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Arte esquizofrénico

Dibujos de Louis Wain. Cuando se encontraba mentalmente sano se dedicaba a ilustrar historias infantiles sobre gatos. A medida que su esquizofrenia avanzaba los adornos repetitivos se hacían más enfáticos. 

Hans Prinzhorn, psiquiatra e historiador del arte alemán, llevó a cabo una descripción detallada de la actividad plástica de esquizofrénicos y documento algunas de las más importantes manifestaciones objetivas.


Hanz Prinzhorn (1886-1933).

Las manifestaciones objetivas o hechos objetivos significativos, los define Karl Jaspers como: fenómenos comprendidos en el mundo sensible como manifestación del alma. Los dibujos, la fisiognomía, el lenguaje, los productos literarios, artísticos, el movimiento mímico y las acciones con finalidad consciente.

Signos característicos del arte esquizofrénico son las repeticiones: rasgos del mismo tipo, del mismo objeto, desde el garabateo aparentemente absurdo al casi ordenado; “verbigeración dibujada”, diría Prizhorn (verbigeración = repetición desordenada de frases o palabras). Podemos comparar esos dibujos más bien al garabateó involuntario que dan accesoriamente individuos sanos durante un periodo de atención concentrada, por ejemplo, en una conferencia.

Más allá del signo objetivo, es posible comprender la intención quizá desesperada por enfatizar algo que se considera incomprendido.

El mundo espiritual surgido en la esquizofrenia se expone con mayor claridad cuando existe habilidad y cultura técnica, y “donde los signos esquizofrénicos no sofocan la imagen entera”.

Algunos contenidos característicos: figuras mixtas de hombres y animales (zooantropomorfas), muecas deformes, órganos genitales enfatizados, variaciones de sus formas. Ocasionalmente son hechos dibujos de máquinas, que serían a causa de los delirios de influencias alucinatorias fisicocorporales.

Dibujo "sin título" (1916) de Robert Gie, artista hospitalizado con diagnóstico de esquizofrenia. Los personajes representados están unidos por un sistema de flujo eléctrico.

La forma, a veces más reveladora que el contenido, se caracteriza por el esmero, la necesidad de efectos llamativos; la reproducción de curvas y ángulos, que dan similitud a los dibujos de un mismo individuo. En la conversación sobre los dibujos con su creador, se encuentra que lo simple “está diversamente impregnado de significación simbólica y de enriquecimiento fantástico”.

Sus dibujos no dejan de impresionar por “la intuición de significaciones sombrías”, pues es claro que sus autores intentan representar algo aterrador.

Cuando los esquizofrénicos están en posesión de ricos medios materiales y su condición no se vuelve tan grave como para que la autoridad pública les impida una intervención, pueden ser llevadas a cabo las obras más raras, como las esculturas del príncipe de la Villa de Palagonia, en Bagheria, Italia, y la casa de junker o junkerhaus, en Lemgo, Alemania. Esta última es una casa con paredes entramadas en que el propietario ha construido toda una vida, repleta de tallas hechas por él mismo, recargada de imágenes fantásticas de repeticiones infinitas, sin una sola superficie lisa; sin ningún lugar vacío.

Las esculturas de la Villa de Palagonia fusionan seres fantásticos, humanos y animales. También es conocida como "villa de los monstruos". Se dice que Goethe quedó fascinado por ellas.

Interior de la Junkerhaus en Lemgo, Alemania.

Figuras talladas en los entramados de las paredes de la casa de Junker. 
 
Referencias

Jaspers, Karl. Psicopatología General. (2006). México: Fondo de Cultura Económica.

K. Jaspers: Conciencia de la extensión del tiempo del pasado reciente


"Es comprensible que, después de un día de mucho trabajo y de ricos acontecimientos, se tenga la conciencia de un día largo, mientras que un día vacío, que pasó lentamente, es imaginado por la conciencia restrospectiva como breve. Cuanto más vivaces imaginemos los acontecimientos pasados, tanto más corto nos parece el tiempo transcurrido; cuanto más acontecimientos nos hayan afectado desde entonces, tanto más largo. Sin embargo hay un modo de recordar el transcurso del tiempo, que de esa manera no es de ningún modo comprensible, sino que tiene por base algo nuevo, elemental. 

Después de una psicosis aguda rica en acontecimientos, escribe un paranoico: "De la totalidad de mis recuerdos se ha establecido en mí la impresión de que el espacio de tiempo, que abarca, según la admisión humana ordinaria, sólo 3-4 meses, en realidad tuvo que haber abarcado un tiempo enormemente largo, como si noches aisladas hubiesen tenido la duración de siglos."

En la embriaguez de mezcalina experimentó Serko una sobreestimación subjetiva del tiempo transcurrido. El tiempo le pareció extendido. Incluso lo experimentado le parecía en la lejanía. 

Se ha informado sobre una abundancia dominante de acontecimientos en algunos segundos, por ejemplo, en la caída o en el sueño. Un investigador francés de los sueños comunica (citado según Winterstein): Soñaba con el dominio del terror de al revolución, con escenas de asesinato y de tribunales, con condenas, con el viaje al lugar de la ejecución, con la guillotina, sentía cómo era separada su cabeza del tronco y despertó: las colgaduras de la cama habían caído y le habían dado en las vértebras del cuello"."El fin del sueño es su origen."

La credibilidad de informes semejantes no puede ser puesta en duda. Pero no es posible que en un segundo se haya experimentado sucesivamente lo que en el recuerdo es consciente como una sucesión. Tiene que haber actos que resumen la actualización momentánea intensiva y que luego son descompuestos en el recuerdo en una sucesión. 

Psicasténicos y esquizofrénicos informan sobre experimentos sublimes de pocos minutos como si hubiesen tenido duración eterna. 

"En el aura del epiléptico, un segundo es vivido como eternidad o como sin tiempo" (Dostoievski)" (Jaspers, 2006, p. 99).


Bibliografía: 

Jaspers, K. (2006). Psicopatología general. México: Fondo de Cultura Económica. 

R. D. Laing: "La conducta del paciente es, en cierta medida, una función de la conducta del psiquiatra"


"Los libros de texto típicos contienen las descripciones de la conducta de las personas en un campo de conducta que comprende al psiquiatra. La conducta del paciente es, en cierta medida, una función de la conducta del psiquiatra en el mismo campo de conducta" (Laing, 2006, p. 24).

"He aquí la explicación dada por Kraepelin, (1905) a los estudiantes de su curso, de un paciente que mostraba señales de excitación catatónica: 
El paciente que les mostraré hoy ha tenido casi que ser traído a la sala, puesto que camina con las piernas abiertas, sobre la cara externa de sus pies. Al entrar, se quita las zapatillas, canta un himno en voz alta y luego grita dos veces (en inglés), "¡mi padre, mi verdadero padre!" Tiene 18 años de edad y es alumno de la Oberrealschule (Escuela de enseñanza superior), es algo, más bien fuerte, de tez pálida, en la que a menudo hay un sonrojo transitorio. El paciente se sienta con los ojos cerrados y no presta atención a lo que le rodea. No levanta los ojos ni si quiera cuando se le habla, pero responde comenzando en voz baja y gritando gradualmente cada vez más. Cuando se le pregunta dónde está, dice, "¿también quiere saber eso? Le digo quién está siendo medido, y es medido y será medido. Sé todo eso, y se lo podría decir ¡pero no quiero!" Cuando se le pregunta su nombre, contesta gritando "¿Cuál es tu nombre? ¿Qué es lo que cierra? Cierra sus ojos. ¿Qué es lo que oye? No entiende; no entiende nada. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Qué quiere decir? Cuando le digo que mire, no mira como es debido. ¡Tú, mira simplemente! ¿Qué es? ¿Qué ocurre? Atiende; no presta atención. Digo yo ¿qué pasa entonces? ¿Por qué no me das una respuesta? ¿Te estás poniendo descarado de nuevo? ¿Cómo puedes ser tan descarado? ¡Ahí voy! ¡Ya verás! No tienes que putear para mí. Tampoco debes dártelas de listo; eras un descarado, un asqueroso, un descarado y un asqueroso como no he visto otro en mi vida. ¿Está comenzando de nuevo? No entiendes nada de nada, nada de nada; no entiende nada de nada. Si tú sigues ahora, él no sigue, él no seguirá. ¿Te estás poniendo todavía más descarado? ¡Cómo escuchan, ellos escuchan!", y así sucesivamente. Al final regaña profiriendo sonidos muy inarticulados.

Kraepelin observa aquí, entre otras cosas la "inaccesibilidad" del paciente: 
Aunque indudablemente entendía todas las preguntas no nos dio un solo trozo de información útil. Su conversación era... solamente una serie de frases inconexas que no guardaban relación alguna con la situación general ((...) las cursivas son mías).

Ahora bien, no cabe duda de que este paciente muestra las "señales" de la excitación catatónica. La interpretación que demos a esta conducta, sin embargo, dependerá de la relación que establezcamos con el paciente (...). ¿Qué es lo que parece estar haciendo este paciente? Indudablemente, está llevando a cabo un diálogo entre su propia versión parodiada de Kraepelin y su propio yo rebelde y desafiante. (...) Esto parece ser una conversación pura y simple. Es de presumir que resiente profundamente esta forma de interrogación que se está llevando a cabo (...). Probablemente, no se da cuenta de lo que tiene que ver con las cosas que han de estar trastornándolo hondamente. Pero estas cosas no serían "información útil" para Kraepelin, salvo como otras tantas "señales" de una "enfermedad".

(...) El paciente responde con estallidos exasperados en los que está expresado lo que considera que es la actitud implícita en la forma que tiene Kraepelin de acercarse a él (...) No tienes que putear para mí (es decir, piensa que Kraepelin le está haciendo objeciones porque no está dispuesto a prostituirse delante de todo el grupo de estudiantes), y así sucesivamente...

Ahora bien, es claro que la conducta de este paciente puede verse por lo menos de dos maneras, análogas a las maneras de ver un jarrón o un rostro. Podemos entender su conducta como "señales" de una "enfermedad"; y podemos ver su conducta como expresiva de su existencia. La interpretación fenomenológica existencial es una inferencia acerca de la forma en que el otro está sintiendo y actuando. ¿Cuál es la experiencia que el muchacho tiene de Kraepelin? Parece estar atormentado y desesperado. ¿Qué pretende al hablar y al obrar de esa manera? Se opone a que se le mida, y a que se le someta a prueba. Lo que quiere es que se le oiga" (pp. 25-27). 


Bibliografía: 

Laing, R. (2006). El yo dividido. México: FCE.