. No, no se ama de una vez y para siempre: se comienza a amar cada día. El nacimiento de los hijos, por ejemplo, crea una situación nueva, transforma el núcleo del amor agregándole las relaciones de maternidad y paternidad. El amor de los novios no es igual que el de los recién casados, y este debe dar paso poco a poco a otro género de amor, más maduro y sólido. En definitiva, la fidelidad no es rigidez, ni la continua remisión a un estado inicial de enamoramiento entusiasta, y fuertemente emotivo, más o menos realista o imaginario. No, la fidelidad consiste en esa renovación incesante, en esa adecuación incansable, enjundia de una vida en común. Por este motivo los esposos tipo "eternos novios" resultan ridículos, auténticos enanos o subdesarrollados en el amor. O el amor se inventa cada día, o se incinera en ritos sin ningún significado" (Torelló, 2008, pp. 211-212).

Bibliografía

Torelló, J. (2008). Psicología y vida espiritual. Madrid: Rialp. 

Diferentes tipos de matrimonio infeliz


"La obra de Fritz Künkel es ejemplar. Habla de diferentes formas de matrimonio infeliz: 
  • La de las "comunidades aparentes" donde la felicidad de una y otra parte se hacen consistir en la confirmación del propio egotismo que un cónyuge recibe del otro. 
  • La del "matrimonio tiránico" donde uno de los cónyuges es activo y el otro un pasivo que se satisfacen recíprocamente. 
  • La de los "artistas" cuyo tratado de amor se resume en la frase "yo te amo porque crees en mí, porque necesito que alguien me demuestre incesantemente con su fe cuánto valgo".
  • Aquella en que la infelicidad siempre se considera culpa del otro, o bien del "destino" o de las circunstancias, por lo que nada puede hacerse para resolver la tensión permanentemente, lo cual impele una y otra vez a la decisión de separarse; sin embargo, cuando el vínculo está a punto de romperse se reconcilian para comenzar de nuevo a atormentarse, como si estuvieran atados a una cinta de goma... 
Pues bien, Künkel demuestra que todas estas formas de parejas infelices se deben al egocentrismo de los cónyuges, los cuales entreviendo que la solución está en el propio entregamiento, no se deciden. Lo que toda persona querría esquivar -concluye Künkel- es el proceso de liquidación que exige el matrimonio, porque intuye la alternativa que presagia tal liquidación: o renunciar al propio yo, o sufrir y más sufrir" (Torelló, 2008, p. 220).

Bibliografía

Torelló, J. (2008). Psicología y vida espiritual. Madrid: Rialp.