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Medard Boss: ¿El ego? ¿Motivación humana?

Medard Boss (1903-1990). Psiquiatra suizo.

La palabra motivación viene del latín "movere". Cada movimiento requiere dos elementos: el movedor y el movido. No obstante, ¿quién o qué mueve a qué o quién en la esfera de la motivación humana? Sobre todo, ¿cuál es la verdadera naturaleza de un movimiento en general?

En el pensamiento moderno, el movimiento es imaginado como un evento causado por algún tipo de fuerzas. Por lo tanto la psicología tradicional también ha imaginado el movimiento de la motivación humana como efectuado por fuerzas. Para este propósito asume la presencia de fuerzas instintivas o impulsos e imagina que estos deben tener su fuente en el interior de a psique humana o de un sujeto, pero en el análisis final, en los procesos metabólicos del cuerpo. Los instintos dentro de la psique, se sostiene, impelerían entonces al ego hacia estos o aquellos deseos, voliciones o acciones. El instinto del hambre impele al ego a cortar y comer un manzana, por ejemplo. El ego es el conducido, el movido; el instinto del hambre motiva al ego para comer la manzana, en el sentido de la causa de un movimiento. 

No obstante, si yo veo a un mendigo harapiento acuclillado a la orilla del camino, la imaginación de su miseria que la visión de él ha liberado en la consciencia de mi ego se vuelve el motivo que me mueve posiblemente a dar limosna. Ahora la situación está revertida, el ego con la representación del sufriente mendigo en su consciencia sería el conductor, el movedor: una imaginación específica del ego se ha convertido en un motivo, en una razón para el movimiento, lo cual motiva a la persona a lograr una ayuda externa, o en nuestro caso, el alivio de un sufrimiento. Sin embargo, esta concepción final o teleológica de la motivación humana no s separada de su aspecto causal. Dado que la representación subjetiva en el ego puede motivar a una persona a realizar un acto solo hasta donde pueda despertar los instintos dentro de su psique y guiarlos a una dirección específica. También ambas formas de ver el asunto, la causal y la final, permanecen dentro del mismo marco de referencia mecanicista en el cual prevalecen las ideas de fuerzas conductivas. Pues ahí donde se imaginan impulsos, los principios rectores son la presión y el empuje como en las máquinas. 

Mucho más decisivo, por lo tanto, que cualquier diferenciación de la motivación en sus aspectos finales o causales es el carácter cuestionable de todas las concepciones de fuerzas en la antropología en general: sean las fuerzas sicológicas llamadas impulsos causales instintivos o impulsos del ego dirigidos teleológicamente. En ninguna medida, nadie ha sido capaz alguna vez de percibir instintos de alguna clase como inmediatamente presente. Siendo esto así, que incluso Freud, seguramente el más grande de todos los psicólogos de los instintos después de Nietzsche, fue suficientemente honesto para reconocer que su doctrina de los instintos era la parte más oscura de toda su teoría, y tras una observación más cercana incluso vio a las pulsiones disiparse en entidades mitológicas de origen desconocido.

Sin embargo, la situación presente de nuestra ciencia se vuelve aun más crítica, si la concepción psicológica del ego conductor o conducido es minuciosamente examinada, encontramos que el ego se define como un conjunto sin sustancia de percepciones, representaciones y experiencias psíquicas, a veces definido como una sustancia intelectual o pensante, otras veces como un nexo o como un centro de actos psíquicos intencionales. Entonces nuevamente se dice que el Ego es la unidad e individualidad de la persona humana que se experimenta a sí mismo como sujeto en oposición al ámbito de los objetos y como portador de una relación responsable con el Otro. En particular, la psicología del yo de la escuela psicoanalítica designa al yo como "la organización coherente de los procesos psíquicos". Sin embargo, era Freud especialmente quien gustaba imaginarse el ego como una autoridad psíquica (instancia). Como tal autoridad se dice ser capaz de representarse a sí misma percepciones internas y externas y ser un mediador entre las otras autoridades dentro del aparato psíquico, así como también entre este último en conjunto y el mundo externo. 

Muchas de estas definiciones del ego todavía se pueden encontrar en los libros de texto de psicología moderna. Todas ellas, sin embargo, por eso mismo, pueden tener muy poco que ver con la realidad del hombre, porque básicamente ni una sola de ellas nos permite comprender, aunque sea parcialmente, lo que asigna al ego en el sentido de las funciones. En ninguna parte se explica la naturaleza real y la constitución básica de todos estos elementos psicológicos llamados ego, de una manera que nos permitiría tener incluso un indicio de cómo estos podrían hacer posible la percepción y conciencia humana de las cosas, criaturas y semejantes que encontramos como las cosas, criaturas y semejantes que son: y mucho menos cómo a partir de estas definiciones del ego se harían comprensibles otras cosas diferentes de la posibilidad del hombre de tener una relación de percepción con lo que encuentra.

Para todas las nociones del ego del tipo de una instancia psíquica del ego, un conjunto psíquico de experiencias, un campo de conciencia, un factor complejo, un impulso de participación, un centro desde el cual los actos proceden, hasta el de una subjetividad y una persona, presuponen básicamente la idea de una inmanencia. En otras palabras, el ser humano está definido, se admita abiertamente o no, como un recinto principalmente autónomo y delimitado frente al mundo exterior. Incluso la suposición de representaciones motivadoras de objetos no disipa el carácter inmanente de estas concepciones del yo.

También representaciones de objetos se toman como imaginaciones de un sujeto y son, por así decirlo, pensadas hacia el interior de una conciencia del ego. Sin embargo, ¿cómo podría cualquier entidad de carácter principalmente inmanente alguna vez conceder la admisión a las cosas que enfrenta un ser humano en el sentido de que, perceptibles como las cosas que son, puedan penetrar en un ego pensado como constituido de esta manera? Incluso, en sentido contrario, ¿cómo estaría un ego humano en la posición de trascender su propia inmanencia y cruzar, comprensivamente, a los objetos que llenan el mundo?

Después de todo, los psicólogos críticos han reconocido y demostrado desde hace mucho tiempo la naturaleza confusa y contradictoria de todas estas nociones del ego. Konstantin Oestreich, por ejemplo, ya en 1910 en su “Fenomenología del Yo en sus Problemas Fundamentales”, expresamente llamó al ego un algo enigmático. C. G. Jung, nuevamente, dice del sustrato que porta al ego, algo llamado por él el Self, que permanece envuelto en una oscuridad metafísica.

En eso todavía están obviamente interesados sólo por un Algo meramente presente, no importa cuán enigmático ese Algo pueda ser, incluso las indagaciones de estos críticos no han estado en correspondencia con la naturaleza del ser humano de una manera que podrían haber arrojado alguna luz real sobre el problema del así llamado ego.

Aun más sospecha sobre la idoneidad de las nociones modernas del ego es suscitada, sin embargo, por aquellos psicólogos modernos que en perplejidad atraen la atención sobre lo que llaman el "problema no resuelto", por ejemplo, al hecho de que la Antigüedad no conocía en absoluto un problema del ego, y ni siquiera tal problema en relación con la motivación. Muchos de ellos, es claro, quisieran explicar este importante descubrimiento lo antes posible gracias a la suposición de que el conocimiento de la psicología de los antiguos griegos era todavía inadecuado. Sin embargo, sería menos arrogante si de este hecho se dedujera el indicio de la posibilidad de que la naturaleza humana pudiera, claramente, entenderse de una manera completamente diferente, tal vez en una manera mucho más adecuada que con la ayuda de nociones de un ego psíquico de instancias e impulsos motivacionales.

Para tomar conciencia de tales posibilidades, sólo necesitamos entregarnos a nuestra propia experiencia inmediata. Entonces de inmediato no hay ninguna duda de una instancia del yo que decide sobre algo fuera de sí misma. A esta noción del ego siempre se llega, por así decirlo, con una rebelión del ser del hombre contra un no-yo como objeto. Entonces el ego se convierte, se imagina devenir sujeto, lo que se opone a un objeto. Cuando, por el contrario, estamos conversando unos con otros de manera perfectamente natural, a ninguno de nosotros se le ocurrirá decir que el ego en mí o mi ego percibe esto o aquello, hace esto o aquello. Más bien lo que experimentamos es siempre meramente esto: hago algo o soy consciente de algo.

En este sentido, cuando decimos "yo", este decir "yo" nunca se refiere a una entidad psíquica, una instancia dentro de mí. Porque, después de todo, cuando decimos "yo" veo o hago algo, siempre nos referimos simplemente a una forma presente, pasada o futura de percibir lo que se encuentra y de afrontarlo. La pequeña palabra "yo" es siempre, correctamente entendida, simplemente una referencia del ser humano a las relaciones con un mundo, a la manera en que un mundo se dirige a nosotros y al modo en que pertenecemos a un mundo, en el que una persona con sus semejantes se encuentra en un momento determinado, en el que se ha encontrado o se encontrará.

Es evidente que la emisión explícita de la palabra "yo" está restringida a aquellos modos de conducta que una persona ha considerado expresamente y reconocido como las posibilidades de vida propias de su propia existencia. Está, sin embargo, en tan poca correspondencia con la realidad del hombre hacer la abstracción personificada de una instancia del ego psíquico a partir de estas relaciones a un mundo, así como es engañoso hipostasiar las posibilidades de vida, que no son deliberadamente apropiadas por un ser auténtico o incluso son negadas, en instancias psíquicas de un inconsciente o un preconsciente, para permitir entonces que impulsos, pulsiones y concepciones específicos sigan su curso en tales "localidades psíquicas".

En realidad, nada parecido se encuentra en el ser humano. Más bien el hombre está en todas sus relaciones con el mundo exterior, tanto en las apropiadas como en las que todavía no son apropiadas: "afuera" por así decirlo; "afuera", es decir, con las cosas que aparecen a la luz de sus relaciones con el mundo exterior. 

Sin embargo, si este es el caso de mi expresión "yo", entonces la psicología, al pensar en términos de una instancia del ego -o del ello-, una instancia del inconsciente y un superyó, haría uso de la vieja mecánica del cuento de hadas. Porque también éstos están acostumbrados a aislar los modos de comportamiento, por ejemplo los de la madre de un niño, que son deseados y queridos por ella y condensarlos en la noción de una instancia individual, en la figura de un hada buena, y por otro lado, personificar lo desagradable , aquellos de los que el niño no quiere saber nada, que son temidos, en la figura imaginada de una bruja.

Sin embargo, es tan poco posible para un niño mantener la creencia en estos personajes de cuentos de hadas durante toda su vida como lo será presumiblemente para un psicólogo conservar para siempre las nociones psicológicas de una instancia. Y no sólo esto último, con el tiempo tendremos que abandonar la noción misma de "psique", que de manera igualmente inadmisible cosifica el ser del hombre. En esta manera, sin duda, la psicología se vería privada del objeto de de estudio, la "psique" de hecho, y ya no podía continuar como ciencia con este nombre. Y, sin embargo, ¿sería lamentable que la psicología tuviera que superarse y abrirse camino para convertirse en antropología adecuada?

Pero si lo que existe en realidad como ser del hombre no consiste en entidades psíquicas, ni en instancias sino siempre meramente en las posibilidades de comportamiento frente a lo que se encuentra, que se muestran en cualquier momento dado, la naturaleza fundamental del ser del hombre debe consistir en una capacidad totalmente primaria e inmediata para comprender y dilucidar las cosas terrenales y divinas encontrándolas como los fenómenos que son. ¿De qué otra manera podría el hombre comportarse de esta u otra manera frente a lo que le encuentra, a menos que su ser mismo como un todo y según su constitución misma no hubiera residido siempre en una comprensión tan primaria e iluminadora?

¿Cómo podría ser posible que, por ejemplo, ustedes, distinguidos colegas, se hayan revelado y mostrado inmediatamente a mí como los semejantes que son en el momento en que pude conocerlos? Porque ni por un momento me he percibido como un sujeto primero que hubiera tenido que trascenderse para poder llegar a ustedes. Por el contrario, desde el comienzo de nuestro encuentro aquí, he estado con todo mi ser con ustedes en este auditorio y he estado junto con ustedes ocupándome del mismo tema de interés mutuo, motivación humana y en ningún otro lugar. ¿Esta experiencia ha sido diferente en su caso? ¿Realmente han tenido que salir del caparazón de una instancia o bien, de un ego, de una persona, para poder oírme, comprenderme o malinterpretarme? Más bien, ¿no habéis estado también vosotros conmigo, no hemos estado todos desde el principio, aquí mismo, en todo el ámbito de esta sala y, sobre todo, involucrados en una relación comprensiva con el mismo tema que se debate en la misma sala, incluso si cada uno de nosotros tiene su propia manera de entenderlo?

Sin embargo, ¿de dónde pueden venir entonces las motivaciones, los impulsos humanos, si tenemos que abandonar las nociones psicológicas de ego y ello? ¿Qué pasaría si el ser del hombre nunca hubiera sido impulsado de sí mismo hacia algo, si, por el contrario, siempre hubiera sido atraído por lo que encuentra y enganchado por ello como si fuéramos llamados y convocados por lo que aparece a la luz de nuestra existencia? Entonces lo que tendríamos que hacer sería claramente responder a esta llamada y convocatoria en los niveles de percepción, oído y acción para que las cosas destinadas a nosotros pudieran desplegarse en la plenitud de su ser.

Sin embargo, muchas personas, especialmente en el ámbito de la llamada sexualidad, ¿no tienen la experiencia de que, sin embargo, son conducidas desde dentro hacia ciertas cosas, hasta tal punto que su impulso interior puede crecer hasta un estado de esclavitud y adicción? Sin embargo, una adicción, de hecho, en el más alto grado, ¿no presupone una escucha y ésta la conciencia de una llamada e invocación? Sólo que, con tal relación, se produciría una sumisión servil a la cosa convocante. Por lo tanto, frente al estado de esclavitud se encuentra ese auténtico ser propio del hombre que podría establecer una relación libre con todos los fenómenos de su mundo que lo encuentran.

Sin embargo, ¿no vendría en ambos casos lo que motiva, lo que mueve al hombre, de mucho más lejos que el mero yo humano, sus representaciones objetales, sus instintos y sus fuerzas impulsoras? Incluso las nociones hasta ahora corrientes en nuestra psicología sobre el yo, así como las determinaciones causales y finales de la motivación, ¿no producirían desde el inicio una interpretación falsa del estado real de los asuntos? Éstas serían sobre todo las preguntas que, mediante los signos de interrogación colocados en nuestro título, nos gustaría ver planteadas ante nosotros para su discusión.

Leopold Bellak: Una nota sobre algunos conceptos básicos de psicoterapia


El término psicoterapia ha adquirido un amplio y poco definido significado en la literatura psiquiátrica y en el habla cotidiana. En su sentido más amplio, podría ser definida como cualquier cosa que no sea primariamente de naturaleza somática que se crea que pueda ser benéfica de cualquier forma para el estado mental de cualquier persona. En este sentido general se incluye cualquier acción, desde una amistosa palmada en la espalda y un alegre "buenos días", para el cual tenga tiempo el psiquiatra del hospital en la conversación de cinco minutos de su rutina diaria, hasta una amonestación o psicoanálisis prolongado. Como el término puede ser usado con una connotación tan amplia, conduce, sin duda, a mucha hipocresía.

Proponemos una más detallada conceptualización de la psicoterapia. Aunque probablemente poco de lo que digamos sea completamente nuevo, la justificación para esta presentación se deriva del encuentro con la confusión en el uso del término.

Aunque hablemos de tres formas básicas de psicoterapia, nuestro principal interés está dirigido a una de ellas, denominada psicoterapia dinámica y sus conceptos subyacentes.

Psicoterapia dinámica

Esta es la que usualmente es referida como "psicoterapia profunda", o lo que uno quisiera llamar psicoterapia propiamente. Para todos menos para la mayoría de los problemas superficiales, debería ser el método de elección, si todas las circunstancias lo permiten. En esta aproximación, las situaciones de vida del paciente son estudiadas en detalle. 

La psicoterapia dinámica consiste esencialmente en comunicación, interpretación, introspección y elaboración. 

Comunicación.- Esta denota alguna manera en la que el paciente relata sus situaciones de vida al terapeuta. Esto puede ser hecho por asociación libre, como en el proceso de psicoanálisis clásico, o de otra forma. Aunque el primer método mencionado es el científicamente más seguro, más exhaustivo y productivo, cierta selectividad en la comunicación, como la empleada en formas abreviadas de terapia, puede estar indicada. 

Interpretación.- Cuando el terapeuta se ha familiarizado con un número de situaciones de vida del paciente, podría percibir un cierto denominador común en los patrones de comportamiento e indicárselos al paciente en tales dosis que parezcan ser adecuadas para él en cualquier momento. 
  • Estudio horizontal: Principalmente, el terapeuta puede encontrar un denominador común de patrones de comportamiento y de relaciones interpersonales la situación de vida contemporánea, y podríamos hablar de esta tarea como un estudio horizontal de patrones. 
  • Estudio vertical: Tarde o temprano, será posible trazar por asociación libre o de otra forma el desarrollo histórico de estos patrones n la historia de vida del paciente, conduciendo a un conjunto más o menos definido. Podemos hablar de esta parte de la investigación terapéutica como el estudio vertical de las relaciones de los patrones de vida. Frecuentemente, será necesario señalar ambos, los denominadores comunes verticales y horizontales del comportamiento actual del paciente para conducir a una solución de sus problemas. 
  • Relación con el terapeuta: Como un caso especial de situaciones de vida actuales de los patrones horizontales en su relación con los históricamente más tempranos, la relación con el terapeuta puede ser discutida específicamente, lo que en psicoanálisis se conoce como análisis de la situación de transferencia.
Interpretación, entonces, significa señalar por el terapeuta al paciente los denominadores comunes en sus patrones de comportamiento - horizontalmente, verticalmente y en su relación con el terapeuta. 

Un breve ejemplo puede ser de ayuda aquí: el paciente puede haber llegado con el problema presente de vagos ataques de ansiedad. Puede parecer tarde o temprano que estos aparentemente desconcertantes ataques ocurren típicamente cuando el paciente está en contacto con una autoridad estricta que produce hostilidad en él. Después de que este patrón horizontal ha aparecido, en un momento u otro, un patrón vertical podría ser encontrado - el paciente tuvo una relación más o menos específica con su padre quien originalmente produjo esos sentimientos de hostilidad en él y la resultante ansiedad. Un estudio posterior revelaría una completa historia de relaciones con autoridades similares previo a la situación actual, y una actitud similar hacia el terapeuta.

Introspección.- El siguiente paso en el proceso terapéutico está constituido por el insight. El término insight es uno tan mal utilizado como el mismo de psicoterapia. Frecuentemente es usado para decir simplemente que el paciente está consciente de estar mentalmente enfermo. Así es usado más a menudo en la discusión sobre psicóticos, usualmente sin querer sin implicar más que eso. En un contexto de psicoterapia dinámica, insight debe tener este significado: la capacidad del paciente para ver la relación entre un síntoma dado y los previamente inconscientes patrones que subyacen en sus síntomas. Más estrictamente hablando, podemos definir insight como la apercepción (percepción significativa) de los denominadores comunes de su comportamiento, como señalados por el terapeuta.

Este proceso puede desglosarse en dos partes: 
  • Insight intelectual: El paciente puede ver la interrelación de sus diferentes patrones horizontales y verticales; el puede verlos como casos especiales de una clase general, o, en lenguaje gestáltico, él aprende por introspección, y el cierre de experiencias - las piezas de acontecimientos aislados se convierte en un todo significativo; una remodelación de patrones y reaprendizaje toma lugar. 
  • Insight emocional: El paciente reproduce el afecto perteneciente al insight intelectual - alivio, ansiedad, culpa, felicidad, etc. 
Si solo se produce el insight intelectual, limitados o ningún resultado terapéutico puede ser alcanzado, porque la remodelación de patrnoes emocionales es algo esencial para el proceso terapéutico, sea este concebido como un proceso libidinal-metapsicológico o como un proceso de aprendizaje en términos académicos convencionales. El afecto debe ser parte de la gestalt de una experiencia terapéutica. 

Elaboración.- El siguiente paso consiste en la elaboración del nuevo insight:
  • Intelectualmente: El paciente ahora aplica lo que ha aprendido en relación con algunas situaciones, como fue señalado por el terapeuta, a un número de otras situaciones para las cuales el mismo denominador general aplica. Si un patrón fue señalado de existir con su presente empleador, su maestro, su analista y su padre, él puede ahora recordar situaciones involucrando a su tío, a un oficial superior en el ejército, un hermano mayor, etc. pues ha reaccionado con ellos similarmente. 
  • Terapéuticamente (emocionalmente): En la situación terapéutica, psicoanalíticamente conocida como situación de transferencia, el paciente originalmente "transfiere" los patrones emocionales los cuales ha aprendido previamente hace con el terapeuta tanto como reaccionaría con ellos hacia cualquier otra persona. De hecho, debido a que las capas más tempranas de comportamiento son discutidas y el terapeuta se vuelve una persona más importante que la mayoría de personas y juega un rol parental, estos patrones de comportamiento aprendidos más temprano son particularmente expuestos. Cuando estos patrones aparecen son interpretados y luego el paciente elabora sus problemas reaprendiendo su patrón de acción con el terapeuta primero, y luego  una transferencia del entrenamiento también cambia su comportamiento en la situación de vida real. Esta no es la única manera - otras formas de reaprendizaje en la situación real son discutidas abajo. La situación de transferencia y su rol terapéutico, no obstante, puede ser reformulada como sigue: por transferencia de entrenamiento, el paciente acciona hacia el terapeuta como reaccionaba hacia sus padres. El reaprendizaje toma lugar en la situación terapéutica por insight y recondicionamiento, y luego hay una transferencia de entrenamiento de la situación terapéutica a la situación de la vida real. 
  • Conductualmente: Fuera de la sesión terapéutica, el paciente continúa encontrando situaciones discutidas y similares a las escudriñadas. Mientras que en las situaciones reales, el está consciente del insight que ganó recientemente. Bajo la influencia de esta nueva "disposición mental" reacciona de forma diferente, en medida progresiva, a esas situaciones en la dirección correctiva sugerida por el análisis de la situación. Nuevos problemas emergentes son re-analizados, y el problema es elaborado por el persistente ajuste y reajuste entre la disposición mental y la realidad. 
Aunque el proceso de insight y los aspectos puramente intelectuales de la elaboración son mejor explicados por la teoría de aprendizaje Gestalt, la elaboración terapéutica y conductual son mejor vistos como cuestión de condicionamiento y recondicionamiento, y como un problema en el cual el ensayo y error y la recompensa y castigo conducen al mejor resultado final.

Psicoterapia directiva

Proponemos usar este término para denotar cualquier método mediante el cual una persona hace un intento consciente por ayudar a otra persona con un conflicto o problema, y trata de mejorar su estado emocional activamente guiándolo, persuadiéndolo, sugestionándolo, reafirmándolo y apoyándolo. Es posible referirse a este método como orientación o consejería. La psicoterapia directiva, entonces, consiste en que el terapeuta arrive a la solución del problema y se la dé al paciente con direcciones sobre qué hacer. 

Psicoterapia expresiva

En esta forma de tratamiento, el paciente puede en parte transmitir sus dificultades en palabras. Si eso es imposible o no deseable, puede expresar las cosas que lo perturban consciente o inconscientemente mediante terapia de juego, psicodrama, baile y otros medios. Aquí pertenece, en cierta medida, actuar bajo hipnosis, ciertas formas de terapia con esquizofrénicos que simbolizan más en acciones que en términos convencionales reconocidos, y la catarsis bajo amital sódico. La psicoterapia expresiva está basada en la hipótesis de que manifestar las propias dificultades puede ser catártico, que eso disminuye la carga emocional relacionada con cierto contenido. Por otro lado, los métodos no verbales pueden ser usados para comunicación, y frecuentemente este método expresivo es usado en conjunción con la interpretación como en la psicoterapia dinámica.

En la psicoterapia expresiva, entonces, las operaciones pueden ser similares a las de la terapia analítica, excepto que el paciente puede plantear sus problemas simbólicamente y la reorganización de patrones puede llevarse a cabo sin el recurso de un nivel consciente, por manipulación emocional. 

Resumen y conclusiones

Uno debe estar consciente de que intentamos examinar solamente unos cuantos de los principales conceptos de psicoterapia. No hace falta decir que el proceso involucra muchos problemas más, algunos de los cuales son intrincados detalles psicodinámicos y técnicos para nada ajustables a la discusión en este particular marco de referencia. El objetivo de nuestro artículo fue establecer tan claramente como sea posible y tan brevemente como sea posible algunas operaciones básicas generalmente inteligibles de la psicoterapia. Esta fue nuestra intención debido a la frecuente experiencia de que es pensado como un proceso que va desde algo vago y charlatán por parte de timadores, a algo místico y maravilloso para el ingenuo, y siendo practicado por otros como un arte con el cual supuestamente tiene algo que ver con entender la naturaleza humana o tener un buen trato con enfermos y comportamiento tranquilizador.

Queremos señalar que las manipulaciones básicas de la psicoterapia pueden ser exitosamente reformuladas en términos académicos e incluso experimentales como un proceso de aprendizaje. El paciente relata sus situaciones de vida en las cuales el terapeuta encuentra denominadores comunes para sus patrones de comportamiento y los señala, interpreta. El paciente puede entonces experimentar un insight intelectual, por ejemplo viendo las interrelaciones percibiendo la gestalt (aprender) y reproduciendo la sensación emocional relacionada con esa situación. Puede el paciente entonces, al encontrar instancias específicas con el mismo denominador común, elaborar sus problemas intelectualmente, emocionalmente en la situación de transferencia y, fuera del cuarto de tratamiento, conductualmente, modificando su comportamiento al encontrar la situación real mediante ensayo y error y condicionamiento.

En distinción a estos procesos de la terapia no directiva, hay psicoterapia directiva y expresiva. La terapia directiva consiste en que el terapeuta llegue a la solución del problema y se la dé al paciente con direcciones sobre qué hacer. En la psicoterapia expresiva, las operaciones pueden ser similares a la terapia no directiva, excepto que el paciente puede expresar sus problemas simbólicamente y la reorganización de patrones puede llevarse a cabo sin el curso del nivel consciente, por manipulación emocional.

Arte esquizofrénico

Dibujos de Louis Wain. Cuando se encontraba mentalmente sano se dedicaba a ilustrar historias infantiles sobre gatos. A medida que su esquizofrenia avanzaba los adornos repetitivos se hacían más enfáticos. 

Hans Prinzhorn, psiquiatra e historiador del arte alemán, llevó a cabo una descripción detallada de la actividad plástica de esquizofrénicos y documento algunas de las más importantes manifestaciones objetivas.


Hanz Prinzhorn (1886-1933).

Las manifestaciones objetivas o hechos objetivos significativos, los define Karl Jaspers como: fenómenos comprendidos en el mundo sensible como manifestación del alma. Los dibujos, la fisiognomía, el lenguaje, los productos literarios, artísticos, el movimiento mímico y las acciones con finalidad consciente.

Signos característicos del arte esquizofrénico son las repeticiones: rasgos del mismo tipo, del mismo objeto, desde el garabateo aparentemente absurdo al casi ordenado; “verbigeración dibujada”, diría Prizhorn (verbigeración = repetición desordenada de frases o palabras). Podemos comparar esos dibujos más bien al garabateó involuntario que dan accesoriamente individuos sanos durante un periodo de atención concentrada, por ejemplo, en una conferencia.

Más allá del signo objetivo, es posible comprender la intención quizá desesperada por enfatizar algo que se considera incomprendido.

El mundo espiritual surgido en la esquizofrenia se expone con mayor claridad cuando existe habilidad y cultura técnica, y “donde los signos esquizofrénicos no sofocan la imagen entera”.

Algunos contenidos característicos: figuras mixtas de hombres y animales (zooantropomorfas), muecas deformes, órganos genitales enfatizados, variaciones de sus formas. Ocasionalmente son hechos dibujos de máquinas, que serían a causa de los delirios de influencias alucinatorias fisicocorporales.

Dibujo "sin título" (1916) de Robert Gie, artista hospitalizado con diagnóstico de esquizofrenia. Los personajes representados están unidos por un sistema de flujo eléctrico.

La forma, a veces más reveladora que el contenido, se caracteriza por el esmero, la necesidad de efectos llamativos; la reproducción de curvas y ángulos, que dan similitud a los dibujos de un mismo individuo. En la conversación sobre los dibujos con su creador, se encuentra que lo simple “está diversamente impregnado de significación simbólica y de enriquecimiento fantástico”.

Sus dibujos no dejan de impresionar por “la intuición de significaciones sombrías”, pues es claro que sus autores intentan representar algo aterrador.

Cuando los esquizofrénicos están en posesión de ricos medios materiales y su condición no se vuelve tan grave como para que la autoridad pública les impida una intervención, pueden ser llevadas a cabo las obras más raras, como las esculturas del príncipe de la Villa de Palagonia, en Bagheria, Italia, y la casa de junker o junkerhaus, en Lemgo, Alemania. Esta última es una casa con paredes entramadas en que el propietario ha construido toda una vida, repleta de tallas hechas por él mismo, recargada de imágenes fantásticas de repeticiones infinitas, sin una sola superficie lisa; sin ningún lugar vacío.

Las esculturas de la Villa de Palagonia fusionan seres fantásticos, humanos y animales. También es conocida como "villa de los monstruos". Se dice que Goethe quedó fascinado por ellas.

Interior de la Junkerhaus en Lemgo, Alemania.

Figuras talladas en los entramados de las paredes de la casa de Junker. 
 
Referencias

Jaspers, Karl. Psicopatología General. (2006). México: Fondo de Cultura Económica.

Historias de Diván (2013) (Serie completa*)


Miniserie argentino-uruguaya basada en la obra de Gabriel Rolón. Gira en torno a la práctica y vida del psicoanalista Manuel que hábilmente alumbra significados y asociaciones en las historias de sus pacientes. Interpretando, revela verdades negadas, "olvidadas", y, como si se armara un rompecabezas, surge de pronto el sentido que les permite ver y decidir libremente... Mientras tanto, en su vida privada, él no está libre de sus luchas internas, de enfrentarse a la angustia y soledad.

Este programa es de gran valor para ilustrar algunos conceptos del psicoanálisis a estudiantes de psicología y para difusión de la práctica analítica en el público en general.

*Los episodios subidos al canal de YouTube corresponden a los recuperados de la página de Canal 10 de Uruguay.
 
Fuente:

Lista de reproducción de la serie completa disponible en Dailymotion.
 
Lista de reproducción de la serie completa disponible en YouTube.

Identidad sexual y roles parentales: la observación del "efecto garnacha"


*Texto titulado "Efecto garnacha". Escrito por el Lic. Enrique Campang Chang, psicólogo clínico. Publicado en agosto de 2006. Curso de Psicología Social de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

Durante casi cuatro décadas he recorrido el país, sus montañas, mercados, ferias, celebraciones religiosas y populares. Me he subido en la rueda de Chicago, jugado a la lotería, he disfrutado los atoles, dulces, pan y rosquillas de Comalapa; y he tomado unas cervezas en las Garnacherías; que antes eran comedores de pepián, pulique, caldo de gallina y revolcado, que reciben la influencia mexicana.

Desde los Convites de San Andrés Itzapa en Enero, a la Semana Santa en la Plaza de la Constitución, Santiago Atitlán en Julio, la feria de Jocotenango en Agosto; el 15 de Septiembre; en la Iglesia de Santo Domingo en el mes de Octubre por la Virgen del Rosario; el primero de Noviembre en los cementerios. el día de Concepción, el 8 de Diciembre; a las celebraciones de la Virgen de Guadalupe; siempre estos comedores y su gente están presentes.

Pero este no es un ensayo sobre tradiciones populares, sino de una interesante dinámica psicológica y social observada en las Garnacherías de Guatemala.

Estos negocios son manejados de forma matriarcal. Una madre dominante, planifica la comida, ordena las compras, el decorado, maneja el dinero. Un esposo o consorte sumiso se encarga de el levantado del negocio, pone las láminas, lámparas, parrillas, mesas y sillas, luego hace la limpieza.

Los nombres son típicos de la madre: "Doña Guichona", "Chepona", "Chusona", "Pepona", que describen popularmente las dimensiones o carácter de la señora. Mientras que el marido es referido como "Don Monchito", "Don Chepito" o "Don Tomasito".

Las hijas y los hijos afeminados o vestidos de mujer, además de atender las mesas, preparan las garnachas, los frascos de encurtidos, chiles jalapeños; asan la carne adobada, longanizas y gallinas. Esto es un patrón familiar que se repite en todas las ferias observadas, y confirmadas independientemente.

Entonces he llamado como "efecto garnacha", a la dinámica familiar que Sigmund Freud llamaría de un Edipo no resuelto; es el de una madre dominante, que opaca al padre frente a su hijo; el hijo asimila la figura heroica de la madre y desea inconscientemente ser como ella. Las hermanas, frecuentemente histéricas, descalifican la figura del hombre. El hijo, para ser aceptado, asume conductas femeninas; y posiblemente, también sus sentimientos.

Las observaciones indican que el papel dominante de la madre es indiscutible. Es la persona de carácter fuerte, inteligente, responsable, hábil para los negocios. Mientras que el rol secundario del hombre, se limita a ser el que fertiliza a la mujer, y de obedecer órdenes. En varios casos, el esposo es marginado del negocio por ser alcohólico; en otras situaciones, las señoras, informaron del abandono por infidelidad, migración, o muerte violenta.

Entonces, ¿qué trato de inferir sobre estas observaciones? Que una de las causas de la identidad afectivo-sexual puede estar determinada por la dinámica familiar de la persona. Unos creen en las causas genéticas, aprendidas o misteriosas sobre que es lo que origina la heterosexualidad, la homosexualidad, el transexualismo, o el afeminamiento del hombre.

La dinámica familiar en la formación de la identidad afectiva, se desarrolla, según mi interpretación, de la siguiente manera:
  1. La madre gesta y cría a sus hijos en los primeros meses de vida.
  2. Los hijos son atendidos psicológicamente por, la Madre, el Padre y la Pareja.
  3. La madre da la personalidad de mujer.
  4. El padre da la personalidad de hombre -o debería-. (Resolviendo cualquier conflicto de celos o agresividad del padre hacia su hijo...) (Edipo resuelto).
  5. La Pareja da sentido a la relación heterosexual entre un hombre y una mujer.
  6. El reconocimiento de los sentimientos hombre, mujer y pareja, desde los padres, determina una identidad afectiva usual al género.
  7. Si el padre no se relaciona, se distancia, abandona o mantiene hostilidad con su hijo varón, el Edipo no se resuelve.
  8. Lo femenino y masculino son figuras convencionales de comportamiento determinadas por la familia y el entorno social y cultural.
  9. Estas dinámicas son por lo general inconscientes, no deliberadas y pueden ser afectadas por la cultura del machismo

En los casos observados, el paso 3 abarca al hijo varón y el 4 no se cumple. Esto es lo que he llamado como una parentalización cruzada, en que la madre, sin quererlo, influye en la personalidad femenina del hijo varón.

El hijo que crece en un ambiente predominantemente femenino, con modelos masculinos débiles, nulos o ausentes; puede asumir las conductas femeninas, en su vestir, hablar y actuar. Pero, si el hijo tiene alguna figura masculina en su entorno (abuelos, tíos, parientes, padrinos o amigos) esta situación puede que no se dé. 

La conclusión que quiere dejar este ensayo es sobre la importancia de la relación parental y de la pareja para configurar la identidad conductual y afectiva de los hijos. Muchos padres machos de las Unidades Reproductivas, no conocen su rol en la familia; se le limita a ser el proveedor, el disciplinador, o simplemente el que engendra a los hijos.

Estas observaciones se limitan a relacionar la dinámica familiar, con las características de personalidad afeminadas. La relación afectiva de heterosexualidad o de homosexualidad es más compleja; y tienen otras variantes, que aún son motivo de controversia.

Parecería que el "efecto garnacha" es una comedia, pero en realidad es un drama, donde las personas sufren la marginación y burla de la sociedad. En todo caso, merecen respeto y comprensión por ser seres humanos.  

La guerra psicológica y el rumor


Ensayo escrito por Enrique Campang Chang, Psicológo Clínico. Noviembre, 2004. Curso de Psicología Social de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

Desde los tiempos del estratega chino Sun Tzu, que escribió en su "Arte de la Guerra", en el año 543 antes de Cristo, que el objetivo de la guerra psicológica es desmoralizar al enemigo, a modo de quitarle el deseo de luchar, y que la guerra militar violenta es el último medio a utilizar, y el menos aconsejable. Por lo tanto, recomienda a los estrategas que se concentren en la manipulación de la voluntad del enemigo por procedimientos no violentos, como el rumor.

El rumor es el arma principal de la guerra psicológica; y que es éticamente cuestionada en cuanto a que se basa en el uso del engaño y la mentira. El rumor no es violento; pero si puede provocar efectos más severos que las armas; puede producir cambios en la mente de una población, sin tener que accionar un fusil, o arriesgar las vidas de sus propios soldados.

El rumor se diseña en base a una combinación de elementos parcialmente verdaderos, con otros falsos. El rumor es atendido porque hay elementos evidentemente ciertos; pero que son deliberadamente mezclados con exageraciones o mentiras. Su objetivo es cambiar conductas colectivas; es de producir caos, agitación, temor o paralización de poblaciones enteras.

Las conductas que produce son a varios niveles; un nivel evidente, inmediato, que es la respuesta de miedo o inmovilización de las personas; pero a la vez busca cambiar el pensamiento y conductas a largo plazo; a provocar dudas en la confianza a sus líderes. En despertar simpatías hacia los invasores, que luego se presentan como liberadores. Que en vez de ser enemigos, se convierten por efecto del rumor, en amigos; para convertirse en "lobos con piel de oveja"

Una información verídica se dispersa por la vía racional; en cambio un rumor se dispersa por la vía emocional; entre poblaciones ansiosas, temerosas, confusas o inseguras. La alteración emocional de una población le permite al enemigo dominarla con mayor facilidad en medio de la obnubilación de sus facultades mentales. El Presidente guatemalteco Lucas García dijo una vez en un momento de crisis: "el que se enoja pierde".

Estos se lanzan en momentos de difícil aclaración; en lugares distantes o aislados; en fechas y horas no hábiles; donde sea imposible obtener aclaraciones. Cuando los medios de comunicación han cerrado sus ediciones; o los responsables ya no están en sus puestos de trabajo.

Los rumores mantienen su efecto, en la medida de que sean difícil la aclaración; a diferencia de una información verídica, esta mantiene su vigencia por tiempo indefinido. Los rumores son de fuente anónima; el generador jamás es identificado; nunca da la cara; o se le atribuye falsamente a una persona o institución de inspira confianza; mientras que las fuentes de las informaciones serias son fácilmente identificables.

Los rumores son utilizados cuando alguien desea alterar las relaciones de confianza hacia sus líderes; cuando se desea cambiar los vínculos de amor y odio entre las partes. En las relaciones de familias, entre novios, amigos, en el trabajo, las empresas o instituciones. El rumor es utilizado como medio, cuando no se tiene la opción del uso de la fuerza. Es meter cizaña o envenenar las relaciones entre personas con fines ocultos.

Según Sun Tzu, "la violencia, si no se usa, mejor, porque daña la tierra, las ciudades y a las personas". Lo mejor es cuando las ciudades abren sus puertas sin el uso de las armas. "Las guerras militares se pueden reducir en su duración y costos de vidas humanas y materiales, si se ha desarrollado una efectiva campaña de guerra de disuasión".

"Un buen general siempre defiende causas nobles y debe estar al servicio de un gobernante justo y sabio".

"Un gobernante que usa indiscriminadamente la fuerza para sembrar destrucción y terror a los pueblos sin agotar las vías políticas y no violentas, no puede ser justo ni noble".

La historia habla de la "Quinta Columna" en relación a la dependencia que tenía un General en su columna de infiltrados, encargados de la agitación y propaganda dentro de las ciudades; cuando disponía únicamente de cuatro columnas visibles y armadas, sitiando al enemigo desde el exterior. Los "Quinta columnistas" son los espías y agitadores disfrazados encargados de dispersar rumores y de sabotear las defensas del enemigo desde el interior.

Los efectos del manejo de los rumores pueden ser devastadores entre las personas y poblaciones. Se castiga a los inocentes y se premia a los villanos. Puede hacer que la gente le retire la confianza a los líderes para seguir a tiranos. Es una arma sucia e inmoral; cuyos riesgos no pueden ignorar las poblaciones nobles. Es por eso recomendable que la población comprenda cómo funciona; y luego inmunizarse; para que no sean víctimas de la guerra psicológica y los rumores. También se debe saber cuando uno esta colaborando en la propagación de rumores falsos; o se está prestando al juego de otros.

Un criminal, un político, un especulador o un invasor, puede lanzar una serie de rumores para alterar las relaciones de confianza y estabilidad social; para que en medio del caos, éste surja como un líder salvador de las víctimas. No es raro que en política se explote y exagere los problemas del terrorismo, la inseguridad, la pobreza o se especule; para que un candidato se eleve como la solución a esos males; y así obtener el voto emocional de una población poco educada e informada; víctima de pánicos creados. La guerra siempre es un mal que se debe evitar en la medida de lo posible. Y es el último recurso para la defensa de las causas nobles. No se puede justificar para la agresión y la imposición de lo innoble o lo inmoral

"Las guerras ocurren entre tontos; tontos contra sabios... pero jamás entre sabios".

Apuntes para un estudio psicoanalítico de las fases psicosexuales


Por Andrés G. Asturias, Psicólogo Clínico

¿Son continuas o discontinuas las fases del desarrollo psicosexual (oral, anal, etc.)? ¿Siguen principios biológicos o psíquicos? ¿Cómo son las transiciones entre fases? ¿Cuál es la etiología de sus bloqueos? Estas preguntas, en apariencia sencillas y suficientemente resueltas, motivan al presente ensayo a esbozar ilaciones y orientaciones generales de la evolución psicosexual.

Agradezco al Dr. Rodolfo Kepfer (in memoriam) y al Lic. Enrique Campang por haberme brindado sus valiosas observaciones y comentarios sobre mis escritos preliminares.

En la primera parte se exponen tres principios del desarrollo psicosexual.

En la segunda parte se describen algunas transiciones y bloqueos entre fases libidinales.

I. Principios del desarrollo psicosexual

Podemos enumerar tres principios o ideas fundamentales sobre el desarrollo psicosexual.

La primera de ellas es que el cuerpo tiene zonas que son predominantemente excitables a lo largo del tiempo, y dichas zonas no se destacan como resultado de la historia individual y la significación para el sujeto, sino por una predestinación corporal dada su importancia para la conservación de la vida.

Chazaud (1976) escribe: “Podemos ver una astucia de la naturaleza en el hecho de que las pulsiones sexuales se afiancen en las funciones de conservación (chupeteo, ingurgitación, excreción, micción, cuidados cutáneos, actividades musculares, visión, etc.) para hacerles desempeñar –a través de las complicaciones psíquicas que arrastran “marginalmente”- el papel de motor de progreso de un ser tan desprovisto de dirección instintiva como es el hombre” (p. 27).  
Nagera (1975) es aún más claro acerca de este principio orgánico: “Ciertas zonas o áreas del cuerpo están realmente predestinadas por su vecindad anatómica a órganos vitales para recibir estímulos. Estas zonas erógenas son la oral, la anal, la uretral, la clitórica y la genital. Estas zonas predestinadas de erotización están asociadas a “grandes necesidades orgánicas”, de manera que la gratificación de los impulsos biológicos vinculados produce el efecto concomitante de estimular la zona erógena” (p. 78).
Un segundo principio es que todos los órganos y funciones del cuerpo poseen capacidad erógena, en mayor o menor medida, capacidad que puede aumentar o disminuir.
A esta conclusión había llegado Freud por sus observaciones en casos de conversión histérica (Nagera, 1975). Sin embargo, en ellos lo corporal era lo que se mantenía al margen, y lo psíquico, la significación histórica para el sujeto, era lo determinante. Es decir, esta capacidad erógena, es obtenida de manera secundaria por el órgano, es efecto y no causa.

Cabe advertir, entonces, la cuestión de hasta qué punto un órgano recibe dicha capacidad por una impronta psíquica o corporal; hasta qué punto es un destino común o parte de la historia del individuo. 
El tercer principio, más psicológico, es la diferenciabilidad de la vida anímica: la psique, en su evolución, va de lo menos diferenciado, a lo más altamente diferenciado y complejo.
El devenir psicosexual también sigue una historia dialéctica que se desenvuelve como una progresiva diferenciación, una serie de integraciones y oposiciones; es un oscilante movimiento entre la separación y la unión: la criatura se desvincula de la madre corporalmente para adquirir poco a poco mayor independencia; las pulsiones pasan de una menor integración (anarquía pulsional), a una mayor integración (genitalidad); las relaciones de objeto, en general, van de la menor diferenciación a la mayor diferenciación y capacidad de síntesis: interior-exterior, niño-madre, madre desintegrada-madre total, cuerpo desintegrado-cuerpo total, …, yo-otro, hasta la experiencia del “nosotros” o de la soledad.  
Este principio ha prevalecido en las distintas corrientes de pensamiento psicoanalítico y en diferentes tiempos. 
Anna Freud trazaba con sus líneas de desarrollo un desenvolvimiento entre el yo y no yo: de la dependencia simbiótica a la independencia adulta, del egoísmo a la participación grupal, del autoerotismo a la interacción con el mundo y los otros en el juego y el trabajo (Grupo de trabajo OPD, 2008).  
De manera similar, aunque más llamado a describir el encadenamiento de los hechos, Winnicott observó el proceso psicogenético, la travesía del niño que se valdría de un objeto transicional para pasar gradualmente de la dependencia en la relación con la madre y su narcicismo primario, hasta su desenvolvimiento en el mundo exterior. 
Lacan, por su parte, introducía con la noción de estadio del espejo la observación del hito de la integración del propio cuerpo, percibido previamente como fragmentado (Laplanche y Pontalis, 1994). 
Vemos pues, que todo el movimiento entre estos polos (yo-no yo) podemos sintetizarlo como una línea que va de la mónada desorganizada a la alteridad compartida. 
Progresar del narcicismo a la alteridad es quizá el patrón existencial de la experiencia humana. Así es, por ejemplo, el itinerario de la maternidad: de una fase de investidura narcisista sobre el propio cuerpo, que es uno solo con el cuerpo del niño en la gestación, se pasa, algo abruptamente, del parto al encuentro con el otro y a una investidura objetal (Castro, Melville y Zachrisson, 2016).
Como corolario de estos principios se extiende la visión hacia un estado ideal finalmente alcanzado del desarrollo psicosexual: será pues, aquel que evolucione sin mayores complicaciones de acuerdo a ese destino común, superando el narcicismo primario y los conflictos que impidan la diferenciación entre yo – no yo. 
Siendo más específicos, según Dewald (1973), la mayor excitación se hallará a nivel de lo genital y de forma plenamente heterosexual, los drives pregenitales tendrán menor importancia, se darán como preparativos del placer final (“juegos previos”) y constituirán la base de sublimaciones. 
¿Por qué lo “normal” es presuntamente lo genital y heterosexual, con algunas variaciones paralelas e irrelevantes? Esta es una pregunta delicada, y no menos difícil, ocasionadora de pronunciados debates. Hay que recalcar que la razón no ha de partir de ningún modo de una moral conservadora, sino que el criterio parece estar en la diferenciabilidad de objeto alcanzada según el tercer principio enunciado anteriormente. El objeto de amor genital alcanza entonces su autonomía, riqueza y totalidad (Laplanche y Pontalis, 1994). No es solo una orientación o una zona lo que resalta, sino una relación de objeto más realista, actualizada, intersubjetiva y total. La heterosexualidad es pues condición necesaria, mas no suficiente, del desarrollo psicosexual normal (ideal). 
Si a este ideal apunta favorablemente la evolución psicosexual, es consecuente preguntar por la etiología de sus bloqueos y el flujo de sus transiciones. 

II. Transiciones y bloqueos del desarrollo psicosexual


A lo largo del desarrollo psicosexual, tanto en las fases propiamente definidas, como en las intermedias se encuentran pulsiones típicas asociadas.

Es así que podemos clasificar las pulsiones del desarrollo psicosexual en dos grupos:

  • Pulsiones organizativas: dirigen el interés de forma más estacionaria, y pautan cierto género de fantasías sexuales y temidas. Entre ellas están obviamente las pulsiones orales, anales, genitales, incluso las relacionadas con la actividad de la mano.
  • Pulsiones no organizativas: dirigen el interés de forma pasajera, no tienen mayor relevancia en las fantasías sexuales, pero son parte importante de fantasías temidas, asociadas con la prohibición, la culpa, la vergüenza y la repugnancia. Entre ellas se encuentran las pulsiones escópica (de ver) y olfativa. 
Todas estas pulsiones se presentan secuencialmente en formas típicas o transiciones, que ocasionalmente se fijan o se desvían en la perversión.

Transiciones

Las transiciones las podemos conceptualizar como fases intermedias, entre organizaciones pulsionales más o menos definidas, es decir como conjuntos de intersección o pseudo-organizaciones en las que fases contiguas se mezclan.

Podemos pensar que hay ciertos “hitos”, hechos o conductas notables en los que se ponen de manifiesto las transiciones entre zonas erógenas. Tomemos como ejemplos la relación con las heces, la visión de una escena primaria y la masturbación.

La relación con las heces se da como paso entre la fase oral y la anal. Se evidencia en el niño un interés oral o curiosidad en torno a sus propias heces, interés que le es negado exteriormente, acarreando la significación de lo malo = heces, la prohibición respecto a las heces. El vencimiento de la repugnancia o el interés en los olores fuertes implícito en algunas parafilias, revela adicionalmente la importancia de la pulsión olfativa en esta transición de lo oral a lo anal.  
La visión de una escena primaria es característica en la etapa fálica. Las relaciones objetales giran en torno a la escena edípica y las ansiedades de castración. La predominancia de la pulsión escópica se evidencia por las tendencias exhibicionistas y voyeuristas, el interés en la alcoba de los padres. 
Luego, en el periodo de latencia (donde hay aparente contención de los drives sexuales), no encontramos, como establece la idea más extendida, una sofocación casi completa de las pulsiones gracias a la represión, la transformación en lo contrario y la sublimación, sino que en dicha etapa las pulsiones y fantasías se organizan generalmente alrededor de la actividad de la mano, la pulsión de prensión y lo afín a ella. El niño experimenta excitación y fantasías relacionadas con la estimulación de la mano al tocar, agarrar, jugar con los dedos, etc. 
La masturbación marca el paso entre lo “latente” (manual) y lo genital. La mano estimula y a la vez es estimulada sobre el aparato sexual. La masturbación como tal no es un hito del desarrollo psicosexual, pues este comportamiento se ha observado a edades más tempranas, incluso en ecografías fetales. Lo que sí constituye un “hito” es que esta sirva de paso entre la organización de las pulsiones alrededor de la actividad de la mano (fase de “latencia”) y la organización genital.

Perversión

La perversión sigue el camino inverso del desarrollo psicosexual o evidencia un estancamiento, una fijación. Como anteriormente se dijo, lo denominado como perverso no está determinado según alguna norma social, sino lo que podríamos denominar una norma de desarrollo, esto es: “la organización progresiva de la persona y de su unificación que se llevan a cabo por la subordinación de los placeres parciales (infantiles) al placer genital plenamente elaborado (tras la aceptación de la castración una vez superado el complejo de Edipo)” (Ey, Bernard y Brisset, 1996), es decir conflictos de diferenciación.


También se puede formular que las perversiones sexuales se dan pues como encogimientos ante el complejo de Edipo (Chazaud, 1976).

  1. El desarrollo sexual va en el sentido de la integración y diferenciación del cuerpo total propio y del otro. La perversión se guía, en cambio, por el parcialismo y el fetichismo. Ocurre como una tendencia simbolista por la necesidad de negar la castración, la diferenciación de los sexos, y con ello la ansiedad sexualmente inhibitoria que esta suscita (Fenichel, 1962).
  2. El desarrollo sexual se guía en el sentido de la diferenciación sexual genital. La perversión se guía por la indiferenciación sexual. Ocurre como una desactualización simbólica. La indiferenciación entre lo masculino y lo femenino. La indiferenciación entre niño y niña (carentes de rasgos sexuales) en la paidofilia. La indiferenciación generacional en el incesto.
  3. El desarrollo sexual se guía en el sentido de la orientación total genital. En la perversión es característica la regresión y fijación a fases pregenitales. Se encuentran bloqueos que hacen referencia a transiciones entre fases o no organizativas. Por ejemplo, en la coprofilia, no se encuentra la reviviscencia de la actividad anal, relacionada con las funciones de retención y expulsión de heces, sino que es la pulsión olfativa (el olor de las heces) la que moviliza el comportamiento sexual. En el froteurismo, por su parte, el sujeto busca la excitación por el roce con una persona como sustituto inadecuado de la mano. 
Los conflictos de diferenciación son los conflictos de yo-otro e integración del cuerpo, masculino-femenino, anarquía-unificación pulsional. En las perversiones estos conflictos parecen una atadura no resuelta. Las perversiones son estados de indiferenciación sexual. 

Referencias


Castro, C., Melville, C. y Zachrisson, L. (2016). Cuerpo, vínculo y amor. Lúdica, (17), 3-10.

Chazaud. J. (1976). Perversiones. Barcelona: Herder.

Dewald, P. (1973). Psicoterapia: Un enfoque dinámico. Barcelona: Toray.

Fenichel, O. (1962). Teoría psicoanalítica de las neurosis. (3ª. ed.). Buenos Aires: Paidós.

Grupo de trabajo OPD. (2008). Diagnóstico psicodinámico operacionalizado. Barcelona: Herder.

Ey, H., Bernard, P. y Brisset, C. (1996). Manual de psiquiatría. Barcelona: Masson.

Laplanche, J. y Pontalis, J. (1994). Diccionario de psicoanálisis. España: Paidós.

Nagera, H. (1975). Desarrollo de la teoría de los instintos en la obra de Freud. Buenos Aires: Paidós.

Constantes de una pareja funcional según Carl Rogers

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En su libro, "El matrimonio y sus alternativas" (1972), Carl Rogers se pregunta por la diferencia entre una pareja funcional y una disfuncional. 

Una pareja funcional es aquella que permite la satisfacción mutua, pero también el desarrollo personal y la felicidad individual; estas relaciones tienden a permanecer y resisten a las circunstancias adversas. Las parejas disfuncionales, en cambio, llevan a la infelicidad y terminan en separación o divorcio.

¿Cuáles son los factores o elementos que distinguen a una relación funcional de una disfuncional? ¿Qué características tienen las parejas que alcanzan relaciones altamente satisfactorias, que permiten el apoyo, la intimidad emocional y sexual, las experiencias gratificantes? Estas son las 4 constantes de las parejas funcionales que propone tentativamente Carl Rogers.

I. Dedicación o voluntad

Ambos se comprometen mutuamente a trabajar juntos en su relación, porque esta enriquece sus vidas, y no solamente por la carga pesada de una obligación, un contrato matrimonial, los hijos, o la sacralidad del matrimonio. Ambos, podríamos decir, permanecen porque la relación les satisface y la desean genuinamente.

II. Comunicación

Ambos están dispuestos a comunicar sus sentimientos, negativos o positivos, hacia su compañera o compañero, siempre que estos sentimientos sean persistentes. De la misma manera, ambos están dispuestos a comprender empáticamente las comunicaciones del otro, aunque sean acusadoras, incómodas o autorreveladoras.

III. Disolución de roles 

En las parejas duraderas, las expectativas señaladas por la cultura o subcultura parecen tener una importancia secundaria, los roles juegan un papel cada vez menor. Rechazan el molde de la opinión y las normas de terceros, y escogen ellos mismos sus propias opciones, expectativas e ideales.

IV. Convertirse en un yo separado

Cada uno de los miembros se individualiza, se afirma como una personalidad fuerte e independiente. Cada quien se autodescubre y es consciente de su experiencia interna, sus sentimientos profundos. 

Referencias

Rogers, C. (1976). El matrimonio y sus alternativas. Barcelona: Kairós. 

K. Abraham: Sobre la exogamia neurótica

En momentos en que se le prestaba atención al matrimonio entre consanguíneos sólo para considerarlo como un fenómeno de dañinas consecuencias hereditarias, hice referencia en un artículo al hecho de que el matrimonio entre parientes debía ser considerado como un fenómeno de la psicología de las neurosis. Partiendo de las particularidades de la sexualidad en los neuróticos, que nos son conocidas gracias al psicoanálisis, llegué a la idea de que, en muchas de tales personas, la transferencia de libido a personas no consanguíneas fracasa porque ellas se encuentran, incluso después de la pubertad, atrapadas en una atadura narcisista. Para el neurótico, que debe mantenerse alejado tanto del objeto de sus deseos originarios incestuosos como de la mujer no consanguínea, el casamiento con una pariente significa un compromiso.

Ya en el texto mencionado llamé la atención sobre el hecho de que, para poder explicar psicológicamente la tendencia al incesto, había que ponerla en una serie junto a determinados fenómenos. En un extremo de esa serie se encuentra el incesto real; no es tan infrecuente en las familias psicopáticas como suele suponerse. El extremo opuesto es el rechazo total y constante de cualquier relación con el sexo opuesto. 

Junto al primer extremo podría ubicarse psicológicamente la inclinación por aquellos consanguíneos que no pertenecen a los grados de parentesco más cercanos. En una relación muy parecida con el otro extremo de la serie mencionada más arriba, se encuentra un fenómeno que yo llamaría “exogamia neurótica”. Ésta consiste en que el hombre2 siente un invencible pudor en entablar relaciones con una mujer que pertenezca a la misma raza o nacionalidad que él o, más correctamente, que su madre. En consecuencia, aquí se toman especiales medidas para impedir la posibilidad del incesto. El neurótico huye del tipo materno hacia mujeres que en aspecto y esencia se oponen de la manera más fuerte posible a su madre (o hermana). Esta huida es una consecuencia de su excesivo pudor frente al incesto. Quizás un ejemplo pueda iluminar el fenómeno en cuestión. 

Un neurótico perteneciente al tipo rubio, norgermánico, muestra la mayor antipatía frente a ese mismo tipo cuando aparece en mujeres. Nada en la mujer debe traerle el recuerdo de su originario objeto de amor, de su madre. Ni siquiera soporta en las mujeres el dialecto local. Sólo lo atraen las castañas, morochas, pertenecientes a otra raza. En el curso de los años, ha entregado su cariño a diferentes mujeres pero ellas siempre pertenecían a otra raza u otra nacionalidad. Así aparece con claridad la tendencia, resaltada por Freud, a la “construcción en serie”. El paciente se muestra incapaz de dirigir, duradera y exitosamente, su libido a una determinada mujer. La fijación al amor más temprano se demuestra como más poderosa.

Tuve la oportunidad de analizar un gran número de casos parecidos y poco a poco llegué a la opinión de que en esta repulsión frente a las mujeres del propio tipo (o materno) o de la propia raza hay algo que corresponde a una ley. Una interesante observación en el mismo sentido ha publicado Weiss3 hace algún tiempo. En su comunicación se trata de un hombre que es incapaz de casarse con muchachas de su ciudad y provincia natales, o de la región natal de su padre o su madre. De igual manera, siente pudor frente a muchachas que tengan los ojos o los cabellos parecidos a los de su hermana. 

La motivación de este pudor sexual permanece por completo inconsciente para muchos neuróticos, para otros, por lo contrario, completamente consciente. 

Un paciente me explica que él –judío– nunca podría casarse con una judía, porque en cada judía veía a su hermana. De hecho, este paciente se encontraba en una fijación incestuosa, insólitamente fuerte, hacia su madre y su hermana de la cual también daba testimonio su neurosis (temor a la calle). En la pubertad se había llegado a un acercamiento sexual entre los hermanos. 

Un segundo paciente, también de origen judío, realizó, en relación con sus inclinaciones, declaraciones muy parecidas a las precedentes. Se enamoraba repetidamente de muchachas cuyo aspecto era totalmente opuesto al tipo judío, por ejemplo, de una danesa rubia. En un tercer caso, la situación era exactamente igual, sólo que el paciente no tenía en claro el origen de su inclinación y rechazo racial. 

En todos los casos que investigué existía, además de la excesivamente positiva fijación de la libido a los parientes más próximos, un odio pronunciado contra la propia familia. A veces éste se dirige predominantemente a la madre y se explica a partir de una inclinación incestuosa; otras, el odio es para el padre y se deriva sin dificultad de la posición edípica del hijo. 

Tal odio se vuelve para el hijo un motivo eficaz para separarse de los suyos. No intenta anular el lazo con sus parientes sino también con sus compañeros de linaje. Dos fenómenos frecuentes se aclaran por medio de esta perspectiva. 

Me refiero, en primer lugar, a los llamados matrimonios mixtos. En los países cristianos se trata de matrimonios entre cristianos y judíos. Lo que en no pocos casos lleva a la realización de un matrimonio mixto es, a veces, más bien, la huida del incesto; otras, el rechazo hostil de la propia familia. Podría aportar muchas pruebas que confirman este origen.

En segundo lugar, es digno de nuestro interés ese tipo de varones, que en edad temprana, la mayoría de las veces bajo el impulso de independencia de la pubertad, emigran de su patria y en algún lugar, en algún país exótico se involucran con una mujer de otra raza. Dispongo de una colección de instructivas observaciones a este respecto.

Gracias a las recientes investigaciones de Freud no se nos escapan las coincidencias entre la vida psíquica de los neuróticos y de los hombres primitivos. Aquí hay que recordar en primera línea el intenso pudor del neurótico frente al incesto. Este pudor frente al incesto se expresa de la manera más potente en la legislación de aquellos pueblos, cuya preocupación más importante es evitar el incesto. La medida más eficaz y de mayor alcance en este tipo es la institución, existente en muchas tribus, que se designa exogamia. Ésta prohíbe las relaciones sexuales no sólo entre consanguíneos en sentido estricto sino también entre pertenecientes a una misma tribu. 

Hemos visto que no pocos neuróticos, siguiendo un condicionamiento interno, dirigen su inclinación sólo a aquellas personas que pertenecen a otro tronco familiar. El condicionamiento interno tiene en esos individuos el mismo efecto que la presión exterior, jurídica, en los pueblos primitivos. Tenemos derecho, entonces, a denominar, sin temor a equivocarnos, “exogamia” a este fenómeno neurótico que nos ocupa. El fenómeno neurótico y el etnológico, que nosotros referimos con el mismo nombre, coinciden profundamente en cuanto a su origen y su objetivo.